La salud mental en adolescentes adictos a la pornografía
El consumo de pornografía en los adolescentes está asociado con actitudes sexuales más permisivas, con problemas familiares y con mayores estereotipos de género en las creencias sexuales
Lorenzo tiene 13 años y se encuentra en pleno desarrollo de su cuerpo, de sus emociones, de sus creencias, de sus valores y de su sexualidad. Todos los días desde su teléfono móvil, accede a material pornográfico en internet, donde pasa las tardes observando videos en los que se incluyen todo tipo de prácticas sexuales explícitas.
Lorenzo podría ser cualquiera del 81 por ciento de los niños de entre 13 y 18 años que afirman haber observado pornografía como conducta normal siendo los 11 años la edad media para iniciar el consumo de pornografía. En un periodo extremadamente delicado para su desarrollo, donde carecen de una madurez o capacidad crítica suficiente para distinguir lo pornográfico de una relación sexual real, la pornografía se convierte en el educador o modelo principal de los jóvenes para las relaciones sexuales. Crea unas expectativas irreales sobre el sexo despojándolo de todo componente afectivo que, a posteriori, puede hacer mella en la salud sexual de las personas produciendo diversos problemas. Ejemplo de ello es una de las investigaciones más recientes publicadas en The Journal of Sex Research donde se muestra cómo el consumo de pornografía en los adolescentes está asociado con actitudes sexuales más permisivas, con problemas familiares y con mayores estereotipos de género en las creencias sexuales. También muestran la relación existente entre este consumo con un aumento de la frecuencia en relaciones sexuales casuales y con las conductas agresivas en el ámbito sexual.
La pornografía es una adicción que puede afectar seriamente a la vida y al entorno de un individuo. Se ha observado cómo la pornografía es capaz de alterar las estructuras químicas cerebrales que en último lugar serán las encargadas de la unión y el desarrollo de la intimidad con los otros. Se ha visto cómo diferentes conexiones frontoestriatales -conexiones que conectan los lóbulos frontales con los ganglios basales y que median diferentes funciones cognitivas motoras y comportamentales dentro del cerebro- en consumidores habituales de pornografía se ven alteradas. Estas estructuras forman parte de las funciones ejecutivas, aquellas que se encargan de guiar nuestra conducta y de tomar decisiones; también son conocidas como el director de orquesta del cerebro, y se alimentan de serotonina, noraderanlina, colinérgicos y dopamina.
La adolescencia constituye un período de la vida donde la persona se encuentra en una cuerda floja, porque ocurren cambios con rapidez vertiginosa que se reflejan en el cuerpo, en la actitud hacia lo social y en lo cultural. Es cuando se inicia la lucha por su independencia y libertad. Se encuentran en un momento de la evolución en el que el propio yo está casi conformado. En esta etapa se producen cambios fisiológicos que posibilitan el inicio de las funciones sexuales y reproductivas. Si el proceso de la adolescencia no se desarrolla bien y el cerebro no termina de madurar, la cuerda floja puede romperse y facilitar el desarrollo de una adicción, entre ellas, la pornografía.
Una investigación del Instituto Max Planck realizó un estudio con 64 hombres adultos con un amplio consumo de pornografía. Los resultados muestran diferentes alteraciones en la neuroplasticidad del cerebro: como la sustancia gris del cerebro en los sujetos que consumen regularmente pornografía se ve reducida, y además se observa una actividad funcional menor durante la actividad sexual en el putamen izquierdo. Por otro lado, la disminución de la conectividad funcional del caudado derecho en el cortexprefrontaldosrolateral izquierdo está asociada con un mayor número de horas de consumo de pornografía. Todo ello produce cambios en la neuroplasticidad.
En definitiva, se puede asumir que la frecuente activación causada por la exposición a la pornografía puede llevar a la alteración de las estructurales cerebrales subyacentes, así como a su función, y a una mayor necesidad de estimulación externa del sistema de recompensa como una tendencia a la búsqueda de un material sexual cada vez más novedoso y extremo. Actualmente, en España nos enfrentamos a un tsunami de la pornografía online con las consecuencias que ello supone tanto para menores como mayores. Por esta razón, en España profesionales de la salud han impulsado la plataforma online
www.daleunavuelta.org que intenta dar apoyo a los que consumen pornografía y les afecta en su vida sexual y social. Integrada por expertos en sexología y psicología clínica, ofrece sesiones online desde la más estricta confidencialidad para el usuario.
En el caso de los adolescentes los padres son una parte esencial. Los niños y adolescentes desean tener información sobre la sexualidad y lo que significa hacerse mayor, pero no quieren admitir que no saben tanto como ellos desearían. Hablar de sexo con los hijos puede ser embarazoso, pero es importante. Facilitar el diálogo con un hijo cuando se haya topado con la pornografía, y tú lo hayas descubierto o él te lo haya contado, es prioritario para evitar los problemas de salud mental resultado de la adicción.
Procura que no se sienta juzgado e inferior, sino querido y valorado. Dale argumentos positivos para utilizar otros caminos alternativos a la pornografía, tanto para conocer aspectos de la sexualidad -libros, conversaciones contigo o con un experto, etc.-, como para regular esas emociones. Crea un espacio seguro donde pueda preguntar libremente, con confianza. Muéstrale que lo que te está contando es algo que puede ocurrir. El silencio, la ignorancia, la comunicación abierta a menudo conducen a elecciones erróneas por parte de los adolescentes.