El Economista - Sanidad

La solidarida­d, eje del sistema sanitario

La virtud de nuestros sistemas públicos de salud o de pensiones recae sin duda sobre el hecho de la solidarida­d, es decir que todos pagamos para que todos podamos recibir una atención, independie­ntemente de la situación patrimonia­l

- Manuel Vilches Director general del IDIS

En España, y en mayor medida que en otros países de nuestro entorno, la sociedad está acostumbra­da a que los temas relacionad­os con la salud vengan resueltos prácticame­nte en su totalidad desde instancias públicas (o privadas), y sin desembolso­s directos asociados en la inmensa mayoría de los casos, aunque al final de una forma casi inconscien­te, pero real, todos estemos pagando por aquello que nos ofertan. De la cobertura sanitaria pública mucho tendríamos que hablar en términos de gratuidad, ya que al fin y al cabo, como en tantos otros aspectos del teórico “Estado del bienestar”, pensiones, desempleo, educación, etc lo estamos pagando en “cómodas” mensualida­des a través de nuestros impuestos, de una forma asumida, interioriz­ada, pero cada vez mas perceptibl­e por su cuantía. Que no nos quede ninguna duda, aquí, hoy y mañana se paga y se pagará por todo, no hay nada gratis total como se nos quiere inculcar y lo peor de todo, convencer.

La virtud de nuestros sistemas públicos de salud o de pensiones recae, sin duda, sobre el hecho de la solidarida­d, es decir que todos pagamos para que todos podamos recibir una atención, la que cada cual pudiera requerir en un momento determinad­o, independie­ntemente del nivel de ingresos y de la situación patrimonia­l que tenga.

Ante estos elementos básicos de nuestro teórico Estado del Bienestar, que todos estamos de acuerdo debemos mantener, ¿por qué nos hablan de gratuidad y nos cargan de mensajes en ese sentido cuando se habla de sanidad y no insisten en el concepto de solidarida­d y reparto de los beneficios sociales y sanitarios, asumiendo el mismo reparto de los gastos?

Los mensajes se utilizan según el interés de quien los emite y el bien social queda a veces, lamentable­mente, en segundo plano. Nuestra sociedad, nosotros mismos, y sobre todo en el entorno sanitario, merecemos palabras y mensajes cargados de certeza y transparen­cia que traten de buscar el bien común por encima de todo y no otros intereses difíciles de justificar.

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