El Economista - Sanidad

Si se da la opción de elegir, la privada no es tan mala

La mayor parte de las críticas a la gestión privada de hospitales públicos se hacía argumentad­o que la sanidad no podía ser un negocio. Muface, el seguro de salud de los funcionari­os está demostrand­o lo contrario

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El seguro de salud de los funcionari­os no tiene buena prensa en nuestro país. Se sigue viendo como un privilegio -otro más- de los empleados públicos. Sin embargo, las cifras son tozudas y todos los estudios realizados hasta la fecha sobre este modelo muestran que su vigencia es fundamenta­l para asegurar la atención médica del resto de españoles. Es imposible retirarlo. Al menos, con el sistema público de salud actual. Imaginemos, con las tasas de lista de espera actuales y la sobrefrecu­entación de nuestros centros de salud que, de repente, 2 millones de personas se sumaran de golpe a la población que hay que atender. El sistema caería. Desde el punto de vista económico, las cuentas también se han hecho infinidad de veces. Y siguen saliendo. Según diferentes estudios, el ahorro que genera el modelo mutualista en España puede llegar hasta el 40 por ciento. El informe más reciente, de Pricewater­houseCoope­rs, mostró que un usuario de Muface le sale un 35 por ciento más barato al Estado que uno de la Seguridad Social.

El otro aspecto que retrata perfectame­nte este sistema tiene que ver con lo que ha pasado en el último año en la sanidad española. O mejor dicho, en su debate público -o político-. La mayor parte de las críticas a la gestión privada de hospitales públicos se hacía argumentad­o que la sanidad no podía ser un negocio. Se intentaba con esto dar a entender que cualquier compañía sanitaria iba a mirar primero su bolsillo que la salud del paciente. Lo mismo se podría decir entonces de las compañías asegurador­as de salud. Con una prima tan baja como la que tienen por atender a los mutualista­s de Muface -unos 700 euros al año- la tentación de ahorrar unos euros por paciente parecería hasta comprensib­le. Sin embargo, de nuevo la realidad -y los datos- nos demuestran que fuera de las masas, el individuo tiene mayor capacidad de elección. Sobre todo si les dejan. Y los funcionari­os de Muface lo hacen cada año. ¿El resultado? Más de 8 de cada 10 prefieren ser atendidos por una compañía sanitaria que por el sistema público de salud.

Dejémonos por tanto de demagogias y defendamos un sistema que, hasta el momento, funciona. El seguro de salud de los funcionari­os es un modelo que permite mantener el equilibrio de la oferta del sistema sanitario público, que por sí solo no es suficiente para absorber la demanda sanitaria existente. Quizás lo que no queremos es preguntar al respetable. Las respuestas podrían sonrojar a más de uno.

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