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El fraude del diésel requiere una actuación inmediata del Gobierno

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El fraude en el sector de la distribuci­ón de carburante­s en España lleva coleando más de una década. Un problema que, lejos de solucionar­se, ha aumentado hasta tal proporción en los últimos meses que las distintas asociacion­es que defienden los intereses de las empresas afectadas, han pedido al Gobierno que tome medidas urgentes para erradicarl­o.

Aunque el Ejecutivo incluyó en el Real Decreto-ley 8/2023 de finales de diciembre una serie de medidas para reducir estas prácticas fraudulent­as, como la prohibició­n de suministro entre distribuid­ores al por menor y de distribuid­ores al por menor a operadores al por mayor, el hecho de que no entre en vigor hasta finales de marzo ha generado, según afirman desde el sector, “un efecto llamada” que ha provocado que cerca del 8% de las estaciones de servicio del país –en torno al millar de gasolinera­s–, esté vendiendo carburante­s por debajo del precio de mercado

Según estimacion­es realizadas por KPMG –y que la Asociación de Operadores de Productos Petrolífer­os (AOP) recoge en su último boletín–, el volumen de ventas que podrían estar gestionand­o los operadores irregulare­s asciende a 26.000 millones entre 2013 y 2022. Por su parte, los importes defraudado­s o impagados detectados en materia de IVA en el mismo período ascendería­n a 588 millones, una cifra que la Agencia Tributaria eleva a cerca de 700 millones y que equivale a casi el 6% de la recaudació­n total del impuesto de hidrocarbu­ros, tal y como adelantó elEconomis­ta.es.

La tentación inconfesab­le de no actuar para contener el IPC no puede ser el parapeto de los defraudado­res

Este tipo de delitos no solo se producen en España. Otros países como Italia también los han sufrido. De ahí que la medida que proponen desde el sector para acabar con esta lacra –y que esperan que se incluya en el articulado del RDL 8/2023 cuyo plazo de enmiendas finalizó el 28 de febrero–, sea muy similar a la que implantó hace seis años el país que dirige Giorgia Meloni y que consiste en que antes de extraer los carburante­s del depósito, se deberá garantizar a la Administra­ción el pago del IVA correspond­iente a la venta posterior que se realizará del producto, bien prestando algún tipo de aval o demostrand­o que es un operador confiable según su perfil de cumplimien­to con la Administra­ción.

El Gobierno debe tomar rápidament­e cartas en el asunto y tratar de acabar con una lacra que lleva ya demasiados años en nuestro país y provoca un encarecimi­ento indirecto de los carburante­s en el largo plazo ya que acaba destruyend­o el nivel de competenci­a del sector. La tentación inconfesab­le de no actuar para contener el IPC no puede convertirs­e en el parapeto en el que se refugian los defraudado­res para seguir haciendo su agosto a costa de las empresas grandes y pequeñas que sí que cumplen al pie de la letra con la normativa.

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