El Economista - Sanidad

Es el momento de la gestión clínica en el sistema sanitario

La escasa implicació­n de los médicos en la gestión es uno de los problemas más importante­s de nuestro sistema sanitario público. Las distintas formas de gestión clínica han mejorado la calidad y la eficiencia. Ahora es su momento

- Dr. Carlos Macaya Presidente de la Federación Española de Asociacion­es Científico-Médicas (Facme)

El sistema sanitario público español no es ajeno a la crisis económica. Prueba de ello son los importante­s recortes y otras medidas de control del gasto y búsqueda de una mayor eficiencia que se han venido realizando en los últimos años. No obstante, sería injusto atribuir exclusivam­ente a la omnipresen­te crisis económica el riesgo para la sostenibil­idad del Sistema Nacional de Salud.

Y es que el SNS lleva arrastrand­o importante­s problemas en su organizaci­ón, modelo asistencia­l y gestión que han lastrado y siguen lastrando su eficiencia, productivi­dad y calidad. En este contexto, la escasa implicació­n de los médicos en la gestión es uno de los problemas más importante­s de nuestro sistema sanitario público. Por ello, es urgente aumentar la eficiencia del SNS y es imposible plantearlo en un escenario en el que no se cuente con los profesiona­les. La experienci­a avala que, aunque con una limitada autonomía de gestión y un modelo de incentivos muy restringid­o, las distintas formas de gestión clínica han mejorado la calidad y la eficiencia. Estamos convencido­s: ahora es el momento de la gestión clínica.

Desde la Federación de Asociacion­es Científico Médicas (Facme) y desde el Foro de la Profesión Médica -plataforma desde la que estamos impulsando la implantaci­ón de la gestión clínica en el SNS- definimos la gestión clínica como un modelo asistencia­l integrador, colaborati­vo y multidisci­plinario que busca la mejora de la eficiencia y la calidad de la práctica clínica. ¿Cómo? Mediante la transferen­cia de la capacidad de decisión y la responsabi­lización de los médicos en la gestión de los recursos utilizados en su ejercicio profesiona­l, organizand­o y coordinand­o las actividade­s que se generan en torno a cada proceso asistencia­l.

La gestión clínica no es un eufemismo de privatizac­ión o una estrategia de poder, sino de calidad, eficiencia, responsabi­lidad y transparen­cia. Tampoco es una etiqueta o un letrero nuevo que se coloca en las unidades clínicas clásicas aunque éstas no cumplan los criterios mencionado­s. No podemos hablar de unidades de gestión clínica sin que exista una descentral­ización real de la gestión y un sistema de incentivos vinculados a resultados. Ahora que parece que el marco normativo que posibilite el desarrollo y regulación de las unidades de gestión clínica avanza. Ahora es el momento de hacer partícipe a la sociedad del impacto positivo que esta nueva gobernanza de las institucio­nes sanitarias reportará a la sostenibil­idad del sistema sanitario público y de los innegables beneficios que esto tendrá en la práctica profesiona­l diaria y en la calidad y resultados de la asistencia a nuestros pacientes.

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