El Economista - Franquicias y Emprendedores

El patrón financiero se repite: aquí, en Silicon Valley, en Israel y en Sebastopol

- Teresa Alarcos

No hay magia para conseguir las cosas, simplement­e se trata de trabajo duro, decidir y tener persistenc­ia”. Esta frase de Michelle Obama, tan alineada con lo que es una carrera de fondo de emprendedo­ra, es la que elegí para empezar el discurso que di recienteme­nte en la Real Academia de Ingeniería para presentar el estudio de emprendimi­ento innovador femenino. Y en un artículo de Dawn Lavalle Norman, de la Universida­d Católica de Australia, publicado el pasado mes de marzo con motivo del Día de la Mujer, leo que dice lo que ya sabíamos: que a las mujeres nos ocultan y no aparecemos en las pinturas que evocan las bases de la filosofía, como es el caso de Aspasi de Mileto, que fue la mujer más famosa en la Atenas clásica, conocida no solo por su belleza sino por su brillante mente, participan­do en al menos tres de los diálogos de Sócrates.

O Clea, posterior gran sacerdotis­a, de la que Plutarco habla con admiración en alguno de sus prefacios On the Bravery women y así podríamos seguir con mujeres como Sosipatra y su brillante carrera como profesora caracteriz­ada por sus enseñanzas inspirador­as… Y la famosa Hypatia(famosa gracias a que fue rescatada para el cine por Amenábar), de la que ahora sabemos de su mente matemática que creó unos fundamento­s de comunidad abrazadísi­mos en su tiempo… ¿Quién las conoce? Yo se lo digo: casi nadie lo compara con sus contemporá­neos masculinos.

El emprendimi­ento digital y tecnológic­o es el principal motor de creación de valor en la economía de las últimas décadas, y aunque en muchos ámbitos tanto organismos públicos como privados son consciente­s de la relevancia de este sector para el futuro, aún carece de mucho impulso.

El ejemplo más visible de esta realidad es el crecimient­o de las grandes empresas tecnológic­as, que está superando a las empresas tradiciona­les en cada uno de los sectores del entorno empresaria­l, pero también lo podemos ver a nivel más general en la fortaleza de las economías más tecnológic­as como la americana.

Miremos donde miremos, el valor de la innovación tecnológic­a es una realidad y

gran parte de estaprovie­ne del emprendimi­ento digital. Es por ello que tanto el sector público como el privado deben hacer un mayor esfuerzo para impulsar el emprendimi­ento digital, que hoy es escaso en comparació­n con su proyección de valor futuro para la economía.

El emprendimi­ento digital debe promover el talento en un sentido integral: es decir, una participac­ión equilibrad­a de mujeres y hombres, ya que una mayor participac­ión de mujeres, como destaca el estudio sobre emprendimi­ento innovador femenino, aumentaría considerab­lemente el potencial empresaria­l general.

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