Alonso y las vacunas: el ministro tiene al enemigo dentro de casa
El error de Alonso ha sido su falta de información sobre el asunto. El segundo problema lo tiene dentro, en el grupo de técnicos que aún hoy está boicoteando las decisiones del ministro
El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, llegó al cargo hace ahora exactamente un año. Sustituyó a una defenestrada Ana Mato, a la que le había tocado lidiar con el ébola y los recortes en el gasto sanitario. Alonso puso cordura y buen talante con el sector desde su llegada al Ministerio. Sin embargo, en las últimas semanas ha perdido parte del pulso a su Ministerio. Quizás su designación en octubre como presidente del Partido Popular en el País Vasco y la cercanía de las elecciones generales ha hecho que el ministro no haya estado a la altura en un caso como el del desabastecimiento de vacunas infantiles. Se trata de un verdadero problema y una angustia para muchas familias españolas, quienes se han visto y se ven aún afectadas por una situación de indefensión. Sus pediatras les recomiendan poner a sus bebés una serie de vacunas que luego no encuentran por ningún sitio.
El primer error del Ministerio ha sido su falta de información sobre el asunto. Tras varios días informando numerosos periódicos, incluido el-Economista, sobre esta falta de suministro, el ministro Alonso tuvo que reconocer al final la situación. Aunque antes de eso, fuentes de su propio ministerio acusaran a esos medios de crear una alarma injustificada. Mientras, esos mismos padres siguen preguntando a conocidos, pidiendo favores a médicos o farmacéuticos amigos, e incluso viajando en sus fines de semana a Portugal o Andorra para conseguir la ansiada vacuna de la meningitis o la tosferina, recomendada por su pediatra o su ginecólogo. El Ministerio de Sanidad les debe transmitir aún a esas familias mucha más información de lo que está haciendo.
El segundo problema lo tiene Alonso en sus propios técnicos del Ministerio. Hay que recordar que la primera vacuna con problemas, la de varicela, no se retiró de las farmacias en la época de Ana Mato por motivos de seguridad o eficacia, sino porque técnicos del Ministerio apoyaron en ese momento una corriente científica que defiende que es mejor, a largo plazo, que los niños pasen la enfermedad. Alonso llegó y cambió la situación, incluyendo esta vacuna en la financiación gratuita, pero estos mismos técnicos de la Agencia Española del Medicamento siguen ahora poniendo trabas burocráticas para que el fármaco sea dispensado. Bien haría el ministro en buscarse aliados dentro y encontrar quién boicotea desde dentro sus propias decisiones.