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Hidrógeno verde: ¿espejismo o futuro prometedor?
En 2014 se acordó el marco de actuación de la Unión Europea en relación al clima y la energía hasta 2030, fijando un ambicioso objetivo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Seis años después, se estableció para 2050 un objetivo de neutralidad climática a nivel europeo, así como un objetivo de reducción de emisiones netas para 2030 de, al menos, el 55% con respecto a los niveles de 1990. Con el fin de alcanzar estas metas, se presentó el paquete Fit for 55, que contempla unas medidas relacionadas con los mercados del hidrógeno y los gases descarbonizados.
En este sentido, el hidrógeno verde -producido habitualmente mediante la electrólisis del agua a través de energías renovables bajas en emisiones- se posiciona como una herramienta clave para alcanzar la meta de cero emisiones en 2050 ya que, a diferencia de otro tipo de elementos hidrogenados, por cada kilogramo que se usa se ahorran 10,9 kg de CO2.
En términos de producción nacional, el nuevo PNIEC ahora prevé alcanzar una capacidad instalada de 11 GW de electrolizadores para 2030, dejando atrás la cifra de 4 GW. Es un objetivo exigente, teniendo en cuenta que el hidrógeno representa alrededor del 2% de la combinación energética actual de la Unión Europea, del cual el 95% se produce con combustibles fósiles y libera entre 70 y 100 millones de toneladas de CO2 al año.
El ahorro que comporta la producción de hidrógeno verde ha puesto a este vector en el mapa energético europeo. Más aún, si cabe, con la publicación de los Actos Delegados por parte de la Comisión Europea, en el que quedan definidas las condiciones en las que el hidrógeno y sus derivados pueden considerarse combustibles renovables de origen no biológico (RFNBO) y donde se establece la metodología para calcular sus emisiones. Sin embargo, la producción y aplicación del hidrógeno renovable presenta tres grandes retos en el panorama socioeconómico actual.
En primer lugar, surge la obligación de crear un mercado sostenido que compre a un precio competitivo el hidrógeno. Las compañías como VINCI Energies Spain, que destinamos nuestra capacidad de ejecución a proyectos de producción masiva de hidrógeno verde, debemos ofrecer la mayor rentabilidad posible a nuestros clientes integrando la tecnología más eficiente, optimizando los costes de operación y logrando el coste nivelado de hidrógeno más competitivo. A ello se suma la realidad tecnológica, marcada por la necesidad de acelerar un desarrollo tecnológico puntero que posibilite la fiabilidad y competitividad del hidrógeno verde.
Con este propósito, la UE va a poner en liza unos 800 millones de euros para proyectos de hidrógeno renovable en todo su territorio. En este sentido, destaca el proyecto de subasta de la Comisión Europea, que fija precios tope del hidrógeno verde (4,5€/kg) para poder aplicar subvenciones.
En segundo lugar se encuentra el panorama laboral de los denominados “green jobs”, que son, en palabras de la OIT, aquellos puestos de trabajo que contribuyen a preservar o restaurar el medio ambiente, ya sea en sectores tradicionales o en sectores ecológicos nuevos y emergentes, como las energías renovables y la eficiencia energética. Este talento especializado es limitado debido a la novedad de la tecnología y a los extensos tiempos de formación. En el caso de los instaladores, de los cuales hay una demanda de 50.000 puestos, la capacitación ronda los tres años.
Para agilizar estos tiempos, se pueden instalar infraestructuras en los centros de formación que permitan a futuros estudiantes y actuales trabajadores reconvertirse a la industria del hidrógeno. En nuestro caso, hemos colaborado con el Centro Integrado de Formación Profesional San Jorge para estrenar TELKI Green Hydrogen Lab, la primera infraestructura para producir hidrógeno verde que se utilizará para formar profesionalmente a alumnos del Grado Superior de Energías Renovables.
El hidrógeno verde se posiciona como una herramienta clave para alcanzar la meta de cero emisiones en 2050
Por último, hay que seguir muy de cerca el problema del agua, tanto a nivel nacional como europeo. El último informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) vaticina que más del 46% de los proyectos de hidrógeno verde operativos y previstos para 2040 en España están ubicados en zonas con gran escasez de agua. Y eso que no somos los más perjudicados por esta casuística: Portugal tiene el 71% de las plantas de hidrógeno situadas en zonas con estrés hídrico alto o extremadamente alto, e Italia el 69%.
En ese sentido es importante destacar que, si bien el volumen de agua consumida por kg de hidrógeno no es relevante en comparación con otros procesos energéticos, la principal solución que se está avanzando desde el sector es el uso de fuentes alternativas como el uso de agua desalinizada o el aprovechamiento de aguas residuales, entre otros. Esto suma un nuevo reto a la hora de construir las infraestructuras de producción de hidrógeno.
En definitiva, contamos con el know-how y las herramientas para hacer realidad la revolución del hidrógeno, pero aún nos queda camino por recorrer todos juntos para conseguir las claves que la harán finalmente efectiva: una masa crítica de usuarios finales que nos permitan ahorrar en escalas, un mercado normativo claro y estable que ofrezca una total transparencia en cuanto al rendimiento de las inversiones, una mayor agilidad en la obtención de permisos en las zonas de instalaciones industriales que necesiten usar y reciclar hidrógeno y, por último, experiencia que nos permita tener retorno en seguridad industrial.