Para tratamientos de alto coste
La reducción de un 30 por ciento en el gasto público en fármacos de los últimos tres años ha llevado a los laboratorios a poner en marcha este tipos de acuerdos con la Administración para poder introducir en el mercado sus nuevos medicamentos. Algunas de las multinacionales de fármacos más importantes como Roche y Merck ya han tenido experiencias con los acuerdos de riesgo compartido, en los que el laboratorio acepta un pago condicionado al resultado real que su medicamento tenga en el paciente al que se le administra.
Se usa sobre todo para poder introducir en el mercado nuevos fármacos para enfermedades graves, en muchos casos para tratar el cáncer, que tienen un alto coste para los hospitales públicos. El tratamiento de un paciente durante un año con estas nuevas terapias puede suponer un desembolso cercano a los 50.000 euros. El objetivo de estos contratos es fijar una serie de parámetros consensuados entre el laboratorio y el hospital que lo administra para medir la eficacia real del fármaco en cada paciente que lo reciba. Si la terapia no consigue el mismo éxito en el paciente por el que el fármaco ha sido aprobado y financiado por las autoridades, el pago del mismo puede ser reducido según lo acordado en el contrato. En algunos casos, la eficacia del medicamento no se logra debido a fallos en las tomas del mismo o por causas ajenas a las propiedades del fármacos. Estos aspectos también se recogerán en los contratos. La compañía farmacéutica acepta el riesgo a cambio de un acceso más rápido de su innovación en los hospitales.
En el año 2013, la Generalitat de Cataluña y Roche firmaron el primero de estos acuerdo que afectará a los nuevos medicamentos oncológicos que espera lanzar la compañía suiza en nuestro país. Igualmente, el año pasado, la alemana Merck firmó su primer contrato de este tipo también en Cataluña.