Cambiar las estructuras para sobrevivir
Basta echar un vistazo a los recursos de cada comunidad autónoma para constatar cómo se han construido numerosas infraestructuras hospitalarias -algunas faraónicas- dejando de lado el criterio de los profesionales sanitarios
Todos los que trabajamos en sistema sanitario somos conscientes de que debe cambiar estructuralmente para sobrevivir. Lo que antaño era un servicio nacional que se organizaba con pequeñas delegaciones provinciales, se ha convertido en 17 ministerios de sanidad diferentes, todas ellos con enormes edificios, duplicidad de gestiones y organizaciones sustancialmente diferentes e, incluso, manifiestamente incompatibles con el resto de los servicios autonómicos de España. Y es que basta echar un vistazo a los recursos de cada comunidad para constatar cómo se han construido numerosas infraestructuras hospitalarias – algunas faraónicas – dejando de lado el criterio de los profesionales sanitarios, el sentido común y las verdaderas necesidades asistenciales y atendiendo criterios electoralistas y populistas.
Sin embargo, pese a la inversión en todos estos recursos, se han desatendido muchos aspectos fundamentales. Así, a día de hoy, un profesional encuentra muchas más facilidades para cambiar de trabajo e irse a vivir a cualquier país de la Unión Europea convalidando plenamente sus méritos académicos y profesionales, su carrera y su experiencia profesional, que hacerlo en una comunidad autónoma diferente a la suya. Lo mismo ocurre con los pacientes, resulta igualmente más sencillo el pleno acceso a la sanidad en cualquier país europeo con la tarjeta sanitaria comunitaria que recibir asistencia estando de viaje fuera de casa.
Ante esta situación cobra especial significado el compromiso adquirido entre el Ministerio de Sanidad y las profesiones médica y enfermera para desarrollar un Pacto de Estado por la Sanidad que salve el que es, ha sido y debería ser siempre el principal pilar de nuestro Estado de Bienestar: la sanidad pública, gratuita y universal. Se trata de un Pacto cuyos acuerdos deberán vinculantes y en el que deben participar el Gobierno, la oposición, las administraciones públicas, los profesionales sanitarios y por supuesto, los propios pacientes y ciudadanos. No se podrán pedir sacrificios a unos y otros si no se cuenta con ellos desde el minuto uno.