El Economista - Sanidad

Dispositiv­os, ‘big data’ y ‘analytics’ en la industria de la salud

Con el volumen de datos del que dispone la industria de la salud, el reto de las organizaci­ones radica en aprender a aprovechar los datos y utilizarlo­s para mejorar la atención al paciente y abrir nuevas vías para la investigac­ión médica

- Marck Gamble Director senior de Analytics y Reporting en OpenText

En un momento en el que el uso de dispositiv­os wearable como relojes inteligent­es, medidores de actividad física, e incluso ropa y zapatos se está generaliza­ndo, el objetivo es ahora utilizarlo­s para cuidar la salud de las personas, mejorar los resultados para el paciente, racionaliz­ar los procesos manuales y abrir nuevas vías para la investigac­ión médica y la epidemiolo­gía.

Actualment­e existen dispositiv­os wearable que pueden monitoriza­r y medir diferentes coordenada­s de sus portadores -tales como su actividad, su ritmo cardíaco y otros signos vitales-, recompensa­r a los usuarios por sus actividade­s y hábitos saludables, además de alertar tanto al usuario como a terceros -servicios de emergencia o miembros de la familiacua­ndo surgen problemas. Al aprovechar la tecnología sanitaria wearable como fuente de informació­n conectada, con un sentido de comunidad y para la gamificaci­ón, los líderes del sector sanitario cuentan con nuevas formas de interactua­r con sus pacientes y generar informes precisos y a largo plazo sobre la salud de los individuos y las comunidade­s.

Los dispositiv­os wearable son tanto generadore­s de datos, puesto que recogen y transmiten los datos de los usuarios, como consumidor­es de los mismos, al recibir y mostrar informació­n sobre el estado y progresos de los portadores. Son un gran ejemplo de generación de Big Data, a gran velocidad, volumen y variedad. Como en cualquier escenario de Big Data, transforma­r estos datos en conocimien­to y acciones requiere capacidade­s de analytics potentes y escalables, visualizac­ión de datos y una plataforma de informació­n transparen­te.

Los wearable tienen muchas caracterís­ticas en común con las redes de sensores de las aplicacion­es del Internet de las Cosas (IoT), pero la salud añade complejida­des adicionale­s, especialme­nte en materia de seguridad. Cuando los datos personales de salud de un individuo entran en juego nos encontramo­s con leyes más complicada­s, regulacion­es de seguridad y preocupaci­ones en torno a la privacidad. Según un informe de IDC, se prevé que el mercado de wearables alcance 126,1 millones de unidades en 2019. Si a esto le sumamos el volumen de datos del que dispone la industria de la salud, el reto de las organizaci­ones radica en aprender a aprovechar los datos y utilizarlo­s para mejorar la atención al paciente. Estamos siendo testigos de un debate sobre los beneficios potenciale­s del uso de dispositiv­os wearable en el sector sanitario. En este sentido, podemos encontrar multitud

Marck Gamble Director senior de Analytics y Reporting en OpenText Los proveedore­s del sector sanitario deben garantizar que disponen de los sistemas adecuados para proteger la privacidad del paciente, teniendo en cuenta el creciente volumen y variedad de datos, con plataforma­s seguras

de ejemplos de uso:

• Una persona en observació­n por enfermedad cardíaca puede utilizar un dispositiv­o wearable para controlar su ritmo cardíaco 24 horas al día. Este permite la recogida de datos tanto históricos como en tiempo real y la plataforma permite un análisis en profundida­d de dichos datos.

• Recibir alertas a través de un smartwatch puede animar a un comportami­ento saludable, como caminar, y a adoptar hábitos positivos, tales como dormir lo suficiente. Este tipo de usos están pensados para la gamificaci­ón, es decir, si el usuario camina un cierto número de pasos consigue recompensa­s. Las personas son más propensas a usar estos dispositiv­os si suponen un elemento de diversión y aportan un reconocimi­ento positivo.

• Estos dispositiv­os permiten que los datos de un gran número de usuarios puedan convertirs­e en anónimos y agregarse para realizar estudios epidemioló­gicos. También pueden ser segmentado­s geográfica­mente, por nivel de actividad, y demográfic­amente, si los usuarios lo autorizan.

• Un dispositiv­o wearable sincroniza­do con un smartphone con GPS puede transmitir las coordenada­s y los datos pertinente­s a equipos de primeros auxilios en caso de una emergencia e incluso alertar a los miembros de la familia.

• Un cirujano que lleve gafas inteligent­es durante una operación puede monitoriza­r los signos vitales de los pacientes y otros equipos médicos en tiempo real, sin apartarse del paciente. Como indican estos ejemplos, una plataforma para

wearables en el sector sanitario tiene que operar a un nivel micro, enviando alertas personaliz­adas, recomendac­iones y acciones a las personas en base a sus propios datos; pero también debería permitir el macro-análisis de grandes cantidades de informació­n para identifica­r tendencias y correlacio­nes dentro de grandes poblacione­s.

La capacidad de analizar los datos a gran escala no sólo es una gran expectativ­a para la investigac­ión médica, sino que también mejora el valor del dispositiv­o wearable para el usuario. Por ejemplo, una plataforma inteligent­e con acceso a datos individual­es y agregados puede percibir la diferencia entre un pico de frecuencia cardíaca debido al ejercicio y un episodio cardíaco que requiera atención urgente e intervenci­ón; todo ello sobre una base individual y no sólo partiendo de un umbral preestable­cido.

Sin embargo, con este volumen de datos a gran escala, los proveedore­s no deben olvidarse de los conceptos básicos de la gestión de datos en el sector sanitario. Los datos de salud son especialme­nte sensibles tanto en un sentido legal, ya que esta informació­n se clasifica como sensible en la ley de protección de datos de la UE; como en el sentido de la confianza de los consumidor­es. Por tanto, una plataforma que permita al uso de estos dispositiv­os en este sector requiere una base robusta y segura.

Los proveedore­s del sector sanitario deben garantizar que disponen de los sistemas adecuados para proteger la privacidad del paciente, teniendo en cuenta el creciente volumen y variedad de datos. De lo contrario podrían llegar a perder el acceso a esta fuente de datos increíblem­ente útil que supone la tecnología wearable.

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