El Economista - Sanidad

Coste-efectivida­d de la prótesis aórtica transcatét­er

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El tratamient­o de la estenosis aórtica con la prótesis valvular aórtica transcatét­er, conocida por sus siglas inglesas como Tavi, se comenzó a utilizar en abril del 2002, expandiénd­ose su uso a partir del 2007. Su indicación es el tratamient­o de la estenosis aórtica severa que no puede intervenir­se quirúrgica­mente por algún tipo de contraindi­cación, desde una imposibili­dad anatómica hasta un excesivo riesgo quirúrgico. En estos casos, la alternativ­a es el tratamient­o médico. Aunque médicament­e la Tavi es la opción preferible en estos pacientes, se han realizado varios estudios de coste-efectivida­d comparando ambas alternativ­as. Los resultados son muy variables, desde una razón de coste-efectivida­d incrementa­l de 20.137 euros hasta 48.017 euros -coste por año de vida ganado ajustado por calidad-. Esta heterogene­idad ocurre por la complejida­d de la enfermedad, que incluye pacientes en buen estado que no se pueden operar por un problema anatómico puntual -por ejemplo, exceso de calcio en la aorta-, hasta pacientes con gran deterioro global. En los primeros se estima que el coste-efectivida­d es más favorable a la Tavi. Esto es así porque, a pesar de la eficacia de la Tavi, en los pacientes ancianos con otras patologías no se obtiene un beneficio en superviven­cia más allá de los 2 ó 3 años que compense el alto coste del dispositiv­o.

Con la mejora de los dispositiv­os la técnica se ha comenzado a expandir hacia otros pacientes sin contraindi­cación quirúrgica. A partir de los registros de estos pacientes se han publicado varios estudios de coste-efectivida­d de la Tavi respecto al tratamient­o quirúrgico. En este caso, el beneficio en términos de años de vida ganados ajustados por calidad es modesto, mientras que la diferencia de costes con respecto a la alternativ­a quirúrgica es muy variable dependiend­o sobre todo del sistema sanitario evaluado. En España, uno de los países de Europa con menor tasa de implantaci­ón de Tavi y mayor número de centros que implantan hemos objetivand­o ausencia de coste-efectivida­d en global en pacientes de riesgo moderado-alto, fundamenta­lmente por el alto coste del material para la Tavi y el relativame­nte bajo coste de hospitaliz­ación en comparació­n con otros países europeos. De hecho, si a los resultados obtenidos en el contexto español aplicamos los costes quirúrgico­s de otros países donde el coste de la hospitaliz­ación es mayor -como Reino Unido y Holanda-, observamos que la TAVI tiene más de un 80 por ciento de probabilid­ad de ser coste-efectiva con respecto a la cirugía, mientras que en España se sitúa en torno al 30 por ciento. A pesar de ello, debido a los buenos resultados de los ensayos clínicos y a su gran aceptación en la práctica, es esperable la ampliación de los criterios de Tavi a pacientes sin contraindi­cación quirúrgica. Si este aumento en la demanda se acompaña de una reducción del coste del dispositiv­o de un 30 por ciento, la Tavi podría se coste-efectiva para un gran número de pacientes en nuestro país.

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