Alimentos enriquecidos con esteroles vegetales
La hipercolesterolemia poligénica, más conocida como colesterol elevado, es el trastorno del colesterol más frecuente -aproximadamente el 80 por ciento de las hipercolesterolemias son de este tipo- y consiste en la presencia de niveles de colesterol superiores a 200 mg/dL. Conocer sus causas puede ayudar a proteger la salud cardiovascular de la población, al tratarse de uno de los principales factores de riesgo de desarrollo de cardiopatías. Estas hipercolesterolemias se deben principalmente a factores externos como un estilo de vida poco saludable, en el que prima una alimentación rica en grasa saturada y trans sobre una rica en grasa insaturada, así como a la ausencia de ejercicio físico. Sin embargo, en ocasiones es posible conseguir reducir estos niveles sin necesidad de recurrir a un tratamiento con fármacos.
Esta oportunidad nace del seguimiento de una dieta saludable y de la incorporación de los esteroles vegetales en cantidades significativas a la alimentación cotidiana. Son compuestos presentes de manera natural en el mundo vegetal. Al poseer una estructura similar a la del colesterol dificultan su absorción en el intestino, reduciendo el colesterol en sangre entre un 7 por ciento y un 12,5 por ciento. Este beneficio ha hecho que la industria los incorpore a los alimentos, creando alimentos funcionales -entre los que se encuentran algunas margarinas- con capacidad reductora del colesterol. Su ingesta ha adquirido gran interés en los últimos años debido a la eficacia comprobada en múltiples estudios. Además, si se ingiere en el marco de una alimentación equilibrada rica en frutas y verduras, no presenta efectos secundarios, convirtiéndose, junto a la adherencia a unos hábitos dietéticos saludables, en una alternativa no farmacológica al tratamiento de la hipercolesterolemia moderada en aquellos casos en los existe bajo riesgo cardiovascular. Actualmente, está demostrado que el consumo diario de entre 1,5 y 3 gramos de estos alimentos entre 2 y 3 semanas es eficaz en la reducción de las concentraciones de LDL en torno al 7-12,5 por ciento en personas con colesterol elevado.
Es gracias a este aspecto por el que el primer paso para el control de una hipercolesterolemia moderada debe basarse en dos pilares básicos: en primer lugar, la modificación de la alimentación reduciendo las grasas saturadas -presentes en carnes rojas, productos lácteos enteros y mantequilla- y primando la ingesta de productos lácteos desnatados, hortalizas, frutas y alimentos integrales, así como la introducción de alimentos funcionales, como la margarina enriquecida con esteroles vegetales, que permitirá una adicional reducción de la colesterolemia. Por otra parte, es necesario el aumento de la actividad física. Siguiendo estas pautas podemos conseguir una mejora en el colesterol, contribuyendo a la mejora de nuestra salud general y en especial a la cardiovascular.