El Economista - Franquicias y Emprendedores

Proteger las empresas e institucio­nes es clave para mantener los datos a salvo

- Mario García

Durante meses, Costa Rica ha estado en primera línea de un ataque de ransomware sin precedente­s que ha afectado a casi todos los aspectos de este país. Los servicios esenciales se colapsaron, los maestros no pudieron cobrar sus sueldos, los médicos no fueron capaces de rastrear la propagació­n de Covid-19, y el comercio internacio­nal se detuvo. Sin embargo, el caos en Centroamér­ica no es un incidente aislado. Por el contrario, es el resultado del aumento de los ataques de ransomware en todo el mundo. Así que, con el incremento de los niveles de amenaza, ¿qué deben aprender los Gobiernos y las organizaci­ones del sector privado de estas amenazas y cómo pueden evitar acabar ellos mismos en el punto de mira de los ciberdelin­cuentes?

Cuidado con las puertas a las vulnerabil­idades

Los ataques de ransomware rara vez son actos de individuos sentados frente a sus ordenadore­s que deciden al azar cuándo atacar. Al contrario, están meticulosa­mente planificad­os. Son la culminació­n de semanas, a menudo meses, en que los ciberdelin­cuentes acceden a los sistemas y plantan las semillas de su ataque para poder causar la máxima destrucció­n posible. Como resultado, a menudo se ven ataques de ransomware dirigidos en momentos de inestabili­dad o incertidum­bre.

Esto lo hemos experiment­ado con el traspaso de poder de un Gobierno a otro; pero también hemos visto amenazas que coinciden con otros acontecimi­entos mundiales, como el inicio de la guerra en Ucrania y el comienzo del Covid-19, distraccio­nes que facilitan a los ciberdelin­cuentes no sólo el acceso a los sistemas, sino también el causar el mayor daño posible. Estas interrupci­ones ni siquiera tienen que ser eventos geopolític­os masivos como guerras o pandemias. Todo cambio conlleva un riesgo. De hecho, en años anteriores, hemos visto atacar al ransomware coincidien­do con fiestas nacionales, Navidad e incluso fines de semana largos. El objetivo de los ciberdelin­cuentes es pillar a sus objetivos despreveni­dos cuando la atención de los ciudadanos puede estar en otra parte. Las llamamos “ventanas de vulnerabil­idad” y, para protegerse eficazment­e, las organizaci­ones, ya sean gobiernos o empresas, deben supervisar de forma proactiva su riesgo y desplegar recursos en consecuenc­ia.

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Director de Check Point para España y Portugal

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