SIEMPRE CON CEREBRO Y CORAZÓN
La enfermedad vascular causa el 32,5 por ciento de las muertes al año en nuestro país, cifra tan alarmante que se han empezado a tomar serias medidas en cuanto a la prevención laboral se refiere, y no sólo en nuestro territorio, también en otros países de
La enfermedad isquémica del corazón y la enfermedad cerebrovascular son los dos principales componentes de la enfermedad vascular. El término enfermedad vascular se refiere a las patologías que afectan a los vasos sanguíneos, arterias y venas y que, por lo tanto, pueden afectar a cualquier región de nuestro organismo. Constituyen la primera causa de muerte en la población española. En el año 2012 las enfermedades del sistema vascular causaron en España más de 120.000 fallecimientos, lo que supone un 32,5 por ciento del total de defunciones.
El aumento de casos en la enfermedad cerebrovascular es especialmente importante si tenemos en cuenta que casi el 20 por ciento se dan en menores de 50 años y por tanto, en personas en edad laboral. La mayor parte de los Servicios de Medicina Laboral cuentan con planes de prevención y programas formativos para concienciar sobre la necesidad de controlar los principales factores de riesgo de padecer un accidente cerebro-vascular o ictus. Decía el genial Don Santiago Ramón y Cajal: “Las neuronas son células de formas delicadas y elegantes ; las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida humana”. Lo que sí sabemos es que, a pesar de su complejidad, necesitan como cualquier otro tejido, el aporte constante de oxígeno y nutrientes para poder sobrevivir. Lo consiguen a través de un perfecto entramado vascular. Cuando alguno de esos vasos se rompe o su flujo se ve obstruido durante más de tres o cuatro minutos, el tejido cerebral comienza a agonizar y muere. El infarto cerebral ha hecho su aparición. En el ictus se distinguen dos categorías. El ictus de tipo isquémico es el más frecuente, abarcando entre el 80 y el 85 por ciento de los casos. Su etiología radica en la obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral. El taponamiento puede ser debido a la presencia de placas de ateromas, entendiendo como tales una acumulación de depósitos grasos en la pared vascular. Cuando el coágulo se origina en otra parte del cuerpo y se desplaza a través del torrente sanguíneo hasta el cerebro, hablamos de lo que popularmente se conoce como embolia cerebral. Dentro de los accidentes cerebrovasculares de tipo isquémico incluimos el de carácter transitorio cuando el proceso revierte en menos de 24 horas, o bien el ictus establecido cuando el déficit en la función cerebral
es mayor de este período de tiempo. Los principales síntomas son la presencia de hormigueos, desviación de la comisura de la boca hacia un lado o pérdida de fuerza en alguna de las extremidades, así como visión borrosa o doble, en el globo ocular del lado opuesto del cuerpo respecto a la extremidad afectada. Puede haber dificultad en el habla, amnesia para hechos recientes e incluso pérdida brusca de conocimiento. Ante la presencia de alguno de estos síntomas se ha de buscar asistencia médica urgente incluso aunque las molestias hayan cesado. Muchas veces los síntomas son infravalorados en contextos de ansiedad o estrés físico y emocional. Entre el 15 y 20 por ciento de los ictus son de tipo hemorrágico, como consecuencia de la rotura de un vaso sanguíneo cerebral y la consiguiente expulsión de sangre dentro del cerebro.
Ya en el año 2010 a través del estudio científico Interstroke, se establecieron los factores de riesgo más importantes en el desarrollo de un ictus. El más importante de todos ellos es la hipertensión arterial, asociada a más de un tercio de todos los casos. La tensión arterial es una medición de la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre al organismo. La tensión arterial elevada y mantenida en el tiempo aumenta el riesgo de rotura de las arterias del cerebro y, por tanto, de sufrir una hemorragia cerebral. Es por ello que en todos los reconocimientos de Salud Laboral se debe llevar a cabo un exhaustivo control de sus niveles. Se aconsejan estilos de vida saludables. Si no se consigue disminuir las cifras de tensión arterial existen fármacos que han demostrado su eficacia para controlar este factor de riesgo tan determinante. Otros no resultan modificables a nivel médico. Sabemos que el peligro de sufrir un ictus aumenta con la edad y que el riesgo de enfermedad vascular suele ser mayor en las personas con antecedentes familiares. Toda historia clínico-laboral debe recoger estos datos. La presencia de enfermedad vascular previa aumenta mucho el riesgo de volver a sufrirla.
Entre los factores contribuyentes encontramos el consumo excesivo de alcohol, el hábito tabáquico, uso de drogas, inactividad física, obesidad, hipercolesterolemia o diabetes. A menudo se presentan varios factores juntos; además la aparición de uno puede favorecer el desarrollo de otros y las probabilidades de sufrir un ictus se multiplican. Conocer estos factores es muy importante, pues a veces, sencillas medidas pueden ser eficaces como método preventivo. La Organización Mundial de la Salud ha puesto a disposición de los médicos tablas para conocer el riesgo vascular de cada persona, según la edad, el sexo, ser o no fumador, el nivel de tensión arterial y el nivel de colesterol. Algunos países europeos han establecido como obligatoriamente legal para el empresario, informar a cada trabajador de su riesgo vascular e incluso se han creado protocolos de adaptación a cada puesto de trabajo. No menos importantes resultan los programas formativos en técnicas básicas de resucitación cardio-pulmonar y sistemas de alerta inmediata a los centros hospitalarios de referencia. La prevención se erige como el auténtico arte de la Salud.