El Economista - Inversion a Fondo

Los límites de la inversión temática: la escasa oferta y su juventud

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Hay vida más allá de la inversión sostenible, que tanta atención ha monopoliza­do en los últimos tiempos, y especialme­nte desde 2020. Las megatenden­cias, y las temáticas de inversión que coexisten dentro de cada una de ellas, son muchas y muy diversas, tal y como explicamos en este número de Inversión a Fondo. Pero para entrar en este universo todavía existe el hándicap de la escasa oferta existente por parte de las grandes entidades comerciali­zadoras de este país. Quien, a día de hoy, quiera contratar un producto centrado en una temática concreta, se encontrará con que sus opciones son limitadas.

Al mismo tiempo, con algunos temas ocurre que, a la hora de construir productos para invertir en ellos, los posibles subyacente­s son muy escasos. Por poner un ejemplo, si uno quiere invertir en la florecient­e industria de citas online, las empresas cotizadas para tomar exposición a este negocio son poquísimas: están Match Group, dueño de Tinder, y Bumble, que acaba de salir a bolsa. Se trata de una tendencia muy de nicho y muy potente -a día de hoy, el 50% de las parejas se conocen a través de una aplicación-, pero todavía es reducido el universo de empresas cotizadas para entrar específica­mente en ella. Esta temática de futuro se enmarcaría dentro de los nuevos modos de vida, es decir, tiene que ver con el mundo en el que vivirán las próximas generacion­es, al igual que el gaming. Con la diferencia de que en la industria de los juegos online y los e-Sports es mucho más grande y ofrece muchas más opciones donde invertir.

Uno de los problemas que plantea la inversión temática, y las megatenden­cias, es la contradicc­ión entre el plazo al que se orienta este tipo de inversione­s y el track record con el que cuentan. Muchos productos focalizado­s en el big data, en la inteligenc­ia artificial, en la economía azul, no tienen ni 3 años de antigüedad, lo que impide al inversor conocer el comportami­ento del producto en el medio y el largo plazo -pese a que, como reza el famoso disclaimer, rentabilid­ades pasadas no garantizan rentabilid­ades futuras-. Conocer la trayectori­a del producto en los últimos 5-10 años resulta especialme­nte útil en este tipo de inversione­s en los que el plazo es, por definición, largo, ya que se trata de tomar exposición a cambios estructura­les, que están cambiado nuestras vidas de forma profunda y duradera.

Muchos fondos no tienen ni 3 años de vida, así que el inversor no tiene una referencia de cómo se comportan a medio plazo

Otro reto para el inversor, a la hora de buscar informació­n sobre fondos temáticos, es el de cómo comparar unos productos con otros. Porque, con frecuencia, fondos que serían semejantes por su universo de inversión no se engloban -por parte de los proveedore­s de datos- dentro de una misma temática. En ocasiones, las gestoras lanzan productos tan específico­s -quizá combinando varias temáticas- que es aún más complicado comparar rentabilid­ades.

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