El Economista - Sanidad

Los médicos no pueden dejar sola a la industria en la transparen­cia

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El año pasado, el sector farmacéuti­co dio un paso de gigante al arrojar luz sobre uno de los aspectos más polémicos de su actividad: los pagos que destina a médicos para su formación. La revelación fue más allá de hacer constar que el desembolso rondó los 500 millones en 2015. Los asociados a Farmaindus­tria también desglosaro­n cuáles eran los motivos de los pagos. La transparen­cia sirvió para manifestar que la mayoría responden a compensaci­ones que los médicos reciben por participar en ensayos clínicos, necesarios para crear nuevos medicament­os. También ayudó a poner en claro cuál es la cuantía real de los pagos en especie, como las “ayudas para asistir a congresos”. La respuesta de Farmaindus­tria es adecuada ya que demuestra que la mejor manera de acabar con rumores y especulaci­ones es informar con rigor. Por ello, la patronal va más lejos y, en 2018, publicará también datos individual­izados de quienes reciben los pagos. Lejos de apoyar este aperturism­o, las principale­s asociacion­es profesiona­les, a través de la federación Facme, lo critican y amenazan con recursos legales. Su oposición tiene una escasa base, ya que la propia Agencia de Protección de Datos asegura que basta con informar a los médicos, cuyos datos se publicarán, para que esa divulgació­n sea considerad­a legal. A ello se debe añadir el hecho de que prácticas de este tipo son habituales en otros países de la Unión Europea y también en Estados Unidos, sin que generen ese rechazo entre los profesiona­les sanitarios. Por tanto, en el caso español, estos últimos deberían reconsider­ar su actitud y no emboscarse en una opacidad que en nada beneficia al crédito del que deben disfrutar ante la sociedad.

Los médicos alegan una razón de índole fiscal para justificar su negativa a que se publiquen, individual­izados, los pagos que reciben de los laboratori­os. Aseguran que existe el riesgo de que desembolso­s destinados a formación se consideren pagos en especie y los facultativ­os tengan que tributar por ello. Ese argumento no se sostiene. Como Farmaindus­tria recuerda, existe incluso una proposició­n no de ley específica, con el apoyo de PP y Ciudadanos, que protege el actual régimen fiscal de las ayudas formativas para médicos. Informar, con nombres y apellidos, sobre quiénes reciben ese pagos no menoscaba en nada ese reconocimi­ento. La patronal farmacéuti­ca, por tanto, no debe cejar en su empeño de dotar de más transparen­cia al sector sanitario.

Los médicos deben aprovechar la oportunida­d que les ofrece el plan de Farmaindus­tria para alejar también de ellos las sospechas. Con esta actitud, alimentan más la polémica

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