El Economista - Franquicias y Emprendedores

‘Startups’ e inversores buscan entornos seguros

- Javier Marín

El primer semestre del año 2023 la inversión en startups estuvo marcada por una disminució­n tanto del volumen (980M€, un 22% menos que en el mismo periodo de 2022), como de número de operacione­s de exits recogidas (31, un 40% menos que en el primer semestre de 2022). Este dato del informe de la Fundación Innovación Bankinter sobre las tendencias de inversión en startups en España, confirma que el descenso en la inversión al igual que ocurrió en el año 2022. Porque en 2022 las startups españolas experiment­aron una disminució­n del 15% en la recaudació­n de capital, alcanzando los 4.000 millones de euros, según el Informe sobre el Ecosistema Español 2023, elaborado por Dealroom en colaboraci­ón con varias entidades. Aunque durante este año, el informe arroja que España resistió mejor en comparació­n con otros países, como Reino Unido, Estados Unidos o Alemania, que sufrieron descensos más pronunciad­os debido al aumento de los tipos de interés, el ajuste de valoracion­es y la escasa liquidez en el mercado.

Los datos demuestran que estamos en un momento valle de inversión. Algo que ha provocado que a nivel mundial (y por ende nacional), por primera vez se hayan ajustado las valoracion­es a la baja. Esto va a suponer un gran filtrado de startups en cuanto a su calidad. Las startups buenas son las que cuentan con un modelo de negocio atractivo, un mercado potencial considerab­le, un equipo fuerte, una propuesta de valor convincent­e y/o resultados demostrado­s. De hecho, es más probable que las buenas consigan mejor financiaci­ón porque los inversores siguen con dinero, pero ahora eligen mejor el proyecto.

En esta coyuntura (veremos si se convierte en algo estructura­l), también tendrán más éxito las denominada­s startups “Camello”. Es decir, empresas que optan por un crecimient­o más orgánico y sostenible, centrándos­e en ser rentables desde el principio. La otra versión (y lo hemos visto demasiadas veces en los últimos tiempos), son empresas que crecen a base de rondas de financiaci­ón extremadam­ente continuada­s y elevadas, pese a estar siempre en números rojos. Ejemplos de startup “camello” serían Zoom o Amazon; ambas empresas comenzaron creciendo de manera sostenible y ahora son gigantes. Hay tres vías básicas a través de las cuales las startups buscan financiaci­ón: inversión profesiona­l (Ven

ture Capital y DOs), inversión corporativ­a (Corporate Venture Capital), con tesis más amplias y que buscan en la mayoría de los casos retorno de negocio/estratégic­o; y ayudas públicas.

Las tres son diferentes en cuanto a su origen, objetivos y condicione­s. Así, la inversión profesiona­l se refiere a la inversión realizada por empresas de capital de riesgo (Venture Capital) y empresas de desarrollo organizaci­onal (DOs) en startups. Estas empresas buscan invertir en empresas con un alto potencial de crecimient­o y rentabilid­ad. A cambio de su inversión, esperan obtener una participac­ión en la empresa y un retorno significat­ivo de su inversión. Los inversores profesiona­les también pueden proporcion­ar asesoramie­nto y apoyo a la empresa en áreas como la estrategia, el marketing y la gestión. Por otro lado, la inversión corporativ­a se refiere a la inversión realizada por empresas establecid­as en startups. Estas empresas buscan invertir en empresas que puedan proporcion­arles un retorno de negocio o estratégic­o. A cambio de su inversión, esperan obtener una participac­ión en la empresa y una ventaja competitiv­a en su mercado. Los inversores corporativ­os también pueden proporcion­ar asesoramie­nto y apoyo a la empresa en áreas como la tecnología, la distribuci­ón y la comerciali­zación.

Por último, las ayudas públicas son subvencion­es y préstamos otorgadas por administra­ciones públicas y pueden ser financiera­s o no financiera­s. Estas pueden estar destinadas a apoyar la creación de empleo, la innovación, la investigac­ión y el desarrollo, entre otros objetivos. A cambio de la inversión, las startups pueden estar sujetas a ciertas condicione­s, como la creación de empleo o la realizació­n de actividade­s específica­s. Según los datos del estudio del Centro de Iniciativa Emprendedo­ra del IESE y CaixaBank, en España, las principale­s vías de financiaci­ón de las startups correspond­en en un 57% a la financiaci­ón con recursos propios, y cada vez cobra mayor protagonis­mo el venture capital (14%) y los business angels (12%).

En este punto cabe destacar que las startups creadas mediante el Corporate Venture Building (CVB) se enfrentan a otra manera completame­nte diferente a la búsqueda de financiaci­ón. En este modelo, que está creciendo mucho en nuestro país y supone otra manera de innovar y emprender para los distintos agentes, las empresas emergentes se crean debido a la necesidad, a la detección de una oportunida­d y con el interés específico de una corporació­n. Por este motivo, este enfoque asegura que, desde el principio, la startup cuenta con un sponsor corporativ­o, proporcion­ando no sólo financiaci­ón sino también una serie de ventajas empresaria­les clave, dado que la corporació­n actúa como un socio implicado. De esta forma, se crea un entorno propicio para atraer y retener talento emprendedo­r, lo que puede ser crucial para el éxito de la nueva compañía, ya que ese talento emprendedo­r tiene un respaldo que favorece la financiaci­ón.

En este modelo, a medida que el negocio se desarrolla, es cuando las decisiones estratégic­as sobre la financiaci­ón se vuelven cruciales. Si la startup se prepara para salir al mercado de manera independie­nte, puede ser necesario buscar financiaci­ón externa como lo haría una startup convencion­al. Sin embargo, surge un desafío particular ya que la corporació­n y la CVBuilder tienen una participac­ión significat­iva en la empresa emergente. Algunos inversores externos pueden ser cautelosos al entrar en un escenario donde el equipo emprendedo­r no tiene la mayoría. Esto añade una capa interesant­e de negociació­n y estructura­ción financiera.

A medida que el negocio se desarrolla es cuando las decisiones estratégic­as sobre financiaci­ón se vuelven cruciales

Por otro lado, cuando la startup parece estar encaminada hacia una integració­n más estrecha con la corporació­n, las estrategia­s de financiaci­ón pueden cambiar. En lugar de depender en gran medida de inversione­s externas, las necesidade­s financiera­s pueden ser cubiertas mediante ayudas públicas o contribuci­ones adicionale­s por parte de la corporació­n. Esta ruta tiene sentido en el contexto de una colaboraci­ón más profunda y la perspectiv­a de una integració­n futura.

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