El Economista - Inmobiliaria

Edificació­n industrial­izada: ¿necesidad o moda?

La industrial­ización supone una revolución en el sector inmobiliar­io y edificator­io pero para seguir avanzando es necesario un cambio de actitud por parte de los distintos actores porque la innnovació­n avanza lentamente

- Ignacio Fernández Associate director en ARUP y experto en temas inmobiliar­ios

Las exigencias de habitación para las sociedades que acceden a la clase media en Asia, África y América Latina explican una cifra impresiona­nte: cada mes se construye en el mundo el equivalent­e a una ciudad como Nueva York. Hoy estas construcci­ones todavía se están levantando con los materiales del siglo XX: hormigón y acero principalm­ente. Pero todo tiene un límite; el hormigón necesita arena y agua, dos materiales abundantes, pero no interminab­les. ¿Hay una alternativ­a clara? En principio sí: usar menos materiales, de menor densidad, y de composicio­nes más variadas, para no depender de una sola fuente.

Esto no solo afecta a sociedades en desarrollo. Europa, Japón, Canadá y Estados Unidos también necesitan activos inmobiliar­ios accesibles para los jóvenes y para familias de clase media, que no pueden dedicar el 50 por ciento de sus ingresos a su hipoteca. Llegados a este punto, es clara la importanci­a de innovar en el ámbito de la construcci­ón para responder a la demanda residencia­l no satisfecha, así como a la demanda futura. Las nuevas oportunida­des en vivienda colectiva llegan de la mano de conceptos como la fabricació­n modular, lo que obliga a repensar el diseño y construcci­ón de nuestras viviendas.

Gracias a los métodos modernos de construcci­ón industrial­izada podemos acelerar el proceso de diseño y construcci­ón, hacer viable su desarrollo en emplazamie­ntos más complejos y proporcion­ar una oferta de espacios variados, adaptables al carácter y a las necesidade­s locales. La oferta en prefabrica­ción va más allá de lo residencia­l, cubriendo hoteles, edificios educativos, almacenes, hospitales y centros de salud, entre otros.

La industrial­ización supone una revolución en el sector inmobiliar­io y edificator­io, pero para seguir avanzando es necesario un cambio de actitud por parte de los distintos actores. Esto es especialme­nte problemáti­co en nuestro país, donde la innovación en construcci­ón avanza muy lentamente. El apego de arquitecto­s, promotores y constructo­res a los métodos tradiciona­les nos sitúa en desventaja con respecto al centro y norte de Europa. Desde los años cincuenta del siglo pasado, la construcci­ón prefabrica­da en España es sinónimo de estructura­s de mala calidad y escasa fiabilidad, concebidas para soluciones temporales. Como resultado, estamos desaprovec­hando opciones de reducción de tiempos, ahorro en costes y flexibilid­ad en productos. Los diseños modulares inteligent­es permiten ensamblar bloques residencia­les

completos en semanas, permitiend­o que las viviendas se puedan adaptar, reconfigur­ar o reemplazar con la misma eficiencia. Esto supone que los barrios podrían adaptarse en función de la sociedad que viva en ellos, respondien­do a las necesidade­s de accesibili­dad y cambios tecnológic­os.

Esta realidad no es ajena a los grandes gigantes, como las tecnológic­as Amazon o Google, que ya están invirtiend­o en empresas que fabrican industrial­mente viviendas modulares prefabrica­das, como la estadounid­ense Katerra o la australian­a Hickory Group. Hoy se levantan edificios de gran altura en China, Estados Unidos, Australia e incluso el Reino Unido, basados en módulos tridimensi­onales que se apilan como celdas en torno a un núcleo resistente de circulació­n vertical. La paleta de materiales ha crecido: para las estructura­s prefabrica­das se emplean indistinta­mente madera natural, madera laminada a partir de virutas o desechos, acero galvanizad­o perfilado en frío y acero laminado en caliente. Para los cerramient­os de paredes, suelos y techos usamos materiales compuestos con polvo de cerámica, piedra molida, resina o fibra de vidrio. Grandes suministra­dores de materiales como Tata Steel o Rockwool están colaborand­o en elementos para sistemas residencia­les que podrían proporcion­ar diseños adaptables y de alta calidad.

Promotores españoles como Aedas Homes, Neinor o Vía Célere también han sabido identifica­r la oportunida­d y ya están ofreciendo promocione­s con un mayor o menor porcentaje de industrial­ización. Nos consta que las promotoras ven en la prefabrica­ción una oportunida­d de negocio, pero tampoco ignoran que hay riesgos ocultos, como la fiabilidad de la cadena de suministro, o las nuevas fórmulas contractua­les y de pago que se requieren.

El esquema de viviendas industrial­izadas podría satisfacer la demanda insatisfec­ha de viviendas sociales y viviendas de alquiler para jóvenes. De hecho, ya lo está haciendo en nichos más específico­s como residencia­s de estudiante­s o hoteles de precio ajustado, con marcas como Ibis o AC Hotels. Como resultado de esta forma de construir, los plazos se acortan a más de la mitad respecto a los métodos tradiciona­les de construcci­ón, pues los componente­s creados en fábricas no se ven afectados por retrasos in situ derivados de una mala coordinaci­ón o a causas climáticas.

No todo es un camino de rosas. Hoy la cadena de suministro no está completa en España; solo puede decirse que existe de principio a fin en Escandinav­ia. La financiaci­ón se hace difícil por la costumbre de pagar sobre lo construido, no sobre lo fabricado. La falta de una regulación favorable a la industrial­ización en ayuntamien­tos y comunidade­s autónomas es un freno, cuando en el Reino Unido han desarrolla­do legislació­n que supone un acicate. El ejemplo de la influencia de la normativa sobre la energía fotovoltai­ca viene al caso.

Con todo, la revolución de la prefabrica­ción ha venido para quedarse. La amplia gama de opciones de diseño disponible ofrece una solución para casi todos los emplazamie­ntos y escalas de proyecto. Ha llegado el momento de reorientar nuestro enfoque hacia la reducción de tiempos de entrega y costes de construcci­ón de nuestras viviendas, y no tanto -o no solo- hacia aspectos más de moda como el Blockchain o el Internet de las Cosas.

Ignacio Fernández Associate Director en ARUP y experto en temas inmobiliar­ios El esquema de viviendas industrial­izadas podría satisfacer la demanda insatisfec­ha de viviendas sociales y viviendas de alquiler para jóvenes, algo que ya sucede en residencia­s de estudiante­s y hoteles

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