PSOE y Podemos, de acuerdo en eliminar el copago en las farmacias
‘Indultar’ a los jubilados de la aportación farmacéutica como pretenden PSOE y Podemos elevaría la presión del gasto farmacéutico hasta situarlo en crecimientos de casi doble dígito
Cualquier Gobierno de coalición que se forme en España con PSOE y Podemos supondrá la marcha atrás de la reforma sanitaria aprobada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy en 2012. Ambos partidos reclaman, entre otras medidas, la modificación del actual copago farmacéutico que algunas regiones, como País Vasco o la Comunidad Valenciana, han puesto ya en marcha o estudian hacerlo, caso de Navarra.
La Comunidad gobernada por el socialista Ximo Puig financia desde el pasado 1 de enero el coste de la aportación farmacéutica que corresponde a jubilados pensionistas cuyos ingresos no superen los 18.000 euros anuales y personas con discapacidad. En total, la Generalitat ha habilitado dos líneas presupuestarias de 35 millones y 6,6 millones de euros para subvencionar el copago de medicamentos y de material ortoprotésico de estos dos colectivos. Más de 700.000 personas se han beneficiado de esta política en apenas cuatro semanas, por un importe de 3,3 millones para las arcas valencianas.
En el caso vasco, su programa de ayudas puesto en marcha en 2013 asciende ya a 22 millones de euros. Pero más allá del coste que tendrían que asumir las regiones al dejar sin efecto el nuevo copago farmacéutico, suprimir la nueva aportación farmacéutica supone un estímulo directo de la demanda de medicamentos y, por lo tanto, del gasto para volver así a la senda de crecimiento del número de recetas que hizo casi incontrolable el gasto público en farmacia en España durante cerca de dos décadas.
Cambio estructural en la demanda
El último Boletín de Coyuntura de Farmaindustria muestra cómo, entre los años 2003 y 2011, el incremento medio anual del consumo de recetas osciló entre los 20,5 millones de 2005 y los 47,4 millones de recetas de 2008, con un alza media de 35 millones de nuevas recetas al año. Desde que entró en vigor el Real Decreto-ley 16/2012, este aumento se moderó, hasta situarse en ritmos de crecimiento de la demanda del entorno a los 10-12 millones de recetas adicionales anuales en los dos últimos años.
De recuperar el ritmo anterior de crecimiento de recetas, las comunidades tendrían que asumir el gasto de cerca de 25 millones de recetas más al año, lo que supone elevar la factura en torno a los 270 millones de euros. Una cantidad a la que habría que sumar la aportación extra del bolsillo de los propios pacientes que ronda los 434 millones de euros. En total, serían más de 700 millones de euros, un 7,38 por ciento añadido a la cifra actual de gasto en recetas que ya presenta un alza interanual del 1,86 por ciento.
El nuevo copago parece haber sido, por lo tanto, efectivo a la hora de frenar un crecimiento de recetas que se aproximaba en 2012 a los 1.000 millones de recetas al año, si bien este análisis no contempla los fuertes aumentos demográficos registrados desde el año 2000 hasta 2010, que han sido uno de los principales factores del incremento de recetas, así como la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes ilegales.
En cualquier caso, los expertos de la patronal de laboratorios farmacéuticos consideran que la reforma del copago “no sólo se ha traducido en una reducción puntual del volumen de recetas, sino que también se ha producido un cambio estructural en la demanda”. Todo lo contrario de los recortes aplicados en los precios y márgenes del sector, o el sistema de aportaciones y descuentos que grava los ingresos de farmacias desde 2000 y las ventas de distribuidoras y laboratorios desde 2008, que no han logrado variar ni un ápice la demanda de recetas, único motor del crecimiento del gasto. En 2015, el número interanual de recetas cerró en 882 millones.
Aparte del potencial para estimular la demanda de recetas, la medida valenciana rescata al colectivo que menos está sufriendo el impacto del nuevo copago farmacéutico, a pesar de que se les obligaba a aportar por primera vez desde 1978. Y es que los pensionistas no serían el colectivo más castigado por el copago, ni esta norma ha traído “tanta crueldad”, como sostiene la consejera de Sanidad de la Generalitat, Carmen Montón. De hecho, el consumo en farmacia de los pensionistas apenas se vio afectado unas décimas durante 2012 y 2013, para situarse en 2014 en máximos al representar el 74,1 por ciento de la factura pública en farmacia, según datos del Ministerio de Sanidad. Sí se redujo, en cambio, por el efecto del copago el porcentaje de dispensación a cargo del SNS respecto a las dispensaciones totales en farmacia, al pasar del 79,4 por ciento del total en 2011 al 75,8 por ciento en 2013, casi cuatro puntos en dos años.
Un estudio del Observatorio del Medicamento de la Federación
Empresarial de Farmacéuticos Españoles revela que la aportación de los pensionistas, que se limita al tope de ocho euros mensuales de quienes tienen rentas inferiores a los 18.000 euros, apenas ha influido en la reducción de recetas per capita. Es decir, las Comunidades que tienen un mayor porcentaje de pensionistas -Castilla y León, Galicia y Asturias- son las regiones que registran un menor recorte de recetas por persona entre los años 2011 y 2013 (ver gráfico). Por el contrario, las autonomías donde más cayó el número de recetas per cápita fueron Canarias, Ceuta y Melilla, que son las que menos pensionistas tienen.
Más influencia tiene, en opinión del director del Observatorio de Fefe, Enrique Granda, el paro y la economía de cada región. Así las Comunidades con mayor número de parados -los parados de larga duración están exentos de aportación- registraron un menor descenso en el número de recetas, con excepciones como Cataluña o Comunidad Valenciana, donde la situación crónica de impagos de recetas a las farmacias influyó también en la demanda.
La otra variable que más influye en el número de recetas es la caída de la economía. Cuanto mayor fue el descenso del PIB regional, menos se redujo el número de recetas, lo que indica que “una peor economía puede ser un factor decisivo a la hora de utilizar servicios sanitarios”, sostiene Enrique Granda. La aportación de los pensionistas, por otra parte muy limitada, influyó poco en el recorte de recetas per cápita y tuvieron mayor influencia el paro y la economía de la región, según el análisis de Fefe, que refleja que la carga más pesada del copago la asumió la población activa.
Los usuarios pagaron la mitad del ahorro en farmacia
Desde que se introdujo el nuevo sistema de copago farmacéutico en junio de 2012, las aportaciones de los usuarios se han incrementado de forma notable hasta alcanzar los 1.166,6 millones de euros en 2013, según datos del Ministerio de Sanidad. En 2012, los ciudadanos abonaron un 7,8 por ciento del gasto público en farmacia, porcentaje que se elevó hasta el 10,4 por ciento en 2013. La aportación media de los usuarios había caído hasta situarse en el entorno del 6,3 por ciento de media entre 2000 y 2011. En este último año las aportaciones privadas ascendieron a 732,91 millones de euros. Los ciudadanos del País Vasco, que no aplicó el copago hasta 2013, gallegos, catalanes, canarios y andaluces fueron los que menos aportaron, con porcentajes que no llegan al 10 por ciento de la factura farmacéutica del SNS, muy lejos del 16 por ciento de media de copago farmacéutico en la UE.