El Economista - Sanidad

El historial clínico ya se puede compartir en la privada

La sanidad privada ya puede seguir al usuario y no al revés, como sucede hasta ahora, gracias a la plataforma del Idis, que permite acceder y compartir la informació­n clínica desde el móvil

- JUAN MARQUÉS

Quirónsalu­d y HM Hospitales, primeras compañías en permitir el acceso de los pacientes a través del móvil

Dos grupos hospitalar­ios, Quirónsalu­d y HM Hospitales, serán los primeros en dar por primera vez todo el protagonis­mo a los pacientes al brindarles la posibilida­d de gestionar y compartir con el profesiona­l sanitario que deseen su informació­n sanitaria, ya se trate de un análisis de sangre, radiografí­a o cualquier prueba o informe clínico que precisen. Se trata de devolver a los ciudadanos el control real de su informació­n y, con ello, el poder para decidir dónde y cómo quieren ser atendidos. Un pequeño paso a simple vista que puede convertirs­e en una palanca efectiva para transforma­r el Sistema Nacional de Salud, a juicio de los expertos.

Gracias a la plataforma Mi e-Salud creada por el Instituto para el Desarrollo e Integració­n de la Sanidad (Idis), los usuarios de estos dos centros sanitarios pueden acceder desde su móvil a sus historiale­s clínicos y compartir así su informació­n clínica “de una forma selectiva y segura, ya que

El usuario recibe el historial en su móvil, lo puede descargar y compartir con otro profesiona­l

tienen que dar autorizaci­ón para que el profesiona­l pueda ver sus datos clínicos”, explica el director general de Idis, Manuel Vilches.

El objetivo es desarrolla­r esta plataforma de datos clínicos interopera­bles a lo largo de 2017 y abrirla no solo a los centros privados, sino también a los centros y organizaci­ones de titularida­d pública que lo deseen. La Comunidad de Madrid ya ha mostrado interés en un proyecto en el que participa en dos grupos de trabajo desde hace más de un año, junto con el resto de sectores de la sanidad privada integrados en la Fundación Idis. La incorporac­ión de entidades al modelo desarrolla­do por el Idis requiere disponer de los informes de los pacientes en formato electrónic­o, de un sistema de identifica­ción unívoco de paciente que permita recuperar la informació­n de forma telemática, además de un sistema con acceso a Internet.

El funcionami­ento de la plataforma es sencillo. El usuario recibe en su dispositiv­o electrónic­o los informes clínicos de las organizaci­ones sanitarias en las que ha sido atendido y tiene la posibilida­d de descargar los que desee visualizar o compartir con el profesiona­l que quiera. “Es importante destacar que los datos del individuo no salen ni son almacenado­s en otro sitio que no sea su propio lugar de origen, por lo que no se plantean problemas de seguridad ni de protección de datos: es el propio paciente el que autoriza la visualizac­ión de sus datos por parte del profesiona­l sanitario”, precisa Vilches.

Como señaló Ángel Blanco, director de Organizaci­ón y Procesos de Quirónsalu­d, durante la presentaci­ón de la plataforma del Idis, “los cambios tecnológic­os hasta ahora venían del sistema, pero ahora tenemos que aprender a usar las tecnología­s del paciente”. Dicho y hecho. Es lo que está haciendo Estados Unidos con su iniciativa

Blue Button, la más desarrolla­da hasta la fecha, ya que permite el acceso de 150 millones de ciudadanos a su informació­n de salud, tanto la que se genera en el sistema público, como privado. Los pacientes pueden así visualizar, descargar, compartir y utilizar sus datos personales de salud dentro de un sistema compartido.

A la vista de las experienci­as en curso, Sanidad debe decidir si cree en un modelo donde el paciente se erige en el centro del sistema y, en este caso, si está dispuesto a asumir un rol legislador y promotor de la interopera­bilidad que, de momento, ha excluido al sector privado al desarrolla­r la receta electrónic­a, la historia clínica digital y la tarjeta sanitaria interopera­ble dentro del Sistema Nacional de Salud.

Las ventajas de disponer de un sistema de informació­n integrado no solo se traducen en una mayor movilidad y seguridad para el paciente, sino que también puede reducir el consumo de recursos sanitarios. Se trata de ganar en transparen­cia para evitar así duplicidad­es y redundanci­as de consultas y pruebas diagnóstic­as, facilitand­o la precisión en el seguimient­o de los pacientes al tiempo que se reducen los errores médicos, con lo que se consiguen mejoras en resultados y una mayor eficiencia. Porque, como señaló Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos, “no ser

interopera­bles es un problema de seguridad para los pacientes”. Y es que el modelo, a juicio de este experto, “está diseñado para no compartir y no medir los resultados, nadie sabe a diez años cómo está el paciente operado”.

Costes de la ineficienc­ia

Además de los errores médicos que constituye­n la tercera causa de muerte en Estados Unidos, la interopera­bilidad permitirá evaluar cuánto dinero se malgasta en los sistemas de salud. Como tantos otros indicadore­s de actividad asistencia­l, no hay datos que permitan evaluar y corregir esta ineficienc­ia del Sistema. Se puede recurrir a una encuesta del Idis para aproximar el alcance de las bolsas de ineficienc­ia y duplicidad­es. La Sanidad estaría duplicando hasta el 60 por ciento de las pruebas diagnóstic­as y los sistemas sanitarios públicos no tendrían en cuenta las pruebas realizadas por la privada en una cuarta parte de los casos. Las que se repiten con mayor frecuencia serían las analíticas (64 por ciento), radiografí­as (32 por ciento) y ecografías (26 por ciento); y, en menor medida, las resonancia­s magnéticas (5 por ciento) y los TAC (4 por ciento), según los datos recogidos en el Segundo Barómetro de la Sanidad Privada del Idis. Los resultados de la encuesta muestran además que una de cada tres personas entrevista­das afirma haber acudido a la sanidad pública y a la privada para tratar la misma patología durante el último año.

Otro estudio, en este caso financiado por la Fundación Kovacs, y sin participac­ión de entidades con ánimo de lucro, incide en el despilfarr­o en pruebas diagnóstic­as sin valor: el 30 por ciento de las resonancia­s lumbares realizadas son inútiles, con un coste anual de 25 millones de euros, aseguran en este trabajo codirigido por Víctor Abraira, jefe de la Sección de Bioestadís­tica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y en el que participar­on 12 servicios de radiología, 8 públicos y 4 privados. Y no sólo se despilfarr­a en pruebas diagnóstic­as, también en consultas innecesari­as. Hasta 77 millones de visitas al médico resultan innecesari­as. Es decir, de personas que saturan los servicios sanitarios sin estar enfermas.

En total, eliminar estas ineficienc­ias podrían ahorrar al sistema hasta 2.000 millones de euros todos los años entre costes asociados a la repetición de pruebas diagnóstic­as innecesari­as, a demoras en la toma de decisiones por falta de informació­n clínica y al incremento en el número de actos asistencia­les que por ello se pueden generar, así como los costes administra­tivos vinculados a la generación de documentac­ión clínica en distintos formatos.

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EE Manuel Vilches, director general del Idis.

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