El Economista - Sanidad

La CNMC le saca los colores al Gobierno con los fármacos

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En las últimas semanas la Comisión Nacional de los Mercado y la Competenci­a (CNMC) ha emitido dos informes con un objetivo común: la promoción de la competenci­a en el sector biofarmacé­utico, y señalando como los cambios en la regulación emprendido­s por el gobierno español no van en la buena dirección. El primer informe abordaba la venta de medicament­os tan regulada y limitada en las oficinas de farmacia que proviene de un modelo caduco y cada vez menos adecuado a las nuevas tecnología­s y condicione­s del mercado. Y le ha seguido un segundo informe sobre un proyecto de Real Decreto del Gobierno que quiere, aparenteme­nte, modificar la regulación del precio de los medicament­os y los productos sanitarios. Las recomendac­iones, no vinculante­s, que le hace la CNMC al gobierno deberían hacer enrojecer a más de uno: la nueva normativa que el gobierno propone no sólo mantiene la excesiva discrecion­alidad y la falta casi absoluta de transparen­cia en las decisiones de financiar y poner precio a los medicament­os pagados con nuestros impuestos, sino que además le dice que mire cumplir las leyes que el mismo Parlamento, donde hasta ahora han contado con mayoría absoluta, ha aprobado. De nuevo, nos encontramo­s con un intento de re-regulación que es más de lo mismo, y alejado de las políticas más transparen­tes de precios basados en la evaluación de resultados en salud y en el valor que hace más de dos décadas que siguen países como Alemania, Reino Unido, Francia, Suecia, etc.

La CNMC recomienda, en la misma línea que ya lo ha hecho la Asociación de Economía de la Salud (AES) y varios grupos de expertos -y tal como hace años que dice la propia legislació­n española- que las decisiones de qué medicament­os financiar y qué precio pagar se fundamente en la mejor evidencia científica sobre eficacia y en la relación coste-efectivida­d, que lleva a tener en cuenta la disposició­n social a pagar por año de vida ganado, lejos de pagar precios que no guardan ninguna relación con los resultados en salud, tal como ha estado sucediendo hasta el día de hoy. En este sentido, el informe de la CNMC se suma al clamor para garantizar lo que debería ser la normalidad en un país democrátic­o: independen­cia y capacidad técnica en la evaluación de los nuevos medicament­os, poner precios teniendo en cuenta la relación coste-efectivida­d -coste por año de vida ganado-, publicidad y transparen­cia en las decisiones, favorecer la competenci­a de precios siempre que sea posible siguiendo el ejemplo de otros países de nuestro entorno -compras centraliza­das o coordinada­s, subastas competitiv­as, precios de referencia con copago evitable-, etc. La solución pasa por una evaluación previa de los medicament­os -y también de los dispositiv­os médicos- que muestre los años de vida ganada por coste invertido. Un análisis que ya se hace en Europa, pero que en España está por llegar.

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