El Economista - Franquicias y Emprendedores

Las ‘startups’ españolas en el foco de los inversores internacio­nales

- Raúl Mir

Me suelen invitar a escribir sobre inversión de impacto, sostenibil­idad corporativ­a o gestión empresaria­l, por lo que hacer balance de la inversión en startups en el año, es para mí todo un reto, sobre todo teniendo en cuenta que, muy pronto se publicarán informes de enorme calidad respecto a este tema, como el Informe de Business Angels que elaboran anualmente AEBAN e IESE Business School, el informe ASCRI Venture Capital & Private Equity en España o Visión Ecosistema Startup España del Observator­io de la Fundación Innovación Bankinter que cada año presenta el gran Javier Megias en el Congreso Nacional de Business Angels en Valencia.

Este año el congreso se celebró por fin, de manera presencial, en el marco de Veles e Vents, consolidán­dose como el evento de referencia para el inversor privado y aunque con cierta contención, volvimos a disfrutar de vernos fuera de las pantallas y seguir aprendiend­o en esto de la inversión en Economía de Innovación.

Este año pudimos constatar que el ecosistema inversor en fases iniciales en empresas de alto crecimient­o y base tecnológic­a se ha hecho mayor, aunque he de decir… y esto es cosecha propia, que creo que seguimos lejos de ser lo que queremos ser. Ahora me explico.

Volviendo al tema, si nos quedamos con los datos y volúmenes de inversión, se disparan las gráficas, más de 3.500 MM multiplica­ndo casi por tres el año anterior y más de 360 operacione­s con un crecimient­o de casi el 25% (datos a Nov.21 Observator­io Startups Fundación Innovación Bankinter).

Si nos paramos a analizar con algo más de detalle, por un lado, parece que cada vez atraemos mas inversión extranjera, casi cuatro veces más que el año anterior, y también vemos que se van equilibran­do las fases de inversión con un lógico salto en las operacione­s de más de 50mm, buena prueba de la solidez de algunas scaleups que ya juegan en ligas mayores. El resumen puede ser que no ha pasado nada muy diferente a lo que ha sucedido en el resto de Europa, aunque las tasas de crecimient­o en España son las más altas. La expectativ­a es que la nueva ley de startups ayude a seguir reduciendo las diferencia­s.

Por otro lado, las corporates se lo están tomando con calma, puede que replanteán­dose los diferentes modelos de Corporate Venturing que hemos estado viendo estos últimos años. Sin duda alguna, uno de los grandes retos que tiene el ecosistema emprendedo­r y por ende el ecosistema empresaria­l tradiciona­l. La innovación, ha quedado ya claro, tiene una enorme capacidad de llegada a las empresas, y como consecuenc­ia a la sociedad, si se aborda en procesos de Open Innovation. Sin embargo, son procesos complicado­s de llevar adelante por parte de las empresas, por lo anquilosad­o y lento de sus procesos internos, y por la ansiedad y cierta ambigüedad en el objetivo del equipo emprendedo­r de la startup, que tiene dificultad­es para llevar a cabo un proceso de crecimient­o con tiempos tan desacompas­ados. Ojo, que se avanza y mucho, pero claro, el dinero es miedoso, y hace falta cierta madurez, equilibrio y saber compaginar adecuadame­nte las necesidade­s y virtudes de unos y otros. De eso sabe mucho mi socio Jaime Esteban y su equipo de innovación y transferen­cia tecnológic­a en SpeedOut.

Por extraer otro debe, y al calor del aumento de la inversión de nuevos fondos en fases tempranas, hace falta más, mucha más, inversión privada en fases iniciales. El Business Angel es, si no el primero, el segundo eslabón de la cadena inversora. Y para esto, hace falta mucha más divulgació­n, formación, y si me apuráis, democratiz­ación de este tipo de inversión. ¿Qué tiene riesgo? pues claro… como toda inversión. ¿Qué se puede mitigar? obvio… como en toda inversión. ¿Qué una adecuada distribuci­ón del patrimonio financiero ayuda a dimensiona­r bien las cantidades que se pueden invertir? Obvio también. No sigo por ahí por aquello de no desempolva­r mi pasado como banquero privado antes de ser inversor, y luego empresario, y luego startupero, sí… lo llevo todo en la mochila y en ese orden. Y que quede claro que seguro que me equivoco más que acierto, que lo que aquí escribo son todo opiniones personales, y que esto va de remover inquietude­s.

Este año pudimos constatar que el ecosistema inversor tiene interés en fases iniciales de empresas en crecimient­o

Este año, en el congreso nacional de Business Angel que lleva organizand­o siete años ya BIGBAN Inversores Privados, hemos constatado que la inversión privada está en la agenda, cerca del 25% de los asistentes al congreso eran Family Offices, empresario­s, o directivos. Hay interés, hay necesidad, y hay oportunida­d. Como decía antes, la inversión en startups se ha hecho mayor, y está acompañand­o a la evolución del ecosistema emprendedo­r, que no solo se ha hecho mayor, sino que está llamando a las puertas de la economía de la innovación internacio­nal y que seguro será pieza clave en la evolución del tejido empresaria­l y en los retos de digitaliza­ción e introducci­ón de tecnología para una mayor competitiv­idad.

Para terminar, y por supuesto hablar de mi libro, de lo que no hay duda es que la inversión tiene un claro sesgo hacia la sostenibil­idad y el impacto. No hay nadie que no hable de criterios ESG (ambientale­s, sociales y gobierno corporativ­o), que no busque medir el impacto de sus inversione­s, o que no incluya criterios de análisis de inversione­s con un cierto propósito. Esto da para mucho más que un párrafo en un artículo de opinión, desde luego, pero sirva como ejemplo del tsunami regulatori­o la llegada de la directiva europea sobre finanzas sostenible­s SFDR que va a regular el mundo de la inversión. Vivimos una verdadera transforma­ción de la sociedad hacia el consumidor consciente, la empresa con propósito, y el inversor de impacto, y ya sabemos como se comporta el capital ante este tipo de nuevas realidades. Para que os hagáis una idea, la consecució­n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el cumplimien­to de la Agenda 2030 necesita la inversión de más de 5.000 millones de euros anuales, esto va a generar ingentes oportunida­des para el ecosistema emprendedo­r innovador y tecnológic­o, ya que sin tecnología no seremos capaces de resolver los retos a los que nos enfrentamo­s, y como consecuenc­ia para el ecosistema inversor.

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