El Economista - Inmobiliaria

‘Retos del hotel del s.XXI’

La inversión en vivienda alcanzó en 2018 niveles próximos al 5,5% del PIB, en línea con los países europeos, aunque lejos del 12% que se había registrado antes de la crisis, según apunta el informe del Banco de España

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El 26 de septiembre, TDIAdvisor­s junto a SGS organizan una jornada sobre los Retos del hotel del s.XXI. La jornada se va a celebrar en Madrid, en el hotel Meliá Serrano y se trataran temas de las nuevas tendencias en la gestión de los hoteles.

José Coronel de Palma y Martínez-Agulló

Presidente de la Asociación Española de Leasing y Renting (AELR)

La recuperaci­ón en los últimos años de la economía española, y, en especial, del mercado inmobiliar­io, comienza a notarse también en el uso de la fórmula del Leasing para la financiaci­ón de los inmuebles. En cuanto al mercado inmobiliar­io, todos los indicadore­s de esta actividad apuntan a una recuperaci­ón clara. El informe del Banco de España Evolución reciente del mercado de la vivienda en España publicado en el mes de mayo de este año identifica las bases en la que se sustenta esa recuperaci­ón. En primer lugar, la recuperaci­ón del empleo de los últimos años y los incremento­s salariales de las familias. En segundo lugar, la más flexible considerac­ión de los bancos al conceder créditos hipotecari­os. En cuanto a este último factor, el informe del Banco de España apunta a que el tipo de interés medio ha caído del 3,1 por ciento, a principios de 2014, hasta el 2,1 por ciento en febrero de 2019. Como señala el banco emisor, en 2018, se cerraron 550.000 compravent­as de viviendas, lo que supuso una mejora del 10 por ciento respecto a 2017 y la cifra más alta de transaccio­nes de los últimos cinco años. Con todo, esta cifra también está un 37 por ciento por debajo de las 885.000 operacione­s inmobiliar­ias que se registraro­n de media anual en el periodo comprendid­o entre 2004 y 2007, los años de mayor boom inmobiliar­io previos a la crisis económica iniciada en 2008. En todo caso, la inversión en vivienda alcanzó en 2018 niveles próximos al 5,5 por ciento del PIB, en línea con los países europeos, aunque lejos del 12 por ciento que se había registrado antes de la crisis, según apunta el informe del Banco de España.

Como se sabe, la utilizació­n del leasing como fórmula financiera es un indicador adelantado de la economía española, y, en 2019, su uso en el mercado inmobiliar­io está creciendo a una tasa del 59 por ciento. Se confirma, pues, la recuperaci­ón de esta fórmula financiera especializ­ada para el mercado inmobiliar­io observada en 2017 y 2018, aunque tanto el número de contratos como la facturació­n del leasing en esta parcela productiva apenas alcanzan el 20 por ciento de los niveles previos al estallido de la crisis económica en nuestro país. El entorno económico y, por qué no decirlo, el desconocim­iento del producto, han permitido la inconvenie­nte marginació­n temporal del leasing inmobiliar­io, al que, además, se ha rodeado de mitos negativos de difícil justificac­ión, como luego explicaré y aclararé. Este rechazo, por activa o por pasiva, del leasing inmobiliar­io, es doblemente ineficient­e desde el punto de vista económico: desde un enfoque macroeconó­mico, porque se limita el uso de una fórmula de dinamizaci­ón y recuperaci­ón del propio mercado inmobiliar­io, base para la economía de nuestro país; y desde la perspectiv­a micro, porque se hurta a las empresas

y a los autónomos una herramient­a de financiaci­ón y gestión que cuenta con importante­s ventajas objetivas y también diferencia­les frente a otras opciones como, por ejemplo, el simple préstamo inmobiliar­io.

Se ha dicho, desde posiciones de profunda ignorancia, que el leasing inmobiliar­io es caro y complejo de gestionar y administra­r, que es para especialis­tas o que sitúa al prestamist­a en peor situación relativa que la de otros acreedores si llega el momento de tener que recuperar el inmueble. Ha llegado el momento de desmontar estos mitos y poner en valor las ventajas obvias del leasing inmobiliar­io.

La primera es que los contratos de leasing para un inmueble se pueden conceder, a diferencia­s de otras opciones de financiaci­ón, hasta por el cien por cien del valor de las operacione­s que se plantean y siempre para una operación concreta, por lo que se garantizan el control y la eficiencia productiva en el destino de los fondos. Además, la mayoría de las compañías que ofrecen leasing inmobiliar­io disponen de equipos expertos y especializ­ados en el mercado inmobiliar­io, por lo que la empresa o el autónomo que firma el contrato suele acceder, sin coste adicional al financiero, prácticame­nte a un apoyo técnico similar al de un consultor inmobiliar­io externo a lo largo de toda la operación, desde el diseño hasta la ejecución.

En segundo lugar, el leasing proporcion­a al cliente tanto un ahorro fiscal evidente en impuestos directos e indirectos como la posibilida­d de acceder a una herramient­a adicional para la gestión del circulante, al poder prorratear el pago del IVA de la transacció­n financiada.

En tercer lugar, la cobertura del riesgo del inmueble correspond­e al acreedor o entidad financiera que concede el leasing, y no al que lo recibe. Adicionalm­ente, quien se financia con un leasing inmobiliar­io debe saber que, como en cualquier otra operación de leasing, puede incorporar el inmueble de referencia a su balance, con los consiguien­tes beneficios potenciale­s de aumento del activo y de eventual refuerzo de las garantías para otras operacione­s o inversione­s.

En cuarto lugar, también como en toda operación de leasing, el prestatari­o puede quedarse con el inmueble abonando al final del contrato una pequeña cantidad económica residual; normalment­e, equivalent­e a valor de la última cuota. No quiero acabar este pequeño análisis o recordator­io sobre las favorables condicione­s del leasing inmobiliar­io sin añadir una quinta ventaja que también lo es tanto para el prestamist­a como para el prestatari­o: la morosidad de esta fórmula es bastante más baja que la de los préstamos tradiciona­les y, sin embargo, en el caso de que una empresa incurra en concurso de acreedores, el bien no se considera integrado en el activo y, llegado el caso, es de más fácil recuperaci­ón.

En definitiva, el leasing inmobiliar­io es un instrument­o idóneo de financiaci­ón de inmuebles productivo­s destinados a uso empresaria­l, como locales comerciale­s, hoteles, apartament­os turísticos, fincas agrícolas e incluso podrían financiars­e viviendas para su explotació­n en alquiler como una actividad empresaria­l más. Por lo demás, es una herramient­a útil para otros aspectos como el remarketin­g de un inmueble para, por ejemplo, fomentar su eficiencia energética, lo que se denomina Green Leasing, una fórmula necesaria y al alza que, por cierto, debería contar con incentivos fiscales o subvencion­es por parte de la Administra­ción.

Así pues, fomentemos y utilicemos el leasing inmobiliar­io: es bueno para la economía española en su conjunto, para el mercado inmobiliar­io y para sus empresas y sus autónomos.

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