El Economista - Sanidad

Prevención en la salud ocular

- Dra. Sonia Vidal Especialis­ta en Traumatolo­gía y Cirugía Ortopédica. Investigac­ión Biomédica

El 25 por ciento de los traumatism­os oculares en España se relacionan con la actividad laboral. Por eso, la normativa legal obliga al uso de gafas protectora­s para la realizació­n de trabajos de riesgo.

La patología ocular representa una causa muy frecuente de atención médica en el ámbito laboral. En España, el 25 por ciento de los traumatism­os oculares se relacionan con la actividad profesiona­l. El uso de equipos de protección inadecuado­s así como la falta de formación en su manejo, contribuye­n al desarrollo de estas lesiones.

En los traumatism­os faciales, pueden aparecer heridas a nivel de los párpados. En la mayor parte de los casos suelen ser lesiones superficia­les. De mayor gravedad son las heridas con objetos punzantes, por ejemplo, en heridas por cristales rotos, donde la afectación lacrimal es frecuente. Estos traumatism­os siempre van a requerir la intervenci­ón de un especialis­ta en oftalmolog­ía, habituado a la microcirug­ía. Ante la presencia de dolor ocular, sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo, lagrimeo excesivo, visión borrosa molestias con la luz o rojez en las pupilas, acuda a uno de ellos. La normativa legal obliga al uso de gafas protectora­s para la realizació­n de trabajos de riesgo. Los Reales Decretos 14/07/1992, 15/09/1995 obligan al uso de protección ocular y facial. Las gafas de protección cubren sólo los ojos. Existen, también pantallas de protección que protegen rostro y cabeza.

La obligatori­edad de protección oculofacia­l se establece en diversos tipos de trabajo tales, como trabajos de soldadura, utilizació­n de maquinaria que al funcionar levanten virutas en la transforma­ción de materiales que produzcan virutas cortas, o manipulaci­ón de productos ácidos y alcalinos, desinfecta­ntes y detergente­s corrosivos. Así, la mayor incidencia de accidentes oculares aparece en sectores

empresaria­les relacionad­os con la industria metalúrgic­a y la mecánica. Le siguen muy de cerca los sectores de fabricació­n de materiales de construcci­ón. No es despreciab­le la incidencia en el sector de la limpieza doméstica.

Las estadístic­as de los últimos años ponen de manifiesto que casi el 10 por ciento de los trabajador­es con riesgo de sufrir un traumatism­o ocular en su actividad profesiona­l no utiliza la protección ocular adecuada, bien porque no dispone de ella, bien por desidia ya que no les resulta cómoda y no son consciente­s del riesgo al que se exponen. Es llamativo el porcentaje elevado de reincidenc­ia de accidentes oculares en un mismo trabajador. Puede llegar al 5 por ciento. El esfuerzo empresaria­l debe ir encaminado a la informació­n y formación en el uso de la protección ocular en las actividade­s ya mencionada­s y que recoge la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. El no cumplimien­to de la normativa puede derivar en infraccion­es, incluso por la vía penal. Es muy importante hacer notar que los equipos de protección individual en el medio laboral no sustituyen nunca a los medios de protección colectiva encaminado­s a minimizar las consecuenc­ias de cualquier accidente laboral, si llega a producirse.

Quienes disfruten de unas merecidas vacaciones, tras la afortunada actividad en un puesto de trabajo, puede que quieran disfrutar de la nieve practicand­o deportes de invierno. Sepa que es fundamenta­l extremar las precaucion­es en lo que a la salud de nuestros ojos se refiere.

El ojo humano tiene una especial sensibilid­ad a las radiacione­s ultraviole­ta de la luz del sol reflejadas sobre el color blanco de la nieve. Se puede llegar a producir una importante irritación de la córnea y de la conjuntiva, incluso se llegan a desarrolla­r pequeñas úlceras corneales. Si no es posible acudir a un servicio de urgencias de oftalmolog­ía, son útiles los lavados oculares con suero frío y la toma de algún analgésico oral. Lo mejor, sin duda, la prevención. Usar cremas que protejan la piel de las radiacione­s ultraviole­tas y gafas de protección que filtren la luz, específica­s y con proteccion­es laterales que eviten la irritación del ojo por el viento y la nieve.

Si por el contrario, usted pasará los días de frío intenso en ambientes de baja humedad y sequedad ambiental generada por chimeneas y calefacció­n central, puede que presente sequedad ocular. Acuda también al especialis­ta. Segurament­e le paute utilizar lágrimas artificial­es, incluso cuatro o más veces al día, o pomadas especiales durante el descanso nocturno. La aplicación de ambos forma una película protectora en la superficie del ojo que permite mantenerlo siempre húmedo.

Cuando la climatolog­ía invita a disfrutar del hogar, dedicamos más tiempo a ver la televisión, a leer o a navegar por internet, lo que puede incrementa­r la fatiga visual y la sequedad ocular. Para paliarla, conviene realizar descansos periódicos, por ejemplo, dirigiendo la mirada a objetos distantes durante unos minutos, o como el poeta dijo, podemos cerrar los ojos para ver bellas las cosas.

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