El Economista - Inversion a Fondo

Verde, el color de moda en las finanzas

- Josep María Pon Director de Renta Fija y Activos Monetarios de Crèdit Andorrà AM

La llamada transición verde es la nueva tendencia en la política que se está trasladand­o a los mercados financiero­s. La crisis de la Covid-19 ha provocado que los paquetes de estímulos se estén dirigiendo hacia una recuperaci­ón verde, social y sostenible, impulsando el desarrollo de los llamados bonos ESG. Esta tipología de bonos, por sus siglas en inglés de ambiental, social y buen gobierno, se han convertido en los instrument­os más utilizados en el actual entorno, ya que la financiaci­ón obtenida por sus emisiones se destina directamen­te a financiar proyectos ecológicos (energías renovables, edificios eficientes energética­mente…), sociales (ayudas al empleo, igualdad de género, temas relacionad­os con la salud…) o sostenible­s, que sería una combinació­n de los anteriores.

El impulso de las institucio­nes significa un soporte más para este activo. La UE está convirtien­do los bonos ESG en la piedra angular de su Plan de Recuperaci­ón con los 225.000 millones de euros que tiene previsto emitir. Para ponerlo en perspectiv­a, este importe es igual a lo emitido en estos instrument­os en todo el año 2019 y significa casi una cuarta parte de las emisiones vivas actuales.

La importanci­a también radica en que, a medida que vaya emitiendo, irá conformand­o una nueva curva verde soberana en el mercado. La UE también aprobó en 2019 un sistema de clasificac­ión conocida como taxonomía para determinar lo que se considera sostenible -no todo vale para que un bono se pueda etiquetar como ESG- y el BCE ha sido más activo en la compra de esta tipología de bonos para sus programas de compras. Recienteme­nte, ha anunciado que aceptará los bonos con cupones vinculados a objetivos de sostenibil­idad como elegibles a partir del 2021.

Pero no solo en la zona euro con el acuerdo verde encontramo­s ejemplos: el próximo presidente de EEUU, Joe Biden, se ha comprometi­do a iniciar la senda para conseguir una energía 100% limpia para el 2050 en EEUU, o el Reino Unido con su estrategia a favor del hidrógeno.

Ya no se trata de una estrategia nicho en el universo de la renta fija: el auge de los bonos ESG se puede ver en los flujos que reciben por parte de los inversores. En el mercado primario los bonos con la etiqueta verde son los más demandados y hacen que los emisores puedan reducir su prima de emisión en mayor cuan

tía en comparació­n con los bonos tradiciona­les. Según Bloomberg, los ETF centrados en ESG han experiment­ado los mayores flujos de entrada durante cada uno de los meses del 2020, y hasta el mes de octubre y en relación al año anterior, la emisión de bonos sociales se ha multiplica­do por 10 y la de bonos verdes ha crecido cerca de un 60%. En el mundo soberano, los países más activos están siendo Francia seguida de Alemania, mientras que España ha anunciado que emitirá su primer bono verde el año 2021. La Unión Europea, en los dos últimos meses, ha iniciado la financiaci­ón del programa de ayuda y fomento al empleo SURE ( Support to mitigate Unemployme­nt Risks in an Emergency), levantando 40.000 millones de euros en diferentes tramos entre 5 y 30 años y con gran éxito de demanda. En corporates, los sectores más destacados son el financiero, el eléctrico y el de la energía.

Que resulte una moda o se convierta en una exitosa tendencia a largo plazo dependerá en buena parte no solo de que el inversor sienta que cumple con su conciencia social, sino de la rentabilid­ad que se obtenga. En este sentido, el nacimiento de los nuevos bonos SDG ( sustainabl­e developmen­t goal), que cada vez son más frecuentes y vinculan la rentabilid­ad a los objetivos de sostenibil­idad planteados, puede ser una buena línea para su futuro desarrollo.

En el mercado primario, los bonos verdes son los más demandados y permiten reducir la prima de emisión

Dos ejemplos recientes: la emisión de la farmacéuti­ca Novartis de 1.850 millones de euros con un vencimient­o a 8 años, donde se compromete a aumentar el cupón en 0,25% los tres últimos años si no cumple con el objetivo marcado de aumentar el acceso a medicament­os de pacientes con bajos ingresos para el año 2025, y la emisión de 850 millones a 11 años de la multinacio­nal Holcim, dedicada a la producción de cemento y materiales de la construcci­ón, que ofrecía un aumento del cupón del 0,75% si incumple sus objetivos de reducción de emisiones de CO2 en el año 2030.

Lo que sí parece es que con la cantidad de recursos que se están asignando a estas áreas, se vislumbra un futuro, podríamos decir, más ESG: la energía provendrá principalm­ente de energías renovables y habrá menos trabajador­es en industrias peligrosas que dañan el medio ambiente. Con el auge de los coches eléctricos se necesitará más cobre y menos petróleo, a la vez que nuevas sinergias surgirán entre las industrias de autos tradiciona­les y las empresas tecnológic­as para impulsar, por ejemplo, el vehículo autónomo.

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