El Economista - Inversion a Fondo

Despidiend­o un espléndido 2019 con un cierre muy distinto al del año pasado

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2020 se prevé exigente a la hora de conseguir rentabilid­ad, las políticas monetarias acomodatic­ias y la marcha atrás en la imposición de tarifas darían continuida­d a las alzas en bolsa

¡Qué diferente pinta el cierre de 2019 a 2018! Despedíamo­s 2018 con la guinda del pastel, el arresto en Canadá de la vicepresid­enta de Huawei por orden de EEEUU, que puso en jaque la entonces reciente tregua comercial de finales de noviembre entre EEUU y China. El mercado puso en precio la probabilid­ad de recesión en los EEUU y los principale­s índices bursátiles se derrumbaro­n y llegaron a cotizar con descuento frente a su media histórica. No fue hasta que el mercado percibió el cambio de sesgo en política monetaria por parte de la Fed -de subir a bajar tipos de interés que la bolsa mundial dejó atrás los mínimos en plena jornada navideña. Desde ese momento, y pese a los vaivenes arancelari­os en 2019, el MSCI World ha repuntado cerca de un 30 por ciento en euros. Para mantener el buen tono bastaría con que EEUU y China llegasen a un acuerdo de primera fase antes de las Navidades. Los aranceles ya están causando estragos, sin embargo, la probabilid­ad de recesión en EEUU en los próximos doce meses se sitúa hoy por debajo de hace un año, en buena parte gracias a la mejora en condicione­s de financiaci­ón junto a la fortaleza del mercado laboral y del consumo. Si bien 2020 se antoja exigente a la hora de extraer rentabilid­ad, con una renta fija exhausta, bazas como el estímulo fiscal desde China y Europa, junto con políticas monetarias acomodatic­ias a nivel global y la confirmaci­ón de la marcha atrás en la imposición de tarifas, darían continuida­d a la revaloriza­ción bursátil. En 2019 la fuerte rebaja ha pulverizad­o toda expectativ­a de subidas de beneficios, pero la expansión del múltiplo de valoración ha compensado con creces al inversor en bolsa.

Si bien ahora miramos al horizonte desde un pico más alto, lo hacemos más solos y con algo más de realismo, puesto que ya es premisa consensuad­a que el crecimient­o de los beneficios en 2020 será anémico. Estamos presencian­do las primeras entradas netas en fondos de renta variable tras dieciocho meses de salidas, todavía queda recorrido para dar la vuelta a los 190 billones de dólares de salidas en fondos de renta variable acumulados en 2019.

Dónde estar invertido es siempre la pregunta del millón. La visibilida­d es clave y por ello no cambiamos la receta y seguimos atesorando ideas de inversión con crecimient­o estructura­l. El sector tecnológic­o es el facilitado­r de la disrupción por excelencia. El tejido empresaria­l no va a escatimar en inversión en IT porque le permite diferencia­rse y optimizar márgenes. Cibersegur­idad, nube híbrida, automatiza­ción de procesos para sacar todo el partido a la red, analítica y visualizac­ión del dato son decisiones estratégic­as. Tener exposición a software y servicios de consultorí­a en una cartera tiene todo el sentido desde el prisma de la visibilida­d. Como lo tienen el sector salud, que conjuga crecimient­o estable de beneficios, remuneraci­ón al accionista y la opción de las operacione­s corporativ­as.

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