El historial clínico ya se puede compartir en la privada
La sanidad privada ya puede seguir al usuario y no al revés, como sucede hasta ahora, gracias a la plataforma del Idis, que permite acceder y compartir la información clínica desde el móvil
Quirónsalud y HM Hospitales, primeras compañías en permitir el acceso de los pacientes a través del móvil
Dos grupos hospitalarios, Quirónsalud y HM Hospitales, serán los primeros en dar por primera vez todo el protagonismo a los pacientes al brindarles la posibilidad de gestionar y compartir con el profesional sanitario que deseen su información sanitaria, ya se trate de un análisis de sangre, radiografía o cualquier prueba o informe clínico que precisen. Se trata de devolver a los ciudadanos el control real de su información y, con ello, el poder para decidir dónde y cómo quieren ser atendidos. Un pequeño paso a simple vista que puede convertirse en una palanca efectiva para transformar el Sistema Nacional de Salud, a juicio de los expertos.
Gracias a la plataforma Mi e-Salud creada por el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Idis), los usuarios de estos dos centros sanitarios pueden acceder desde su móvil a sus historiales clínicos y compartir así su información clínica “de una forma selectiva y segura, ya que
El usuario recibe el historial en su móvil, lo puede descargar y compartir con otro profesional
tienen que dar autorización para que el profesional pueda ver sus datos clínicos”, explica el director general de Idis, Manuel Vilches.
El objetivo es desarrollar esta plataforma de datos clínicos interoperables a lo largo de 2017 y abrirla no solo a los centros privados, sino también a los centros y organizaciones de titularidad pública que lo deseen. La Comunidad de Madrid ya ha mostrado interés en un proyecto en el que participa en dos grupos de trabajo desde hace más de un año, junto con el resto de sectores de la sanidad privada integrados en la Fundación Idis. La incorporación de entidades al modelo desarrollado por el Idis requiere disponer de los informes de los pacientes en formato electrónico, de un sistema de identificación unívoco de paciente que permita recuperar la información de forma telemática, además de un sistema con acceso a Internet.
El funcionamiento de la plataforma es sencillo. El usuario recibe en su dispositivo electrónico los informes clínicos de las organizaciones sanitarias en las que ha sido atendido y tiene la posibilidad de descargar los que desee visualizar o compartir con el profesional que quiera. “Es importante destacar que los datos del individuo no salen ni son almacenados en otro sitio que no sea su propio lugar de origen, por lo que no se plantean problemas de seguridad ni de protección de datos: es el propio paciente el que autoriza la visualización de sus datos por parte del profesional sanitario”, precisa Vilches.
Como señaló Ángel Blanco, director de Organización y Procesos de Quirónsalud, durante la presentación de la plataforma del Idis, “los cambios tecnológicos hasta ahora venían del sistema, pero ahora tenemos que aprender a usar las tecnologías del paciente”. Dicho y hecho. Es lo que está haciendo Estados Unidos con su iniciativa
Blue Button, la más desarrollada hasta la fecha, ya que permite el acceso de 150 millones de ciudadanos a su información de salud, tanto la que se genera en el sistema público, como privado. Los pacientes pueden así visualizar, descargar, compartir y utilizar sus datos personales de salud dentro de un sistema compartido.
A la vista de las experiencias en curso, Sanidad debe decidir si cree en un modelo donde el paciente se erige en el centro del sistema y, en este caso, si está dispuesto a asumir un rol legislador y promotor de la interoperabilidad que, de momento, ha excluido al sector privado al desarrollar la receta electrónica, la historia clínica digital y la tarjeta sanitaria interoperable dentro del Sistema Nacional de Salud.
Las ventajas de disponer de un sistema de información integrado no solo se traducen en una mayor movilidad y seguridad para el paciente, sino que también puede reducir el consumo de recursos sanitarios. Se trata de ganar en transparencia para evitar así duplicidades y redundancias de consultas y pruebas diagnósticas, facilitando la precisión en el seguimiento de los pacientes al tiempo que se reducen los errores médicos, con lo que se consiguen mejoras en resultados y una mayor eficiencia. Porque, como señaló Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos, “no ser
interoperables es un problema de seguridad para los pacientes”. Y es que el modelo, a juicio de este experto, “está diseñado para no compartir y no medir los resultados, nadie sabe a diez años cómo está el paciente operado”.
Costes de la ineficiencia
Además de los errores médicos que constituyen la tercera causa de muerte en Estados Unidos, la interoperabilidad permitirá evaluar cuánto dinero se malgasta en los sistemas de salud. Como tantos otros indicadores de actividad asistencial, no hay datos que permitan evaluar y corregir esta ineficiencia del Sistema. Se puede recurrir a una encuesta del Idis para aproximar el alcance de las bolsas de ineficiencia y duplicidades. La Sanidad estaría duplicando hasta el 60 por ciento de las pruebas diagnósticas y los sistemas sanitarios públicos no tendrían en cuenta las pruebas realizadas por la privada en una cuarta parte de los casos. Las que se repiten con mayor frecuencia serían las analíticas (64 por ciento), radiografías (32 por ciento) y ecografías (26 por ciento); y, en menor medida, las resonancias magnéticas (5 por ciento) y los TAC (4 por ciento), según los datos recogidos en el Segundo Barómetro de la Sanidad Privada del Idis. Los resultados de la encuesta muestran además que una de cada tres personas entrevistadas afirma haber acudido a la sanidad pública y a la privada para tratar la misma patología durante el último año.
Otro estudio, en este caso financiado por la Fundación Kovacs, y sin participación de entidades con ánimo de lucro, incide en el despilfarro en pruebas diagnósticas sin valor: el 30 por ciento de las resonancias lumbares realizadas son inútiles, con un coste anual de 25 millones de euros, aseguran en este trabajo codirigido por Víctor Abraira, jefe de la Sección de Bioestadística del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y en el que participaron 12 servicios de radiología, 8 públicos y 4 privados. Y no sólo se despilfarra en pruebas diagnósticas, también en consultas innecesarias. Hasta 77 millones de visitas al médico resultan innecesarias. Es decir, de personas que saturan los servicios sanitarios sin estar enfermas.
En total, eliminar estas ineficiencias podrían ahorrar al sistema hasta 2.000 millones de euros todos los años entre costes asociados a la repetición de pruebas diagnósticas innecesarias, a demoras en la toma de decisiones por falta de información clínica y al incremento en el número de actos asistenciales que por ello se pueden generar, así como los costes administrativos vinculados a la generación de documentación clínica en distintos formatos.