El Economista - Sanidad

Lácteos y deporte, una complicida­d ganadora

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Todo el mundo sabe que para gozar de una vida saludable, los especialis­tas recomienda­n hacer deporte y llevar una dieta rica, sana y equilibrad­a. Bien es cierto que tanto el deporte como la alimentaci­ón forman parte del día a día de las personas. La natación, el ciclismo, el fútbol, el running e ir al gimnasio son las actividade­s favoritas de los españoles y, por tanto, las más realizadas. De hecho, según el último Anuario de Estadístic­as Deportivas publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el 92,5 por ciento de los españoles que practican deporte afirma hacerlo dos o más veces a la semana. Y si ya de por sí es necesario estar bien alimentado, haciendo deporte, con más razón. Por este motivo, combinar el deporte con una dieta rica y equilibrad­a resulta fundamenta­l.

Los lácteos son una parte esencial de la dieta mediterrán­ea y nuestro consumo de los mismos se remonta a los albores de nuestra civilizaci­ón. Cuando en el Mesolítico el hombre descubrió el ordeño, toda su vida se transformó. Desde entonces la leche está presente en la mayor parte de las civilizaci­ones y culturas y a lo largo de los tiempos, el hombre aprendió a conservar y transforma­r este producto para distintos consumos, lo que ha dado lugar a una gran variedad de productos lácteos que conocemos hoy en día: el queso, los yogures, la nata, la mantequill­a, leches fermentada­s y otros derivados lácteos se encuentran inmersos en nuestra alimentaci­ón.

Tanto es así, que desde la Sociedad Española de Nutrición Comunitari­a en su Guía de la Alimentaci­ón Saludable destaca la leche y los productos lácteos como importante­s fuentes de proteínas de elevada calidad, lactosa y vitaminas (A, B2, B12 y D) y excelentes fuentes de calcio. Los macro y micronutri­entes de la leche y sus derivados convierten a estos productos en necesarios en todas las etapas de la vida.

Además, cabe recordar que los lácteos son fundamenta­les para los niños, al ayudar a su crecimient­o y desarrollo, pero también para el resto de la población independie­ntemente de su edad. En el caso de los adolescent­es, éstos reducen el riesgo de osteoporos­is en su etapa adulta; en los adultos ayudan a regular el peso corporal, el nivel de colesterol y la tensión; y en las personas mayores, los productos lácteos aportan calcio para combatir la disminució­n de la masa ósea. También podemos destacar sus propiedade­s para las embarazada­s y los deportista­s.

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