Es el momento de la gestión clínica en el sistema sanitario
La escasa implicación de los médicos en la gestión es uno de los problemas más importantes de nuestro sistema sanitario público. Las distintas formas de gestión clínica han mejorado la calidad y la eficiencia. Ahora es su momento
El sistema sanitario público español no es ajeno a la crisis económica. Prueba de ello son los importantes recortes y otras medidas de control del gasto y búsqueda de una mayor eficiencia que se han venido realizando en los últimos años. No obstante, sería injusto atribuir exclusivamente a la omnipresente crisis económica el riesgo para la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.
Y es que el SNS lleva arrastrando importantes problemas en su organización, modelo asistencial y gestión que han lastrado y siguen lastrando su eficiencia, productividad y calidad. En este contexto, la escasa implicación de los médicos en la gestión es uno de los problemas más importantes de nuestro sistema sanitario público. Por ello, es urgente aumentar la eficiencia del SNS y es imposible plantearlo en un escenario en el que no se cuente con los profesionales. La experiencia avala que, aunque con una limitada autonomía de gestión y un modelo de incentivos muy restringido, las distintas formas de gestión clínica han mejorado la calidad y la eficiencia. Estamos convencidos: ahora es el momento de la gestión clínica.
Desde la Federación de Asociaciones Científico Médicas (Facme) y desde el Foro de la Profesión Médica -plataforma desde la que estamos impulsando la implantación de la gestión clínica en el SNS- definimos la gestión clínica como un modelo asistencial integrador, colaborativo y multidisciplinario que busca la mejora de la eficiencia y la calidad de la práctica clínica. ¿Cómo? Mediante la transferencia de la capacidad de decisión y la responsabilización de los médicos en la gestión de los recursos utilizados en su ejercicio profesional, organizando y coordinando las actividades que se generan en torno a cada proceso asistencial.
La gestión clínica no es un eufemismo de privatización o una estrategia de poder, sino de calidad, eficiencia, responsabilidad y transparencia. Tampoco es una etiqueta o un letrero nuevo que se coloca en las unidades clínicas clásicas aunque éstas no cumplan los criterios mencionados. No podemos hablar de unidades de gestión clínica sin que exista una descentralización real de la gestión y un sistema de incentivos vinculados a resultados. Ahora que parece que el marco normativo que posibilite el desarrollo y regulación de las unidades de gestión clínica avanza. Ahora es el momento de hacer partícipe a la sociedad del impacto positivo que esta nueva gobernanza de las instituciones sanitarias reportará a la sostenibilidad del sistema sanitario público y de los innegables beneficios que esto tendrá en la práctica profesional diaria y en la calidad y resultados de la asistencia a nuestros pacientes.