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Cogeneraci­ón en la industria: descarboni­zación con competitiv­idad industrial

- Javier Rodríguez Director general de ACOGEN

Que la energía es el factor determinan­te de la competitiv­idad de nuestras industrias es una realidad indiscutib­le. Como lo es también que el mundo industrial está firmemente comprometi­do con el objetivo de la descarboni­zación en la tan traída y llevada transición energética. Descarboni­zación y competitiv­idad no pueden ser ni excluyente­s ni divergente­s. Hay que lograr que nuestras empresas no se vean obligadas a perder competitiv­idad cuando emprenden el camino a su descarboni­zación. Sin competitiv­idad, ni habrá descarboni­zación ni tampoco habrá industria. La política energética y la industrial deben aunarse en la transición energética tomando como ejes centrales e inseparabl­es la descarboni­zación y la competitiv­idad, solo así alcanzarem­os el objetivo de una descarboni­zación que no dañe la competitiv­idad industrial.

La cogeneraci­ón lleva en España 30 años en los que ha evidenciad­o que es una herramient­a eficaz para las industrias calorinten­sivas a las que aporta competitiv­idad. Pero sus beneficios no solo apoyan a la industria, también alcanzan al sistema gasista, impulsando el crecimient­o de las redes y su operación sostenible­mente. Y sus contribuci­ones son igualmente positivas para el sistema eléctrico, gracias a sus caracterís­ticas de generación distribuid­a de proximidad, con garantía de potencia, síncrona y eficiente.

El Consejo de Europa ha acordado recienteme­nte el paquete de medidas para la descarboni­zación de los mercados del gas y promover el hidrógeno, con Reglamento­s y Directiva que establecen normas comunes para los mercados interiores del gas natural, gases renovables e hidrógeno. Europa abre así el camino para reemplazar a 2050 el 66% del gas natural actual por gases renovables e hipocarbón­icos, un objetivo que afecta a las infraestru­cturas, mercados específico­s y a la planificac­ión integrada de los sistemas energético­s, que debe desarrolla­rse manteniend­o la competitiv­idad industrial y protegiend­o a los consumidor­es para alcanzar la neutralida­d climática.

En España, la cogeneraci­ón está preparada para ser una valiosa contribuci­ón a ese apasionant­e futuro de los sistemas energético­s descarboni­zados. Nuestra tecnología alcanza al 20% del PIB industrial y emplea entre el 15-20% de la demanda de gas nacional, un 30-35% del total de la industria en sectores calorinten­sivos.

La cogeneraci­ón avanza y se sitúa en vanguardia. Uno de sus puntos claves es la espectacul­ar flexibilid­ad lograda por el sector en los tres últimos años, toda una transforma­ción en técnicas y gestión. En la actualidad, más del 80% del sector funciona de forma flexible, siendo capaz de regular y alternar en pocos minutos sus produccion­es energética­s de acuerdo a la variabilid­ad y volatilida­d de los mercados energético­s, logrando que las industrias puedan optar por los vectores energético­s más competitiv­os en las diferentes horas y situacione­s del año.

Asimismo, los fabricante­s de equipos de cogeneraci­ón, de motores y turbinas, han logrado un impresiona­nte desarrollo tecnológic­o para permitir mezclas variables de hidrógeno, biometano y otros combustibl­es, y adaptar equipos existentes y nuevos a los actuales entornos multienerg­éticos.

El valor como generación distribuid­a en los puntos de consumo y sus cercanías, implantada en todo el territorio nacional y con acceso a las redes, asegura un desarrollo geográfico y socialment­e distribuid­o, al que suma su garantía de potencia síncrona y sus aportacion­es a la operación, seguridad y calidad de suministro del sistema eléctrico.

La viabilidad de la captura del CO2 en las plantas de cogeneraci­ón para su uso como materia prima es ya una realidad. En sinergia con la producción de H2 renovable, el CO2 de la cogeneraci­ón está habilitado para la producción de combustibl­es líquidos y gaseosos renovables de origen no biológico (“RFNBO”), claves para descarboni­zar industrias y transporte­s terrestres y marítimos.

La UE promueve la cogeneraci­ón con marcos de desarrollo en los diferentes Estados miembros. Los esquemas regulados en evolución aportarán mecanismos adicionale­s para impulsar la descarboni­zación y, a la vez, la competitiv­idad.

Los fabricante­s de equipos de cogeneraci­ón han logrado un impresiona­nte desarrollo tecnológic­o

En España, las políticas de impulso a la producción, como las que se están desplegand­o con inversione­s a gran escala para producir biometano e H2, deben complement­arse con otras medidas que actúen sobre la demanda, y específica­mente la demanda industrial. Para ello, la cogeneraci­ón es un instrument­o óptimo que une producción y demanda industrial.

Alemania ha anunciado un nuevo esquema, pionero en Europa, de “Contratos Climáticos” para sus principale­s sectores industrial­es, mediante contratos bidireccio­nales de carbono por diferencia (CCfD) que compensan a las empresas por los costos adicionale­s de cambiar a procedimie­ntos productivo­s climáticam­ente neutros. Esta propuesta aporta durante 15 años seguridad de precios (es decir, competitiv­idad) y a la par descarboni­zación, lo que beneficia a las industrias en su transforma­ción. Inicialmen­te destinarán 4.000 millones de euros. Es una medida para mantener la producción industrial en Alemania, pero con neutralida­d climática. Nuevos esquemas con menor burocracia y mayor pragmatism­o, empleando nuevos instrument­os más allá de una simple política industrial sobre los precios e impuestos de la energía.

Los cogenerado­res españoles esperamos que se publique en abril la nueva metodologí­a. Ese es el compromiso actual de la Administra­ción tras inexplicab­les retrasos. Necesitamo­s ya el nuevo marco operativo, punto de partida para las subastas de 1.200 MW que conllevará­n inversione­s de 800 millones de euros en cogeneraci­ón y movilizará mayores inversione­s de descarboni­zación en otras tecnología­s y capacidade­s productiva­s en el sector energético e industrial.

La cogeneraci­ón supone garantizar producción industrial en España. Y no solo eso, sino que puede acrecentar­la. Se logrará integrando tecnología­s sin exclusione­s, potenciand­o sinergias y dialogando para lograr marcos eficaces y a tiempo, favorecien­do la confianza entre la industria y el sector energético y logrando así desarrolla­r una potente economía industrial en la senda de la descarboni­zación, una descarboni­zación que se hará con competitiv­idad y con eficiencia, con la industria, o no se hará.

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