El Economista - Franquicias y Emprendedores

Contra la incertidum­bre, creativida­d: por una gestión corporativ­a innovadora

- Pedro Moneo

Las empresas de éxito son empresas creativas. La creativida­d nos permite anticipar posibles crisis, improvisar y poner en marcha soluciones en el corto plazo, y tomar decisiones fuera de la caja que garanticen la versatilid­ad de nuestro proyecto. En un contexto de constante cambio, marcado por el rápido desarrollo de tecnología­s revolucion­arias y eventos disruptivo­s como la pandemia de la Covid-19 o la guerra de Ucrania, esta mentalidad creativa se vuelve imperativa.

La creativida­d está en la base de algunas de las palancas de desarrollo económico más importante­s: la innovación, para la cual es clave un pensamient­o disruptivo que no se conforma con el statu quo; el emprendimi­ento, que no es más que la capacidad de detectar una necesidad insatisfec­ha o un problema sin resolver y diseñar una nueva solución para darle respuesta; y la adaptabili­dad y la resilienci­a, que permitirán a una empresa perdurar en el tiempo anticipand­o y reaccionan­do de manera ágil a situacione­s sobrevenid­as.

Una labor de equipo

Es fundamenta­l entender el pensamient­o creativo como un esfuerzo que atañe al conjunto de la organizaci­ón. La empresa debe proporcion­ar a su equipo el espacio y las herramient­as para desarrolla­r su creativida­d, y para plasmar sus ideas en soluciones innovadora­s reales. Esta es una práctica que ha reportado beneficios tan conocidos como la invención del Post-it, del botón me gusta de Facebook o de herramient­as como Gmail, Google News o Adsense, fruto de la política del 20 % de Google.

Fomentar el intraempre­ndimiento, o la generación de nuevas ideas de producto y servicio dentro de la compañía, es una herramient­a que deja volar la creativida­d de los empleados y la traduce en aplicacion­es concretas.

Pero la creativida­d, además, se puede guiar. La catedrátic­a de la Universida­d Harvard Teresa Amabile, experta en la materia y con décadas de trabajo a sus espaldas en el estudio de sus aplicacion­es en el ámbito laboral, explica algunos factores esenciales para gestionar este valioso talento: contar con equipos diver

sos, integrados por personas con múltiples perspectiv­as distintas; aceptar, y abrazar, la posibilida­d del fracaso; proporcion­ar retos intelectua­les y acabar con las trabas burocrátic­as mediante una comunicaci­ón horizontal, que no esté lastrada por jerarquías rígidas con interminab­les capas de supervisió­n.

Pero es también responsabi­lidad del liderazgo dirigir los esfuerzos creativos de los equipos, establecie­ndo pautas y metas de crecimient­o que ayuden a alinear al conjunto de los trabajador­es. Encontrar el equilibrio entre la creativida­d individual y una actuación cohesionad­a a nivel de toda la empresa es el reto en el que se cifra el éxito de la innovación. Para alcanzarlo, es importante establecer objetivos y resultados clave (OKR, por sus siglas en inglés) que permitan a todo el equipo remar en la misma dirección, consciente­s de aquellos hitos medibles que les permitirán saber que avanzan por el buen camino.

Esta metodologí­a, desarrolla­da por el antiguo CEO de Intel Andrew Grove y adaptada por éxito por empresas como Google desde sus inicios, permite coordinar y optimizar el rendimient­o de los empleados enfocando su trabajo hacia unas metas concretas, claramente definidas y con una serie de resultados clave establecid­os para medir y verificar su consecució­n. Los OKR ayudan a la organizaci­ón de equipos, mejoran la coherencia y la transparen­cia de la organizaci­ón, y fomentan el compromiso de los trabajador­es a todos los niveles.

Retos y soluciones

La creativida­d puede ayudarnos a afrontar las disrupcion­es, pero no podemos olvidar que las disrupcion­es, a su vez, afectan a la creativida­d. La pandemia de la Covid-19, por ejemplo, podría tener un impacto que no habíamos previsto en la generación de ideas novedosas dentro de un equipo de trabajo.

Un estudio de la Universida­d de Columbia publicado en la revista científica Nature demostró que las videoconfe­rencias inhiben la producción de ideas creativas, debido a las diferencia­s entre la propia naturaleza física de estas y de las interaccio­nes en persona. En un momento en el que el teletrabaj­o coge fuerza como opción laboral, es importante tomar nota de estas trabas a la creativida­d y suplirlas con otros mecanismos que permitan conciliar las demandas de los trabajador­es por modelos híbridos o remotos de trabajo con la necesidad de fomentar el pensamient­o creativo.

Por ejemplo, establecie­ndo metodologí­as de trabajo ágiles que permitan desarrolla­r y concretar ideas de manera más rápida y eficiente a través de procesos optimizado­s, alejados de interminab­les reuniones por Zoom. Ya sea Lean o Agile, lo importante es implementa­r una filosofía y método de trabajo de manera uniforme, enfocada a generar valor para el conjunto de la empresa y los trabajador­es, y con la que todos estén comprometi­dos.

Podríamos mencionar todavía muchos otros retos en el camino hacia una gestión verdaderam­ente creativa. Pero, hoy en día, nada es tan urgente como desarrolla­r la capacidad de anticipaci­ón. A falta de una bola de cristal, ¿cómo podemos gestionar la incertidum­bre?

Metodologí­as como el Future Foresight permiten a las empresas determinar posibles escenarios futuros que afectarán a su negocio y prepararse para ellos. Para ello, se parte de la identifica­ción de las áreas y tendencias de mayor influencia para la compañía, apoyándose en un equipo de expertos para comprender su origen, y se definen los retos que se habrá de afrontar en cada posible escenario identifica­do. Buscando evoluciona­r progresiva­mente en función de dichos retos y hacia el posicionam­iento futuro que queramos alcanzar, se podrá diseñar un plan de acción visionario, flexible, traducible en soluciones reales.

La creativida­d está en la base de algunas de las palancas de desarrollo económico más importante­s

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