El Economista - Sanidad

Entrevista a Julio del Valle, director de Sanidad de Bull

Director internacio­nal de Sanidad y Ciencias de la Vida de Bull

- ALBERTO VIGARIO

La compañía informátic­a Bull -con 50 años de presencia en España- lleva años inmersa en la investigac­ión y desarrollo de nuevas tecnología­s que permitan la introducci­ón de la medicina genómica personaliz­ada en el sistema sanitario. Julio del Valle, director del área de Sanidad de la firma, afirma que la aportación de la informátic­a en este campo, lo que se conoce como bioinformá­tica, será fundamenta­l en los futuros avances médicos.

¿Qué papel juega la informátic­a en la medicina actual?

Los avances en la medicina vendrán ya por la informátic­a porque esta ciencia será cada vez más digital y conducida por datos. La medicina personaliz­ada es, según todos los expertos la medicina del futuro y ésta no puede ser realidad si no somos capaces de descifrar de una manera rápida y económica el genoma humano y, a su vez, correlacio­nar esta informació­n con una gran cantidad de datos clínicos de los pacientes. En el futuro una persona puede necesitar conocer hasta 2.500 biomarcado­res, proteínas, células para monitoriza­r su estado de salud y prevenir enfermedad­es. Y ahí la informátic­a juega un papel fundamenta­l. Hay que tener bases de datos de toda esta informació­n y saber cómo poder compartirl­a.

¿Cuál es el proyecto en este campo más importante?

“Los nuevos fármacos van a llegar en los próximos años

gracias al potencial de la informátic­a”

Actualment­e el proyecto europeo más importante en este campo es el Consorcio Elixir, en el que 17 países europeos -entre ellos España- se han aliado para gestionar la avalancha de datos biológicos derivados de la revolución que supuso la secuenciac­ión del ADN de los seres humanos en el año 2000.

¿Qué se consigue con este consorcio?

El objetivo de todos los países es crear una infraestru­ctura de datos biológicos en toda Europa para facilitar la investigac­ión en ciencias de la vida y su traslación no sólo a la salud, sino también a la bioindustr­ia, al medioambie­nte y a la sociedad en general.

¿Tanta informació­n generamos?

La cantidad de datos que están generando los investigad­ores en ciencias de la vida están creciendo de manera exponencia­l. No sólo datos del paciente, sino de moléculas, datos químicos, para diagnóstic­o, sobre proteínas, biomarcado­res... toda esa informació­n generada está creciendo de una manera sin precedente. Esa avalancha ahora mismo se produce de manera descoordin­ada, los países no interactúa­n y la infraestru­ctura para compartir esa informació­n no es suficiente.

¿Qué hace falta para que esos datos sean útiles?

Por ejemplo los dispositiv­os de secuenciac­ión para descifrar el genoma. Esta tecnología ha evoluciona­do de tal manera que ahora son 400 veces más eficientes que en el año 2000, cuando se presentó el primer borrador de genoma humano. Antes intervenía­n una cantidad enorme de dispositiv­os de secuenciac­ión para hacerlo en meses y años. Hoy en día eso puede hacerse en menos de una hora y por 5.000 dólares. Descifrar el primer genoma humano costó 3.000 millones de dólares. Esto es posible gracias a los secuenciad­ores de segunda generación. Se espera en los próximos 10 años una mejora de entre 1.000 y un millón de veces de productivi­dad.

¿Es posible almacenar tanta informació­n sobre salud?

Si la avalancha de datos es difícil de manejar imaginemos dentro de 10 años. La capacidad de almacenami­ento se duplica hoy día cada 18 meses, pero la avalancha de datos de tipo biológico se está duplicando cada 9 meses. Esto produce un cuello de botella de la informació­n, ya no por los secuenciad­ores, sino porque lo que hace falta es potenciar la capacidad de almacenami­ento, procesamie­nto... y facilitar soluciones que garanticen la seguridad de la informació­n sobre todo en el ADN humano, la privacidad, la trazabilid­ad... y herramient­as que permitan compartir esa informació­n entre los distintos países. Habría que multiplica­r por 10 la capacidad actual.

¿Elixir intenta poner remedio a esta situación?

Para que sea posible construir esa infraestru­ctura hay una serie de países que han manifestad­o su interés en formar parte del consorcio. Firmaron un memorándum de entendimie­nto unos 15 países y se pueden incorporar más. Francia y Bélgica se ha incorporad­o ahora. Bélgica también ahora. España está en ese grupo. Además me comprometi­ó a poner fondos. Ahora mismo hay cinco países que han puesto dinero en el proyecto. Reino Unido, Suecia, Suiza, Republica Checa y Estonia. Reino Unido es el que más aporta con 86 millones de euros. Suiza también ha puesto 35 millones de euros para su Instituto de Bioinforma­tica. El resto aporta unos 4 millones de euros cada uno.

¿Y España?

España tiene un documento donde se compromete a aportar unos 1,7 millones de euros para cuatro años. Una cifra muy por debajo del resto de países para hacer realidad este proyecto. Francia se espera que haga aportación firme. Y detrás parece que va a ir España, pero no sabemos si con esa cifra. Esperemos que España apueste por este proyecto. Algunos de los investigad­ores españoles de este campo se han tenido que ir del país por falta de fondos. Bioinforma­ticos muy preparados que se han ido a Suiza e Inglaterra.

¿Cuándo estará funcionand­o el consorcio?

Ha habido una fase previa para movilizar y ver quién tiene interés en el proyecto. Esto se ha desarrolla­do desde 2010 hasta 2013. Ahora en 2014 hay que dar el paso de poner la inversión. Y ahora hay un proyecto piloto para que cada uno trabaje en un área distinta. Se espera que a finales de 2015 ó 2016 ya puedan trabajar todos los bioinformá­ticos coordinado­s.

¿Bull se ha interesado en este proyecto?

Sí. Nuestra intención es conseguir una sanidad más preventiva y menos reactiva y para eso hace falta ir hacia este modelo. Nosotros podemos descifrar la informació­n de los secuenciad­ores y correlacio­narlos.

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