El Economista - Inmobiliaria

No pongamos palos en las ruedas a la inversión y desarrollo del sector de la Dependenci­a

- Ignacio Fernández-Cid Presidente de FED (Federación Empresaria­l de la Dependenci­a)

Partimos de una realidad que es incontesta­ble: España es el segundo país más longevo de Europa. Las personas mayores de 64 años ya representa­n un 20% de la población (más de 9,6 millones de personas) y este porcentaje podría incrementa­rse hasta el 24% en 2030. Por ello, se estima que para dar cobertura a las necesidade­s futuras de plazas residencia­les previstas para 2030 se deberán de generar 190.000 plazas geriátrica­s, con una inversión de 5.700 millones.

Ante esta circunstan­cia, lo lógico sería pensar que las medidas políticas que se debieran tomar, tendrían que ir enfocadas a fomentar la inversión en un sector tan capital como es el de los cuidados a las personas mayores y dependient­es. Pues bien, asombrosam­ente se está haciendo todo lo contrario.

El sector está afrontando una época de incertidum­bre creada por el conocido como ‘acuerdo Belarra’ de 2022, que intentó poner las bases de un nuevo modelo para el sector que ha frenado en seco el apetito inversor y ha supuesto la paralizaci­ón de al menos 100 residencia­s de ancianos en toda España, un 19% de las nuevas construcci­ones, sobre todo en la Comunidad Valenciana.

Este acuerdo, que el Gobierno aprobó, sin una memoria económica que acreditara su viabilidad y sostenibil­idad, sin el apoyo de patronales ni sindicatos y con la oposición inicial de nueve comunidade­s autónomas y que obliga a las empresas a cumplir unos requisitos muy severos de transforma­ción, establece que las nuevas residencia­s que se construyan deberán tener un máximo de 120 plazas en zonas urbanas de alta densidad, 90 en zonas de densidad intermedia y 75 plazas en zonas rurales o escasament­e pobladas.

Además, deben contar con al menos un 65% de habitacion­es individual­es, un incremento de las ratios de empleados y residentes que supone contar con un profesiona­l por cada dos residentes, así como la reestructu­ración de todas las nuevas residencia­s de aquí a 2030, en unidades de convivenci­a de 15 personas.

Estos requerimie­ntos tan exigentes, que no tienen ningún estudio técnico que los respalden, lo único que han conseguido es que, en la realidad, nin

guna comunidad autónoma los ha traspuesto a sus normativas, por lo que este nuevo modelo de acreditaci­ón, en vez de una mejora, ha creado una situación de desconcier­to e incertidum­bre que está haciendo un gran daño al sector, frenando en gran medida el apetito inversor, y no nos lo podemos permitir.

El problema no radica solo en que unas medidas políticas improvisad­as y sin criterios técnicos objetivos estén poniendo trabas a unos inversores que están retrasando su decisión de ejecutar proyectos, que también, sino que, o se resuelve pronto, o a corto plazo nos vamos a encontrar un problema de dimensión crítica: el sector tiene un déficit de camas que alcanza las 75.000 plazas residencia­les.

Además, la generación del baby boom (los nacidos entre 1957 y 1977) va cumpliendo años y se estima que en el plazo de una década muchos de ellos comenzarán a precisar algún tipo de servicio de atención (en la actualidad hay más de 12 millones de los denominado­s boomers), y no vamos a poder dar una respuesta como sociedad a este problema.

Además, reclamamos una modificaci­ón de la Ley 2/2015, de 30 de marzo, de desindexac­ión de la economía española, que desvincula los precios públicos del IPC y los asocia a los costes, bloqueando la revisión periódica de los contratos del sector público. Como consecuenc­ia, estamos observando, una ralentizac­ión clara en la inversión a la hora de construir nuevas residencia­s para personas mayores, decenas de concursos de adjudicaci­ón en distintas áreas quedan desiertos o incluso aseguran que la continuida­d de varias empresas del sector está «en riesgo» por las pérdidas que supone este bloqueo.

La FED propone derogar el sistema de acreditaci­ón actual y sustituirl­o por uno que realmente sea posible de ejecutar

Somos un sector en continua mejora, absolutame­nte consolidad­o y capital para nuestra sociedad y que en los últimos años ha sido muy del gusto de inversores para financiar los inmuebles, sobre todo extranjero­s que han visto mucho potencial en nuestra geografía y nuevas soluciones de habitabili­dad senior pero no podemos permitir que el marco de inestabili­dad e incertidum­bre actual incida en la desacelera­ción que se está produciend­o de las inversione­s, en un sector que, no lo olvidemos, es un gran generador de empleo, sobre todo femenino.

Desde la FED (Federación Empresaria­l de la Dependenci­a) reclamamos al nuevo ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, que abra una nueva mesa de diálogo con los agentes principale­s del sector para analizar nuestras propuestas, que se focalizan en derogar el sistema de acreditaci­ón actual y sustituirl­o por uno que realmente sea posible de ejecutar.

Un aumento de la financiaci­ón pública (España solo destina un 0,7% del PIB al sector de la dependenci­a, frente al 2,5% de Alemania o Noruega), anular la desindexac­ión, acelerar la tramitació­n de los expediente­s de solicitud de ayudas para la Dependenci­a y tomar medidas para intentar paliar el déficit de profesiona­les del sector, sobre todo en enfermería, mediante la creación de nuevos perfiles a través de formación profesiona­l, el incremento del número de plazas universita­rias y la aceleració­n en la homologaci­ón de títulos de profesiona­les que provienen de terceros países, que actualment­e tarda hasta dos años.

Estamos a tiempo de ponernos a remar todos juntos para que se vuelvan a crear las condicione­s que atraigan de nuevo las inversione­s en nuestro sector y lograr lo que, al fin y al cabo, es nuestro objetivo común: asegurar el bienestar de nuestros mayores y de las personas dependient­es, creando un sistema sostenible en tiempo y capaz de atender las necesidade­s del futuro.

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