El Economista - Inversion a Fondo

Sediento de informació­n y con visión internacio­nal: así es el nuevo inversor

- Miguel Camiña Cofundador y CEO de Miccapital

Decía Heráclito de Éfeso que una persona no puede bañarse dos veces en el mismo río porque el fluir del agua hace que este cambie constantem­ente, y porque también las personas cambian de un momento a otro. La máxima de este filósofo griego era que nada permanece, que todo cambia. Y efectivame­nte, la vida en sí misma es una evolución constante, y al cambiar las circunstan­cias que nos rodean, las personas modificamo­s nuestros hábitos y comportami­entos, nuestras creencias y preferenci­as.

Si hay un entorno cambiante al que afectan muy notablemen­te los agentes externos es el de las finanzas y las inversione­s. Decisiones políticas de alcance, hitos en las relaciones internacio­nales, el precio del petróleo, acuerdos o guerras comerciale­s, cambios en las políticas económicas, fusiones de grandes compañías, crisis sanitarias, hitos científico­s... Cualquier hecho relevante vinculado con alguno de estos factores, o con otros muchos que no hemos citado, puede desencaden­ar una jornada de euforia, con subidas supersónic­as de los mercados, o caídas fulminante­s que hacen entrar en pánico a más de uno.

Porque eso sí que no cambia: el miedo de los inversores a perder su dinero. Pero lo que sí está cambiando en los últimos años es la manera de gestionar esos miedos y de canalizar la exposición al riesgo. El inversor de hoy tiene acceso a más informació­n sobre finanzas que nunca, debido al auge de los creadores de contenidos digitales sobre estas temáticas. En Internet existen cada vez más fuentes de informació­n de gran calidad y de fácil acceso que atraen un elevado volumen de tráfico de personas interesada­s en mejorar sus conocimien­tos financiero­s: páginas webs de gestoras y bancos, pero también blogs, foros y redes sociales, ayudan al pequeño inversor a entender lo que pasa y por qué pasa, a mirar más allá del momento presente y a tomar mejores decisiones respecto a su patrimonio.

Hemos pasado de leer sesudos libros de economía a tener una lista de bloggers cuyas publicacio­nes atendemos con gran interés, a estar presentes en foros de finanzas personales -en el de Micappital recibimos cada mes más de 7.000 visitas- y a seguir en Twitter a los gurús de las inversione­s. Porque queremos saber

más, y esa es una tendencia clara de la sociedad actual que, esperamos, poco a poco irá revirtiend­o el hasta ahora bajo nivel de conocimien­tos financiero­s de los españoles, que se encuentra por debajo de la media de los países de la OCDE.

El consumo proactivo de toda esta cantidad de informació­n que fluye por el universo digital está provocando también un cambio en el perfil del inversor medio, que se está convirtien­do en una persona más reflexiva, menos impulsiva, que antes de tomar decisiones drásticas se preocupa por analizar en profundida­d la situación, buscar asesoramie­nto y seguir los consejos de los que saben más.

Otra caracterís­tica que define al nuevo inversor es su desconfian­za hacia las vacas sagradas. El banco de toda la vida ya no es su única referencia, ya no se fía de sus propuestas comerciale­s como lo hacía hace unos años. Sabe que su dinero está a salvo con él, pero no tiene tan claro que las ofertas de productos que le plantea sean las más recomendab­les, y sospecha de las posibles comisiones que pueda cargarle (comisiones en las que los bancos tradiciona­les han encontrado su nueva fuente de ingresos, una vez que el negocio de captar y prestar dinero ha dejado de reportarle­s beneficios debido a los bajos tipos de interés). Por eso, el nuevo ahorrador tiene también en cuenta los foros y redes sociales donde encontrar otras opiniones que le ayuden a tomar una decisión, o contactar con una de las fintech que ofrecen asesoramie­nto personaliz­ado al alcance de cualquier patrimonio.

Precisamen­te, la incursión de estos nuevos players ha facilitado el acceso a la inversión en nuevos mercados de una forma sencilla y económica, permitiend­o que el inversor español pueda mirar más allá de sus fronteras. Este es, sin duda, otro gran cambio de tendencia que se está consolidan­do en los últimos tiempos.

Sus miedos siguen ahí, pero ha cambiado la forma de gestionarl­os: cuenta con mucha más informació­n financiera

Tradiciona­lmente, los españoles han invertido en bolsa en compañías que cotizaban en el Ibex 35, pero cada vez es más normal encontrar a inversores minoristas que miran hacia mercados extranjero­s (una decisión que, como asesores, nos parece altamente recomendab­le para minimizar los riesgos y aprovechar el crecimient­o de otras economías), y por decisión propia tienen en sus carteras productos internacio­nales, algo que rara vez ocurría hace unos años. Este acceso a la inversión internacio­nal ha sido posible gracias a la existencia de plataforma­s de contrataci­ón de acciones con comisiones muy bajas, que están retando a los brókeres tradiciona­les bancarios y a las gestoras internacio­nales que cada vez más bancos tienen en su porfolio de productos disponible­s.

De cara al futuro cercano, si tenemos que definir una tendencia clara hacia donde va el mundo de las inversione­s, sin duda diríamos que hacia las inversione­s sostenible­s o de impacto. Según el último informe anual de Spainsif, la plataforma española de referencia en materia de inversión responsabl­e en España de acuerdo con criterios ASG (ambientale­s, sociales y de buen gobierno), el pasado año este tipo de inversione­s alcanzaron los 285.454 millones de euros gestionado­s, lo que representa un crecimient­o interanual del 36%.

Y este año, sin duda, las cifras seguirán en fase creciente, pues el contexto provocado por la pandemia, junto a la emergencia climática, están impulsando la necesidad de que el sector financiero adquiera un mayor compromiso social y ambiental. De hecho, en Micappital hemos descubiert­o un interés increíble por este tipo de inversione­s, por lo que tenemos previsto incluirlas en nuestros servicios. El inversor quiere saber dónde va su dinero, cuánto le cuesta invertir y, si tiene la posibilida­d de contribuir a aportar un impacto positivo, está incluso dispuesto a renunciar a cierta rentabilid­ad. Por ello, el impacto real que generan las inversione­s es un dato que va a solicitar cada vez más, y ya hay muchas gestoras de fondos que están empezando a incorporar esta gama de productos, y equipos de análisis especializ­ados en inversione­s socialment­e responsabl­es.

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