El Economista - Franquicias y Emprendedores
Gil Stauffer: 110 años de mudanzas y guardamuebles
La compañía centrará su estrategia de 2015 en reforzar el peso de sus filiales internacionales
La compañía de mudanzas, guardamuebles y transporte de obras de arte quiere dinamizar la actividad de sus delegaciones internacionales en 2015, un ejercicio en el que cumplirá 110 años en España donde el 90 por ciento de su red opera en franquicias
Faltan tan sólo unos días para que Gil Stauffer, nacida en 1905 en el madrileño barrio de Ventas, cumpla 110 años de historia en el mercado español. Más de un siglo con el que esta compañía, de capital 100 por cien español y especializada en mudanzas -nacionales e internacionales-, servicios de guardamuebles y transporte de obras de arte, se ha convertido en testigo indiscutible de la historia reciente de nuestro país.
Ahora, a punto de cumplir este aniversario y con el 88 por ciento de su red española operando en régimen de franquicia -de sus 17 establecimientos, 15 son franquiciados y dos propios-, la firma está decidida a dinamizar su actividad internacional, apostando de nuevo por sus delegaciones extranjeras. Delegaciones que puso en marcha justo antes de que estallase la crisis económica que lleva atenazando a la economía nacional desde el año 2008 y que están ubicadas en las ciudades de Bruselas, Coimbra, Lisboa, Londres, Moscú y París.
Además de fortalecer su presencia en el extranjero, Gil Stauffer pretende celebrar su 110 cumpleaños en España con un nuevo empuje a su actividad, aprovechando el tirón que supone el cambio de sede o la reagrupación en un solo edificio que muchas empresas españolas están llevando a cabo.
“En estos momentos se está produciendo un movimiento en el sector de las mudanzas, provocado por la crisis, consistente en el cambio generalizado de ubicación de las empresas españolas que, buscando un mejor ratio de precio del alquiler se mudan a diferentes instalaciones unificando, en muchos casos, diversos centros de trabajo en uno sólo”, sostiene José Luis López, presidente de Gil Stauffer.
Sacar partido a ese cambio es, junto al hecho de seguir invirtiendo en imagen y en activos, la estrategia por la que Gil Stauffer ha apostado para ampliar su hueco en su sector y en el mercado nacional.
Un mercado se abrió al sistema de franquicias precisamente en la crisis anterior a la actual, la de 1993. Fue en aquel año cuando Gil Stauffer cambió de rumbo.
Ahora, 21 años más tarde, la compañía pide una inversión inicial de 90.000 euros a sus franquiciados.
Una cuantía con la que han de cubrir los costes del local, de unos 300 metros cuadrados, más oficina, en los que Gil Stauffer guarda y acumula los muebles de sus clientes; el vehículo -camión- con el que lleva a cabo las mudanzas y transporta las obras de arte que le requieren; y el personal que esa franquicia necesita para echar a rodar.
Además de esa inversión, en la que ya están incluidos los 30.000 euros del canon de entrada, Gil Stauffer pide a sus franquiciados un royalty mensual del 5 por ciento de su facturación, firmar un contrato de cinco años, prorrogable, y establecerse en ciudades que sean capitales de provincia.
El histórico de Gil Satuffer muestra que de esas ciudades, Alicante fue la primera que acogió una franquicia de la firma en 1993.
Aesa ciudad levantina le siguieron muchas otras capitales de provincia como Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Zaragoza, Valencia, Mallorca, Coruña, Tarragona, Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria o Málaga.