INESTABILIDAD LABORAL Y BRUXISMO
Entre un 10 por ciento y un 30 por ciento de la población general sufre esta patología, aunque sólo la mitad de los casos llegan a ser bien diagnosticados y tratados
Hace pocos días la prestigiosa revista American
Journal of Otolaryngology, en un interesante editorial, alertaba sobre el llamativo aumento de casos de bruxismo diagnosticados en los dos últimos años. Los autores concluyen que la inestabilidad laboral y económica, representada a modo de despidos y expedientes de regulación de empleo de los últimos tiempos es la responsable del incremento, en más de un 40 por ciento, de los pacientes con bruxismo. Se trata, pues, de un proceso patológico muy a tener en cuenta entre los profesionales de la Medicina Laboral y los Servicios de Prevención.
El bruxismo es un acto involuntario de la musculatura mandibular que conlleva el apretar y rechinar las estructuras dentales. Es un proceso nocturno y queda clasificado dentro de los trastornos del sueño como una alteración del movimiento. Al ocurrir mientras se duerme, la mayoría de los bruxistas no saben que lo son. Nuestra actividad motora orofacial se encuentra, fisiológicamente, en niveles muy bajos durante el sueño, pero suficientes para mantener un correcto funcionamiento de la vía oral y faríngea. Para permitir, por ejemplo, la deglución del exceso de mucosidad nocturna. Los eventos bruxistas responden a contracciones fuertes, e incluso rítmicas, en el rechinar de los dientes. Se denomina bruxismo céntrico al apretamiento y excéntrico al que se produce por frotamiento de las estructuras dentales. El bruxismo diurno se relaciona con hábitos como morderse los labios o comerse las uñas, entre otros. La sintomatología es muy amplia y diversa. Los signos más evidentes aparecen en el período de vigilia. Se puede encontrar dolor en la región mandibular y en los oídos, cefaleas, rigidez facial y alteraciones bucodentales con destrucción del esmalte y la dentina que favorecen la pérdida de piezas dentarias. Puede aparecer, también, sensibilidad dental al frío, el calor y los alimentos dulces. El diagnóstico diferencial ha de establecerse con otras causas de desgaste y lesiones dentarias, como puede ser la enfermedad gingival,
procesos bacterianos y erosiones químicas. El dolor orofacial debe diferenciarse de procesos como las neuralgias, las migrañas, y las sinusitis. Muchas teorías se han descrito para explicar la aparición del bruxismo, sin embargo, la mayoría de ellas sugieren un origen multifactorial. Hay factores intrínsecos en relación a las maloclusiones dentarias, malformaciones articulares y óseas. Algunos estudios muestran asociaciones familiares que implicarían un componente genético en su aparición. La fisiología del sueño ha sido ampliamente estudiada en la búsqueda de las causas para este trastorno. Sin embargo, las variaciones individuales son muy grandes como para poder llegar a determinar un único patrón predisponente. Lo cierto es que el patrón definido para un único individuo, puede mostrar alteraciones muy llamativas a lo largo de toda su vida.
Existen evidencias de que el bruxismo en niños es diferente y con diferentes factores etiológicos que en los adultos. Es un proceso muy común en niños de 3 a 12 años de edad. Lo que aún se desconoce es el mecanismo de transición de un niño bruxista a un adulto bruxista. Todo un mundo por explorar. Sin duda.
Dentro de los factores psicosociales se ha llegado a constatar la relación con el estrés y la ansiedad. Hay algunos estudios que correlacionan, con diferentes niveles de evidencia, el estrés diurno referido por un paciente con la actividad electromiográfica que puede ser medida en un estudio durante el sueño. Otros estudios han examinado los niveles de catecolaminas en pacientes con bruxismo, concluyendo que la epinefrina y la dopamina tienen fuerte relación con su aparición, apoyando el concepto de que el estrés emocional es un factor importante en el desarrollo del bruxismo. En relación al tratamiento, se han utilizado tradicionalmente protectores dentales o férulas con el objetivo de evitar el bruxismo durante el sueño, y poder prevenir los daños que se pueden ocasionar en los dientes y en la articulación temporomandibular. A todo ello se pueden unir ejercicios de relajación, aplicación de calor local, evitar comer alimentos duros y dulces y otras recomendaciones para conseguir dormir bien. Se aconseja establecer hábitos que permitan conciliar bien el sueño como tomar una ducha caliente antes de dormir, no hacer ejercicio físico antes de acostarse, evitar el café y el alcohol.
Otras opciones pasan por los sistemas de ortodoncia para ajustar el patrón de mordida y alinear adecuadamente los dientes. Si nada de ello funciona, existen recursos quirúrgicos aplicables de manera individualizada y personal.
Cada vez son más numerosos los empresarios sensibilizados con el hecho de que la productividad laboral se puede ver condicionada por la calidad de vida de sus trabajadores que, en multitud de ocasiones, son sometidos a situaciones de excesivo estrés. Más aún en tiempos de precariedad laboral.
Por ello, a través de los Servicios de Medicina Laboral se han puesto en marcha campañas de concienciación para la buena salud bucodental e, incluso, entre los más innovadores, se desarrollan proyectos para el Estudio del Sueño. El objetivo prioritario es brindar al trabajador todas las herramientas que permitan un exhaustivo estudio que poder descubrir que el problema orofacial y bucodental viene dado por el hábito bruxista. Al ser un acto involuntario, es difícil de prevenir y, por ello, es importante acudir a revisiones periódicas para lograr un diagnóstico precoz y evitar posibles efectos secundarios.