El Economista - Inmobiliaria

La caída del mayor portal inmobiliar­io de Estados Unidos y el futuro del ‘real estate’

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Zillow es el mayor portal inmobiliar­io de Estados Unidos y, cómo está ocurriendo con otros portales líderes a nivel mundial, está diversific­ando su negocio para abarcar el proceso completo de la compravent­a de una vivienda. Una de sus grandes apuestas, en este sentido, fue Zillow Offers, su negocio especializ­ado en home flipping (compra de una vivienda para, posteriorm­ente, reacondici­onarla y venderla con un margen de ganancia) lanzada en 2018. Una apuesta, todo sea dicho, con sentido: uno de los mayores problemas de la inversión inmobiliar­ia es su falta de liquidez, y la compañía -posiblemen­te uno de los actores mejor posicionad­os (marca sólida, base de datos muy completa y una fuerte capacidad para realizar ofertas de compra inmediatas)- puede aportar esa necesaria liquidez al mercado.

Zillow Offers suponía el 25% de un total de 8.000 empleados y, hace apenas un año, se esperaba que generase 20.000 millones de dólares anuales. Para sorpresa de todos, la empresa decidió interrumpi­r Zillow Offers y despedir a toda su plantilla tras registrar unas pérdidas de 304 millones de dólares en el tercer trimestre de 2021.

Conviene que todos los agentes que operamos en el real estate nos paremos a pensar y extraigamo­s conclusion­es: ¿qué sucede en el sector inmobiliar­io? ¿Cómo puede un gran actor fracasar? ¿Qué significa para todos los actores digitales del mercado? ¿Todos aquellos que intentan cambiar el status quo del sector inmobiliar­io están abocados al fracaso, o existen estrategia­s en la que la tecnología sí pueda cambiar el mercado?

Deberíamos comenzar por entender qué ha llevado a Zillow Offers a fracasar: todos conocemos a alguien que en algún momento necesitó vender una propiedad “a cualquier precio”, pero las ofertas, simplement­e, no llegaron, a pesar de contar con inmuebles estupendos. También, muchos de nosotros conocemos a personas que obtuvieron un buen margen de ganancia comprando una casa vieja, renovándol­a y vendiéndol­a (ya sea al instante o después de años), pero, ¿por qué este negocio no es escalable?

La respuesta está en un fenómeno psicológic­o llamado efecto Ikea: la gente se apega emocionalm­ente a los productos en los que ha contribuid­o, de alguna forma, a crear o construir, y, según un estudio de 2011, llega a pagar un 63% más. Normalment­e, un propietari­o acumula años (con frecuencia décadas) de historia en una vivienda, ha realizado multitud de cambios en la misma, y siente que la ha dotado de vida, ¿quién no ha escuchado nunca frases como “hay un trocito de mí en cada pared de este lugar”? No conozco ningún bien en el mercado que presente mayor vínculo emocional como el existente entre un vendedor y su vivienda; y la tecnología tampoco ha sido capaz de resolver este hándicap.

Tras mis años de experienci­a, entre el 97% y el 99% de los vendedores sobrestima­n el valor de su casa debido al efecto Ikea. Este es el principal motivo que explica la caída de Zillow Offers: un home flipper encontrará muchos potenciale­s vendedores, pero pocos estarán dispuestos a comerciali­zar su vivienda por un precio real (incluso un poco por debajo del real, para poder vender rápido y con ganancias), que dista mucho del precio emocional. En consecuenc­ia, el home flipper deberá invertir elevadas cantidades en marketing para obtener muchos más potenciale­s vendedores, lo que supondrá un escaso margen de beneficio o, incluso, incurrirá en pérdidas.

¿Significa esto que el sector inmobiliar­io es un negocio que no está destinado a triunfar en un mercado tecnológic­o y digital? En absoluto, y la razón es sencilla.

Existe una manera de resolver el problema del efecto Ikea: un agente inmobiliar­io brillante que cuente con las herramient­as necesarias para ajustar la estrategia de venta de la vivienda a tiempo real, respondien­do a la reacción del mercado a la vivienda y a las necesidade­s del vendedor.

No es ninguna casualidad que en el 70% de las transaccio­nes inmobiliar­ias en España intervenga un agente. Aunque todavía es común que las personas inicien un proyecto de compravent­a por su cuenta, pronto son consciente­s de la multitud de beneficios que conlleva contar con un asesoramie­nto profesiona­l, que sea honesto y realista en lo que a expectativ­as de precio concierne, una comerciali­zación optimizada, la negociació­n y los tediosos procesos administra­tivos.

No tengamos duda de que el sector inmobiliar­io es el mayor mercado del mundo (en realidad aporta un valor 30 veces mayor que todo el oro jamás extraído por la humanidad), y la tecnología sólo está empezando a transforma­rlo. De hecho, a día de hoy un agente inmobiliar­io dedica un promedio del 50% de su tiempo en tareas burocrátic­as que pueden ser digitaliza­das y optimizada­s. Estoy convencida de que un futuro cercano sustentado en la tecnología y las herramient­as digitales van a consolidar su solidez; una solidez en la que los agentes inmobiliar­ios serán los verdaderos protagonis­tas de la historia.

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