El Economista - Franquicias y Emprendedores
Las subidas del SMI desde 2018 han evitado crear 164.000 empleos
Un nuevo incremento del SMI supondría el 70% de la remuneración media en la pyme. La productividad de las pymes se sitúa en el mismo nivel que en 2015
El Gobierno prepara una nueva subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para el inicio del nuevo año,. Desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno en 2018, la cuantía del salario mínimo se ha incrementado un 52,6%, desde 707,7 euros mensuales hasta los 1.080 en 2023, que podrían incluso situarse en 1.135 si se eleva en un 5% adicional. Este incremento equivaldría al 61% del salario promedio neto de jornada completa. Según el último informe de la patronal Cepyme Repercusión de la subida del SMI en la pyme española, las subidas continuadas han impedido la creación de unos 163.000 empleos en el tejido productivo.
Hasta 2018, los empleados en labores tanto elementales como no elementales mostraban un crecimiento simultáneo, aproximadamente un 13% en los cinco años previos. Sin embargo, a partir de entonces, con el aumento significativo del SMI, el número de empleados en tareas elementales creció aproximadamente un tercio en comparación con el crecimiento del resto de los empleados (3,2% frente a 9,7%, respectivamente, entre el tercer trimestre de 2018 y 2023). Si el crecimiento hubiera seguido al mismo ritmo, habría alrededor de 163,000 personas más empleadas en la actualidad. La falta de creación de estos empleos afecta específicamente a ciertos grupos: jóvenes y personas sin experiencia y/o capacitación laboral.
Los más perjudicados por el alza
Desde Cepyme destacan que un salario mínimo uniforme tiene repercusiones diferentes según el tamaño de la empresa. Las empresas más pequeñas, al operar con una productividad menor y pagar salarios más bajos, experimentan una carga proporcionalmente mayor. En el caso de las pequeñas empresas, que representan el 99% del total en España, el salario mínimo neto equivale aproximadamente al 70% del salario medio neto para jornada completa. Esta carga es significativa y puede amenazar la sostenibilidad de estas empresas, lo que a su vez pone en riesgo los empleos que generan. Es crucial considerar cómo la aplicación de un salario mínimo uniforme afecta de manera desproporcionada a las empresas más pequeñas, ya que su capacidad para absorber ese costo puede ser limitada y puede tener repercusiones en su viabilidad económica y en la estabilidad del empleo que ofrecen.
El costo salarial mínimo mensual, al considerar aspectos como las dos pagas extraordinarias, las cotizaciones sociales a cargo del empleador y el Mecanismo de Equidad Intergeneracional con incrementos anuales hasta 2029, se estima entre 1,740 euros y 1,824 euros, dependiendo del tipo de cotización por accidentes de trabajo. El costo salarial efectivo por mes de trabajo, considerando también las vacaciones, se encuentra en un rango de entre 1,898 euros y 1,990 euros, según los datos de la patronal.
Esto significa que el costo salarial efectivo mensual es entre un 67% y un 75% más alto que la cifra conocida del salario mínimo. Estos datos reflejan cómo el costo real para los empleadores supera significativamente la cantidad del salario mínimo que se suele mencionar, ya que abarca una serie de componentes adicionales y obligaciones que incrementan el costo total de emplear a una persona, yendo más allá del simple salario base.
La productividad no acompaña
Las subidas del SMI no han estado en consonancia con mejoras en la productividad, sino todo lo contrario. En España, la productividad ha experimentado una disminución del 3,8%, la más pronunciada entre los países más avanzados, los cuales registraron un incremento promedio del 4,6%. Además, la productividad de las pequeñas y medianas empresas se mantiene en niveles similares a los de 2015 y está un 9,6% por debajo de los niveles registrados en 2009.
En el mismo período en el que la productividad de la economía española ha mostrado esta caída, el SMI ha aumentado un 46,8%. Este incremento incluso supera la evolución de los precios, situándose 30 puntos porcentuales por encima de la tasa de inflación. Esta discrepancia entre el crecimiento del salario mínimo y la evolución de la productividad económica plantea desafíos en términos de equilibrio económico y generación de empleo, ya que los aumentos salariales no están respaldados por mejoras correspondientes en la productividad laboral.
Las recientes alzas en el salario mínimo han tenido un impacto significativo en la estructura salarial de muchas empresas. Cepyme ha observado un desplazamiento hacia arriba en las tablas salariales de numerosas compañías, afectando principalmente a los tramos salariales más bajos. Estos aumentos también han influido en las negociaciones colectivas, volviendo obsoletos varios convenios en vigor y afectando a muchas de las aproximadamente 4.500 mesas de negociación colectiva presentes en España.
Para la patronal, el panorama actual refleja una mayor uniformidad en los salarios a nivel nacional, sin considerar la productividad específica de cada territorio, sector o tamaño de empresa. La productividad en las pymes es menos de la mitad en comparación con las empresas que tienen más de 250 empleados. Esta disparidad es aún mayor en ciertos sectores y regiones. Por lo tanto, cualquier incremento en el salario mínimo afecta de manera diferente los márgenes y la rentabilidad de las empresas, impactando de manera más significativa en aquellas más pequeñas.