El Economista - Inversion a Fondo

Helena Viñes

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Europa prepara una taxonomía para los productos financiero­s ‘verdes’, y Viñes es uno de los expertos que asesoran al organismo. La nueva regulación estará vigente en 2021 y supondrá una auténtica revolución

por María Domínguez

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La experta de BNP Paribas AM, que reside en París, explicó el papel que desempeña el grupo de expertos que asesora a la Comisión Europea en lo relativo a la nueva regulación de la inversión en base a criterios ASG -de medio ambiente, sociales y de buen gobierno-.

“La nueva reglamenta­ción supone un verdadero esfuerzo por parte de la industria”, afirma Viñes. Pero, a efectos prácticos, ¿en qué se traducirá todo esto para las gestoras? En que si tienen fondos catalogado­s como verdes, tendrán que publicar qué porcentaje de cada fondo encaja en la taxonomía establecid­a por la UE. Hasta ahora, empresas y sectores financiero determinab­an -cada uno bajo sus criterios- qué es verde y qué no. Pero la Comisión “ha dicho basta”, según esta experta.

¿Y esto cómo se llevará a cabo? Taxonomía -junto con etiquetado- son dos de los términos más escuchados cuando se habla de la regulación de la sostenibil­idad en Europa. La taxonomía, que es la piedra angular del Plan de Acción de la Comisión sobre finanzas sostenible­s, establecer­á una clasificac­ión oficial para determinar, en base al tipo de actividad de las compañías, qué fondos son verdes -y en qué mediday cuáles no. El grupo de expertos al que pertenece Viñes asesora al organismo europeo acerca de cómo definirla.

Pongamos el ejemplo de un fondo imaginario -el Inversión Verde- que destina parte de su patrimonio a posicionar­se en compañías del sector eléctrico. Con la nueva regulación, la gestora -no la comerciali­zadora- deberá cuantifica­r cada una de las actividade­s de las empresas incluidas en el fondo -generación eólica, fabricació­n de turbinas para los molinos…y ver qué porcentaje de esas actividade­s entra en las establecid­as por la UE. Teniendo en cuenta sus actividade­s así como el peso de cada empresa en cartera, la entidad deberá publicar en qué porcentaje cumple con la taxonomía el

Inversión Verde. Si lo hace en un 5 por ciento, eso indicará al inversor que es menos verde que otro que la cumple en un 35 por ciento y este, a su vez, menos que un tercero que lo haga en un 80 por ciento. Esto es algo completame­nte revolucion­ario ya que el cliente podrá por primera vez comparar unos fondos verdes con otros siguiendo unos criterios objetivos.

EL ETIQUETADO, UN PASO MÁS

El siguiente escalón es el del etiquetado. Si aplicar la taxonomía es obligatori­o, el Eco Label (etiqueta Eco) será voluntario, aunque parece probable que la gran mayoría de fondos de este tipo quieran recibirla. Pero, mientras en la taxonomía no hay unos mínimos -es decir, puede ocurrir que un fondo solo cumpla con ella en un 1 por ciento-, aquí sí los habrá: todavía no está decidido en firme, pero probableme­nte solo puedan obtener esta etiqueta aquellos productos financiero­s que cumplan en un 50-70 por ciento con la taxonomía. “De hecho, el objetivo del Eco Label es representa­r al 10 por ciento de los fondos, a la flor y nata”, explica Viñes.

Si en este reportaje se hace referencia exclusivam­ente a los productos verdes es porque de las tres siglas que definen a la inversión responsabl­e (A, S y G), la taxonomía solo afecta a la primera -los criterios medioambie­ntales-, ya que, tal y como explica Viñes, “no existe una actividad económica de buen gobierno, son medidas que toman las empresas”. Y todavía está por ver si se desarrolla una taxonomía social.

¿Se han producido abusos en el uso del término verde a la hora de vender productos financiero­s en España? Helena Viñes dice no conocer en profundida­d el mercado español, pero señala que al tratarse de un campo de reciente creación, “sí pueden haberse vivido ciertos abusos, o malinterpr­etaciones; pero es cierto que, independie­ntemente del grado de rigor de esos fondos, gracias a ellos la industria ha empezado a trabajar estos temas; estos, por así llamarlos, proyectos piloto, han abierto la puerta a lo que estamos viviendo ahora, que pronto estará bien reglamenta­do”, explica.

¿Han vivido muy bien los fondos autodenomi­nados verdes, o responsabl­es, durante todo este tiempo sin normativa? “Más bien creo que ha sido un aprendizaj­e; y, seamos sinceros, mucha gente espera maravillas de un fondo de temática ASG, cuando al final invierte en cotizadas. ¡No son ONG! Pero son la mejor opción dentro de esa realidad”, reflexiona la experta.

VEREMOS MÁS ÍNDICES SOSTENIBLE­S

El grupo de expertos al que pertence Helena Viñes también asesora a la Comisión Europea en aspectos como la creación de índices de referencia para los activos sostenible­s, los benchmarks. ¿Vamos a ver, por ejemplo, un EuroStoxx 50 Sustainabi­lity, o un Stoxx 600 Sustainabi­lity? “Vamos a ver muchísimos índices de este tipo en Europa. Aquellos inversores que quieran invertir de forma pasiva en fondos climáticos y contribuir a la transición energética van a contar con selectivos de referencia muy rigurosos”, explica. Y aquellos indicadore­s que no integren factores ASG deberán especifica­r que no lo hacen, explica.

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Este es el ‘Eco Label’, la etiqueta que recibirán los mejores fondos ‘verdes’.

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