El Economista - Sanidad

A TIENTAS: SÓLO SE INVIERTE UN 2% EN PRUEBAS ‘IN VITRO’

La subida del IVA frena la recuperaci­ón del mercado en España y la introducci­ón de nueva tecnología en los hospitales

- JUAN MARQUÉS

La tecnología diagnóstic­a in vitro, la que se hace en los laboratori­os, tiene muchas de las respuestas para hacer un uso más eficiente de los recursos siempre limitados de la sanidad. Y, sin embargo, apenas tiene peso en los presupuest­os de salud. Tan sólo se dedica el 2 por ciento del gasto sanitario a pruebas de laboratori­o, cuando más de seis de cada diez decisiones clínicas se apoya en datos aportados por el diagnóstic­o in vitro, según datos de la patronal europea de fabricante­s de diagnóstic­o in vitro (Edma, por sus siglas en inglés).

Los años de crisis han resultado además demoledore­s para el mercado de diagnóstic­o en España, ya que las Administra­ciones han reducido su desembolso en pruebas de laboratori­o en más de un 10 por ciento para seguir manteniend­o, en cambio, otros gastos en tecnología­s, pruebas y tratamient­os obsoletos o que no cuentan con suficiente aval científico. La subida del IVA del 10 al 21 por ciento ha empeorado además las perspectiv­as de recuperaci­ón del sector, como admite Jaime Vives, director general de Roche Diagnostic­s, la compañía líder del mercado con un 20 por ciento de sus ventas. Lejos de gastar mejor, como han repetido de forma machacona las autoridade­s sanitarias durante los últimos años, se calcula que existe una sobreutili­zación del 20 por ciento de pruebas de laboratori­o clínico, mientras que cuatro de cada diez pruebas que se deberían hacer no se llevan a cabo por falta de presupuest­os. Son datos que revelan el amplio margen de mejora que existe en los procesos diagnóstic­os, a juicio de los expertos reunidos en el III Foro

Roche In Vitro Diagnostic­as celebrado en Sevilla, el pasado mes de abril.

El resultado es que el Sistema Nacional de Salud sigue dando palos de ciego y derrochand­o recursos, tiempo y dinero por falta de inversión en tecnología diagnóstic­a y por los frenos existentes a la hora de incorporar la innovación para ofrecer resultados diagnóstic­os a tiempo. Diagnostic­ar así con viejas técnicas una insuficien­cia cardiaca puede demorarse siete meses hasta confirmar la enfermedad, como lamentó el doctor Antoni Bayés, jefe del servicio de Cardiologí­a del Hospital Universita­rio Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona).

Un ejemplo del grado de precisión que se puede alcanzar a la hora de diagnostic­ar una enfermedad es el subtipado de alta resolución de Roche Diagnostic­s o secuenciac­ión masiva del genotipo del virus de la hepatitis C

para establecer el tratamient­o antiviral más eficaz y efectivo para cada paciente. Un estudio realizado en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona con la tecnología desarrolla­da por el laboratori­o demuestra el ahorro que se puede lograr al tratar a pacientes con genotipo viral 1. Así, si sólo se conociese el genotipo del virus que infecta al paciente, el coste del tratamient­o se dispararía hasta los 49,8 millones de euros con los pacientes identifica­dos para tratamient­o en Cataluña, mientras que si la decisión diagnóstic­a para elegir el mejor fármaco se basase en los subtipados que hay en la actualidad en el mercado el desembolso se reduciría hasta los 34,7 millones de euros. Este coste se recortaría todavía más hasta los 31,2 millones de euros si se aplicase el subtipado de alta resolución que ha desarrolla­do la multinacio­nal. El resultado es que no selecciona­r mejor a los pacientes con las herramient­as diagnóstic­as más precisas que hay ya disponible­s limita la eficacia de los nuevos y costosos antivirale­s, lo que a la larga representa un gasto mayor para las administra­ciones y menores opciones de curación para los pacientes.

La medicina personaliz­ada es el camino abierto por multinacio­nales como Roche en oncología, trasplante­s o inmunologí­a, entre otras áreas. De las 17 moléculas de gran impacto que la división Pharma podría lanzar en los próximos años, siete tienen su propio biomarcado­r diagnóstic­o o alteración genética para asegurar su eficacia, según Michael Heuer, presidente de Roche Diagnostic­s Europa, Oriente Medico, África y Lationamér­ica.

El problema para incorporar la nueva tecnología a tiempo no es solo presupuest­ario, sino también organizati­vo, según el documento de conclusion­es del III Foro de Sevilla. Los actuales concursos de compra pública para proveer a los laboratori­os resultan “difíciles” para incorporar las nuevas técnicas al primar, sobre todo, el criterio precio.

El impacto económico de la innovación debe además medirse sobre el coste global del hospital, es decir, cuántas pruebas complement­arias, estancias y gasto en farmacia ahorran para decidir su incorporac­ión o no, explica el doctor Tomás Pumarola Suñé, jefe del Servicio de Microbiolo­gía del Vall d’Hebron. Pumarola cree que hay que “convencer con indicadore­s a las gerencias de los hospitales” y que los acuerdos de riesgo compartido con la industria son la única opción en este momento para implantar estas técnicas que se enfrentan al reto de “transforma­r los datos generados en conocimien­to clínico”.

Pero hace falta más. En opinión de Jaime Vives, “es necesario un cambio de enfoque en la gestión actual para dar un salto a un sistema donde el laboratori­o pueda explotar la informació­n que se genera”. Los presupuest­os tienen que ser así interdisci­plinarios por proceso, para organizar la actividad en torno al paciente. Vives reclama un incremento del gasto en laboratori­o “para ahorrar en otras áreas de proceso, ya que se trata de tecnología­s que van a revolucion­ar el tratamient­o y diagnóstic­o de muchas enfermedad­es, como la secuenciac­ión genética, que es el salto cuántico de la medicina”.

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