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Tecnología para aprovechar todo el potencial renovable español
España se ha consolidado como una potencia en el ámbito de las energías renovables, alcanzando hitos significativos en la generación de energía limpia. Así lo confirman los datos: 2023 se cerró como el año en el que nuestro país superó la barrera del 50% de generación renovable en el mix energético, mientras que en enero de este año se alcanzó el máximo histórico con 13.742 GWh. Cifras que van en consonancia con los ambiciosos objetivos marcados por el Gobierno: alcanzar el 81% de generación renovable en 2030, según la última actualización del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC).
En un país en el que el sol y el viento son recursos abundantes, la transición energética se ha convertido en una prioridad, no sólo medioambiental, sino también económica y estratégica. Sin embargo, la infraestructura actual de transmisión y distribución de energía afronta desafíos significativos para integrar eficazmente esta energía renovable en la red eléctrica y combinarla con las fuentes de energía tradicionales cuando se necesita, sin que ello afecte a la estabilidad y eficiencia del sistema ni a la garantía o transparencia del servicio al ciudadano.
Entre los principales obstáculos para esta integración encontramos la falta de capacidad de la red eléctrica. Se trata de un reto importante a nivel global, ya que supone adaptar infraestructuras diseñadas para un escenario muy diferente al actual. En España estamos avanzando a buen ritmo ya que, desde hace más de dos años, exportamos más electricidad de la que importamos, concretamente más de 18 GW de potencia eólica y solar en 2023, según datos de Red Eléctrica. No obstante, todavía queda mucho por hacer en cuanto a integración de energía renovable y es aquí donde tecnologías como el Dynamic Line Rating (DLR) pueden jugar un papel fundamental.
Nos encontramos, por tanto, ante una situación en la que, a pesar de generar energía limpia, se desperdicia una parte a causa de las limitaciones de la red. De hecho, según un informe de la consultora Aurora Energy, España multiplicó por diez el desperdicio de electricidad renovable en 2022, con un total
de 715 GWh. A falta de datos más recientes, la urgencia de adaptar la red eléctrica nacional a las nuevas necesidades se hace evidente.
Ante este reto, muchas instituciones como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) urgen a los países a duplicar la capacidad de las redes actuales de aquí a 2040 para así cumplir con los objetivos climáticos globales y evitar el colapso de las infraestructuras. Esta propuesta supondría prolongados periodos de desarrollo, inversiones cuantiosas y potenciales impactos ambientales adversos. De hecho, según una encuesta de EY Digital Transformation and Workforce Survety, el 94% de las compañías energéticas consideran un reto llevar a cabo implantaciones ágiles. En este sentido, el DLR emerge como una solución innovadora, ofreciendo una alternativa a la expansión física de la red.
Se trata de una tecnología que ajusta la capacidad de transporte de las líneas en tiempo real, basándose en las condiciones ambientales como la temperatura, el viento y la radiación solar. Este sistema ya se ha implementado con éxito en España de la mano de Redeia, Telefónica y Libelium, logrando monitorizar de manera precisa las condiciones meteorológicas y optimizando de forma notable el transporte de energía. El DLR permite, no solo reducir la cantidad de energía perdida durante su transmisión, sino también poder identificar períodos en los que es necesario realizar un ajuste a la baja para no poner en riesgo la infraestructura crítica, además de detectar eventos durante los cuales puede ser peligroso realizar tareas de mantenimiento, como por ejemplo, un temporal.
Gracias a este proyecto de implantación de DLR, Redeia calcula que podrá inyectar 200 GWh adicionales procedentes de energía renovable a la red eléctrica, lo que equivale al consumo de una ciudad como Ourense (64.000 hogares) y supone un ahorro de 50.000 toneladas de CO2. Este sistema es el que se utiliza actualmente en el proyecto mencionado y no se ha requerido la instalación de ninguna infraestructura adicional.
El DLR ajusta la capacidad de transporte de líneas en tiempo real, basándose en las condiciones ambientales
Esta tecnología permite un ajuste eficiente, tanto por encima como por debajo de la curva de inyección de energía, para poder adaptarse a los ciclos cambiantes de la demanda en base a la generación en el punto de origen. Además, permite ajustarlo al tipo de población a la que se da servicio: si es una zona residencial, la demanda se concentrará por las tardes y noches, mientras que los usuarios industriales tendrán mayor necesidad de energía durante el día.
Cabe destacar la importancia que adquiere el viento en relación a la capacidad de las líneas eléctricas en este enfoque, ya que actúa como un refrigerante natural que permite aumentar la cantidad de energía transmitida. Otro aspecto a subrayar es la posibilidad de generar predicciones de una gran precisión sobre las condiciones de la línea eléctrica, algo que supone una revolución en la gestión energética eficaz y eficiente. Estos pronósticos se obtienen en base a datos locales y se alimentan gracias a motores de inteligencia artificial.
Esta solución, además, se instala en las torres de transmisión sin llegar a entrar en contacto directo ni con los conductores ni con los sistemas de alimentación, lo que plantea una estrategia novedosa y sostenible. Este enfoque no solo promueve la eficiencia energética, sino también la integración efectiva de energías renovables, marcando un hito importante en el camino hacia una red eléctrica más limpia y sostenible.
La transición energética en España es un reflejo del compromiso global con la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. En este contexto, la tecnología juega un papel fundamental, no solo en la generación de energía limpia sino también en su distribución eficiente.