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Cogeneración en la industria: descarbonización con competitividad industrial
Que la energía es el factor determinante de la competitividad de nuestras industrias es una realidad indiscutible. Como lo es también que el mundo industrial está firmemente comprometido con el objetivo de la descarbonización en la tan traída y llevada transición energética. Descarbonización y competitividad no pueden ser ni excluyentes ni divergentes. Hay que lograr que nuestras empresas no se vean obligadas a perder competitividad cuando emprenden el camino a su descarbonización. Sin competitividad, ni habrá descarbonización ni tampoco habrá industria. La política energética y la industrial deben aunarse en la transición energética tomando como ejes centrales e inseparables la descarbonización y la competitividad, solo así alcanzaremos el objetivo de una descarbonización que no dañe la competitividad industrial.
La cogeneración lleva en España 30 años en los que ha evidenciado que es una herramienta eficaz para las industrias calorintensivas a las que aporta competitividad. Pero sus beneficios no solo apoyan a la industria, también alcanzan al sistema gasista, impulsando el crecimiento de las redes y su operación sosteniblemente. Y sus contribuciones son igualmente positivas para el sistema eléctrico, gracias a sus características de generación distribuida de proximidad, con garantía de potencia, síncrona y eficiente.
El Consejo de Europa ha acordado recientemente el paquete de medidas para la descarbonización de los mercados del gas y promover el hidrógeno, con Reglamentos y Directiva que establecen normas comunes para los mercados interiores del gas natural, gases renovables e hidrógeno. Europa abre así el camino para reemplazar a 2050 el 66% del gas natural actual por gases renovables e hipocarbónicos, un objetivo que afecta a las infraestructuras, mercados específicos y a la planificación integrada de los sistemas energéticos, que debe desarrollarse manteniendo la competitividad industrial y protegiendo a los consumidores para alcanzar la neutralidad climática.
En España, la cogeneración está preparada para ser una valiosa contribución a ese apasionante futuro de los sistemas energéticos descarbonizados. Nuestra tecnología alcanza al 20% del PIB industrial y emplea entre el 15-20% de la demanda de gas nacional, un 30-35% del total de la industria en sectores calorintensivos.
La cogeneración avanza y se sitúa en vanguardia. Uno de sus puntos claves es la espectacular flexibilidad lograda por el sector en los tres últimos años, toda una transformación en técnicas y gestión. En la actualidad, más del 80% del sector funciona de forma flexible, siendo capaz de regular y alternar en pocos minutos sus producciones energéticas de acuerdo a la variabilidad y volatilidad de los mercados energéticos, logrando que las industrias puedan optar por los vectores energéticos más competitivos en las diferentes horas y situaciones del año.
Asimismo, los fabricantes de equipos de cogeneración, de motores y turbinas, han logrado un impresionante desarrollo tecnológico para permitir mezclas variables de hidrógeno, biometano y otros combustibles, y adaptar equipos existentes y nuevos a los actuales entornos multienergéticos.
El valor como generación distribuida en los puntos de consumo y sus cercanías, implantada en todo el territorio nacional y con acceso a las redes, asegura un desarrollo geográfico y socialmente distribuido, al que suma su garantía de potencia síncrona y sus aportaciones a la operación, seguridad y calidad de suministro del sistema eléctrico.
La viabilidad de la captura del CO2 en las plantas de cogeneración para su uso como materia prima es ya una realidad. En sinergia con la producción de H2 renovable, el CO2 de la cogeneración está habilitado para la producción de combustibles líquidos y gaseosos renovables de origen no biológico (“RFNBO”), claves para descarbonizar industrias y transportes terrestres y marítimos.
La UE promueve la cogeneración con marcos de desarrollo en los diferentes Estados miembros. Los esquemas regulados en evolución aportarán mecanismos adicionales para impulsar la descarbonización y, a la vez, la competitividad.
Los fabricantes de equipos de cogeneración han logrado un impresionante desarrollo tecnológico
En España, las políticas de impulso a la producción, como las que se están desplegando con inversiones a gran escala para producir biometano e H2, deben complementarse con otras medidas que actúen sobre la demanda, y específicamente la demanda industrial. Para ello, la cogeneración es un instrumento óptimo que une producción y demanda industrial.
Alemania ha anunciado un nuevo esquema, pionero en Europa, de “Contratos Climáticos” para sus principales sectores industriales, mediante contratos bidireccionales de carbono por diferencia (CCfD) que compensan a las empresas por los costos adicionales de cambiar a procedimientos productivos climáticamente neutros. Esta propuesta aporta durante 15 años seguridad de precios (es decir, competitividad) y a la par descarbonización, lo que beneficia a las industrias en su transformación. Inicialmente destinarán 4.000 millones de euros. Es una medida para mantener la producción industrial en Alemania, pero con neutralidad climática. Nuevos esquemas con menor burocracia y mayor pragmatismo, empleando nuevos instrumentos más allá de una simple política industrial sobre los precios e impuestos de la energía.
Los cogeneradores españoles esperamos que se publique en abril la nueva metodología. Ese es el compromiso actual de la Administración tras inexplicables retrasos. Necesitamos ya el nuevo marco operativo, punto de partida para las subastas de 1.200 MW que conllevarán inversiones de 800 millones de euros en cogeneración y movilizará mayores inversiones de descarbonización en otras tecnologías y capacidades productivas en el sector energético e industrial.
La cogeneración supone garantizar producción industrial en España. Y no solo eso, sino que puede acrecentarla. Se logrará integrando tecnologías sin exclusiones, potenciando sinergias y dialogando para lograr marcos eficaces y a tiempo, favoreciendo la confianza entre la industria y el sector energético y logrando así desarrollar una potente economía industrial en la senda de la descarbonización, una descarbonización que se hará con competitividad y con eficiencia, con la industria, o no se hará.