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ciencia energética cada vez está más presente, a menudo se pasa por alto y se infravalora el papel que desempeña en el camino hacia la energía Net Zero.
Y esto pese a que ya existen muchas soluciones de gran alcance para la eficiencia energética. Por ejemplo, el software de automatización que optimiza los procesos y el uso de la energía en plantas industriales y cadenas de valor. O los sistemas digitales de climatización que identifican y reducen el despilfarro de energía en viviendas y edificios comerciales. Además, las bombas de calor y los vehículos eléctricos son mucho más sostenibles y eficientes energéticamente que las tecnologías que utilizan combustibles fósiles.
El segundo error es creer que este tipo de tecnología no es del todo eficaz y que el retorno de la inversión es bajo. De hecho, la buena noticia es que tanto la eficacia como el ROI suelen ser mayores de lo que se piensa.
Así lo demuestran los resultados de una investigación que hemos llevado a cabo con la consultora WSP. Según este estudio, la instalación de soluciones digitales de gestión de edificios y energía en edificios de oficinas puede reducir hasta un 42% las emisiones de carbono de sus operaciones, con un periodo de amortización inferior a tres años. Además, la sustitución de las soluciones de calefacción basadas en combustibles fósiles por alternativas eléctricas y la instalación de una microgrid con fuentes locales de energía renovable pueden reducir las emisiones de carbono un 28% adicional.
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A menudo se infravalora el papel que desempeña la eficiencia energética en el camino hacia la energía Net Zero
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Eso sí: la actuación política es fundamental para establecer marcos de actuación e impulsar iniciativas. En este sentido, recientemente, la Alliance of CEO Climate Leaders pidió que se hicieran más esfuerzos para agilizar los procesos de concesión de permisos, uniformizar las normas de información sobre el clima y suprimir gradualmente las subvenciones a los combustibles fósiles, entre otras cosas.
Pero en lugar de limitarse a esperar a que el entorno político mejore, el sector empresarial puede y debe hacer más, más rápido, y ahora.
Incluso las empresas que no participan directamente en la creación y venta de soluciones climáticas y de descarbonización pueden reducir las emisiones y el uso de materias primas, tanto en sus propias operaciones como en sus cadenas de suministro y distribución.
Pueden contribuir al debate público aportando conocimientos e I+D. Pueden apoyar a las comunidades a través de programas de RSC, o mediante iniciativas de formación que aborden la escasez de competencias en los sectores digital, de electrificación y de energías limpias, especialmente en zonas remotas o subdesarrolladas del mundo, para garantizar que la transición energética sea justa e inclusiva.
Además, también pueden aportar la visión de negocio y la experiencia en marketing necesarias (y, a veces, capital inicial o apoyo financiero) para llevar a la práctica los proyectos más innovadores.
Todo esto requiere esfuerzo y compromiso financiero. Pero ha llegado el momento de reconocer que la sostenibilidad empresarial holística, cooperativa y polifacética no es sólo una obligación impuesta por los reguladores, sino una oportunidad de negocio y creación de empleo que puede reducir las emisiones y los costes más rápido de lo que muchos creen.
Hoy en día disponemos de un gran número de tecnologías de electrificación, digitales, de automatización y de otro tipo. Existen argumentos éticos y económicos para implantarlas a mayor escala y velocidad. Y el coste de la inacción será, a la larga, mucho mayor que el coste de la acción.