Un Sistema Nacional de Salud de altos cargos único en el mundo
Difícilmente se puede encontrar en el mundo un Sistema Nacional de Salud como el español. Y no hablamos sólo de sus resultados, que son más que óptimos teniendo en cuenta el nivel de inversión o el gasto público en términos de PIB. Nos referimos también a su compleja estructura directiva y a la red de altos cargos que pueblan los 17 servicios de salud regionales en los que se divide la sanidad española.
Quienes albergaban alguna esperanza de que los nuevos gobiernos autonómicos surgidos tras las últimas elecciones autonómicas del pasado 24 de mayo iban a simplificar y recortar los organigramas de sanidad ya pueden olvidarse. Partidos, como Ciudadanos y Podemos, habían avanzado esa intención, pero el precio de su apoyo no se ha traducido en hechos en esta dirección.
El recuento de cargos directivos y estructuras que realizamos en este número a partir de los decretos publicados por las comunidades autónomas vuelve a arrojar casi la misma imagen anterior, con cambios de nombres en algunas direcciones generales y la creación de cuatro nuevas consejerías para asumir las competencias de servicios sociales. Nadie parece renunciar a estas estructuras directivas que replican y multiplican por 17 el número de consejerías y viceconsejerías, subsecretarías, servicios de salud, direcciones generales, organismos públicos autónomos y fundaciones hasta levantar un complejo y burocrático sistema de salud. A pesar de que algunas voces dentro del propio Consejo Interterritorial del SNS han vuelto a reclamar la devolución de competencias sanitarias, caso de salud pública, el Gobierno no quiere abrir este melón. Poco parece importar el coste de estas redes directivas. El caso más flagrante es el de la sanidad catalana, que cuenta con 60 altos cargos con sueldos que en una docena de casos superan los 100.000 euros anuales, bastante más de lo que cobra el presidente del Gobierno.
Podría pensarse desde fuera que las comunidades nadan en la abundancia. Pero nada más lejos de la realidad cuando Cataluña, por ejemplo, sigue sin estar al día con el pago de las recetas dispensadas en las farmacias. Por eso, porque nadie parece rendir cuentas ni nadie tampoco parece pedirlas, se han lanzado en tromba a hacer demagogia con una cuestión tan seria como la inmigración aunque para ello tengamos, de nuevo, que ser la excepción en Europa.
Quienes albergaban alguna esperanza de que los nuevos Gobiernos regionales surgidos de las elecciones iban a simplificar y recortar los organigramas en Sanidad ya pueden olvidarse