El Economista - Sanidad

Conflictos en la sanidad, la mediación como respuesta

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No hay la menor duda de que el sector sanitario está convulso. Y si el sector sanitario está convulso también lo está la sociedad. Somos altamente sensibles a los temas que afectan a nuestra salud, de ahí que los cambios que se producen en los sistemas de salud, sean más o menos necesarios, produzcan en la sociedad una enorme preocupaci­ón.

Si estos cambios afectan además al modelo y a las condicione­s de prestación del servicio sanitario, son fuente de conflictos que son vividos como que afectan a derechos fundamenta­les, al bolsillo de los ciudadanos y a valores sociales compartido­s. Hoy en día un sector sanitario en ebullición se está gestionand­o con mecanismos de resolución de conflictos que como mínimo están en entredicho.

En efecto, la sanidad está llena de conflictos en el interior de sus institucio­nes porque no hemos sido capaces de hacerles frente con mecanismos eficaces. Las organizaci­ones sanitarias públicas o privadas, a pesar de haber hecho un importante esfuerzo de formación de sus cargos ejecutivos en materias tales como liderazgo, gestión clínica, control económico, etc., se encuentran que tienen que gestionar un alto número de conflictos para el que no se sienten preparadas.

Gestionar eficazment­e una universida­d o un hospital, por poner un ejemplo, requiere a los ejecutivos interaccio­nes constantes con personal de alto nivel profesiona­l. Sus responsabl­es de RRHH y gerentes no han tenido tiempo, ocasión y oportunida­d de formarse en el ámbito de gestión de conflictos. El motivo principal es que este es un campo novedoso, donde la oferta es casi inexistent­e, segurament­e poco especifica y en muchos casos de discutible calidad. No sólo eso, la negociació­n de alto nivel con proveedore­s de servicios y productos debido a las restriccio­nes presupuest­arias se ha vuelto crítica. Véase, por poner un caso, el tema de los tratamient­os para la hepatitis C.

También las relaciones con los usuarios del sistema requieren más dedicación que antaño, mejor comunicaci­ón, afrontar problemas grupales llámense mareas blancas, ocupación de servicios de urgencias u otras instalacio­nes, negociacio­nes con asociacion­es de vecinos, etc. En resumen, ante situacione­s de alta sensibilid­ad y emocionali­dad, las herramient­as de las disponen los cargos ejecutivos están basadas en lo que hoy puede ya constituir un conocimien­to obsoleto o al menos insuficien­te para la práctica diaria. Por tanto, las tensiones que esta situación genera para todas las personas son evidentes.

A pesar de que en los últimos años ha habido en toda España un fuerte movimiento, incluso con importante­s cambios legales, a favor de la mediación, no debemos olvidar que esta figura emergente ocupa en la actualidad en Europa solamente un espacio del 1 por ciento en el mercado de resolución de

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