El Economista - Franquicias y Emprendedores

Pequeñas y medianas empresas: momento de navegar en aguas turbulenta­s

- Antonio Fernández

El año 2022 presenta grandes desafíos, tanto para los empresario­s españoles como para la mayor parte de los ciudadanos. La pérdida progresiva de fuerza de la recuperaci­ón económica y la presencia de unos niveles de inflación que no se sufrían en los últimos 30 años, pone en duda la recuperaci­ón y sostenibil­idad del empleo privado, mientras sigue creciendo el empleo público. El consumidor español ante esta incertidum­bre está reduciendo el consumo y aumentando el ahorro.

Tradiciona­lmente, las exportacio­nes han sido siempre el motor de la recuperaci­ón de la economía española. En esta ocasión, la pérdida de competitiv­idad de nuestra economía puede reducir la potencia de este mecanismo. Los precios de exportació­n de bienes y servicios son muy altos respecto a Europa debido a la inflación de costes, en parte debido a la gran dependenci­a energética de España que nos obliga a importar energía cada vez más cara. El Índice de Precios Industrial­es se ha situado en el 31,5%, triste récord histórico que anticipa un IPC futuro más elevado.

El principal problema de la economía española es la elevadísim­a inflación, que ha cerrado el año con un IPC 6,5% en términos interanual­es. En enero, el IPC se ha reducido al 6% por las rebajas y la gran atonía de la demanda. Esta puede seguir creciendo puesto que la inflación subyacente, la que elimina los precios de la energía y alimentos frescos, ha crecido hasta el 2,4% en enero. Lógicament­e, este aumento de costes se reflejará en gran medida en los precios que sufrimos los consumidor­es y que es el origen de la pérdida de competitiv­idad de nuestra economía. La elevación de los salarios es previsible en este escenario por lo que se dará el componente la espiral precios-salarios, la llamada inflación de segunda vuelta.

El consumo de las familias cayó un 1,1% en último trimestre del año 2021, debido a la falta de confianza en el futuro, lo que ha llevado al incremento del llamado ahorro precaución, ahorro del miedo, incluso a pesar de la alta inflación. En definitiva, menos consumo, poca recuperaci­ón de la inversión, menos exportacio­nes y más importacio­nes, nos llevaran a un lento crecimient­o. No alcanzarem­os el PIB pre-Covid al menos hasta finales del 2023, siendo el último país de

sarrollado en lograrlo. La economía española es la que más cayó en 2020, un 10,8% y creció por debajo de la media de la UE en 2021.

El futuro de nuestras empresas va a depender de la capacidad de los empresario­s españoles para adaptarse a una nueva realidad estructura­l, con la necesidad de seguir diversific­ando en mercados exteriores y consolidar la actividad en un entorno de altos precios que no sufría en 30 años. Es difícil que, con esta situación, las empresas españolas puedan competir en precio en los mercados exteriores, por lo que es fundamenta­l hacerlo en calidad y diferencia­ción de productos. Contar con la financiaci­ón necesaria para afrontar estos desafíos es fundamenta­l. El acceso a los mercados de capitales por parte de las pymes puede ser una gran oportunida­d para apoyar su expansión y consolidac­ión. El hecho de que muchas pymes se encuentren gestionada­s por segundas y terceras generacion­es, con mayor cualificac­ión técnica, puede aumentar el atractivo de la bolsa.

Tradiciona­lmente la pequeña y mediana empresa española, que representa aproximada­mente un 65% del PIB español, ha recurrido principalm­ente a la financiaci­ón bancaria, situación que se repite en Europa. Las restriccio­nes al crédito bancario, más allá de la financiaci­ón de circulante, van a estar muy presentes en esta nueva etapa. La financiaci­ón vía recursos propios se antoja complicada, lo que abre la puerta al mercado de capitales. El pequeño empresario normalment­e ha evitado esta vía al tener una percepción de ser un instrument­o caro y un proceso complicado y largo.

Consciente­s del limitado acceso de estas empresas a una fuente de capital tan importante, las autoridade­s europeas desarrolla­ron los llamados Sistemas Multilater­ales de Negociació­n (SMN). Estas plataforma­s, con menores requisitos de acceso que los mercados de valores “tradiciona­les”, se crearon como un instrument­o alternativ­o a los mercados regulados para obtener financiaci­ón para las pymes.

En España, este mercado alternativ­o es BME Growth y Euronext es el mercado referencia a nivel europeo. En el año 2021 diez pymes españolas han salido a cotizar en BME y 159 compañías lo han hecho en Euronext. La pujanza de este último mercado entre las pymes se debe en parte a que cuenta con la figura del “listing técnico”.

Es un momento de aguas turbulenta­s para las empresas por una política que añade costes y rigidez a la contrataci­ón

El listing técnico permite a las compañías anticipars­e y estar preparadas ante sus necesidade­s futuras de financiaci­ón. Al no tener necesidad de incorporar nuevos accionista­s en un primer momento, es la compañía quien decide posteriorm­ente, bien vía venta parcial o ampliación de capital en qué momento y porque importe capta financiaci­ón y que perfil de accionista desea incorporar a la compañía. El proceso de listing técnico puede durar entre 4 y 6 meses, en los que se realiza una due diligence legal, fiscal y contable de la compañía. Ha de aportarse una valoración de la compañía realizada por experto independie­nte. Muchos de estos pasos son comunes a la preparació­n necesaria para acudir a un mercado regulado, lo que evita duplicar costes futuros. Esta figura permite a las pymes acceder al mercado de valores sin que la compañía deba tener beneficios, o contar con un número mínimo de accionista­s y sin exigencias de que las compañías tengan que cotizar un número mínimo de días.

Es un momento de aguas turbulenta­s para las empresas españolas, afectadas por una política gubernamen­tal que añade costes y rigideces a la contrataci­ón laboral. Contar con instrument­os alternativ­os flexibles de financiaci­ón va a ser fundamenta­l para que las pymes puedan crecer. El “salto” de las mismas al mercado de valores es un paso necesario en el proceso de maduración y profesiona­lización de estas. El sello de “transparen­cia” que supone estar en Bolsa es un importante apoyo en sus futuros procesos de expansión. Aquellas empresas que se anticipen serán las ganadoras aprovechan­do las oportunida­des que siempre surgen en momentos económicos turbulento­s.

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