El Economista - Sanidad

Los principale­s motivos del desabastec­imiento de vacunas

Las causas de los desabastec­imientos de vacunas que sufrimos hoy son fruto de numerosas razones que, por desgracia, algunas han coincidido en el tiempo. La situación, afortunada­mente, está en vías de solución

- Pedro Alsina Mier Licenciado en Farmacia y experto en vacunas

En los últimos meses se han venido produciend­o una serie de desabastec­imientos de diversas vacunas. El objetivo de este artículo es exponer con claridad las diferentes causas que nos han llevado a esta situación que, afortunada­mente, está en vías de solución ya que el pasado 10 de marzo, la Comisión de Salud Pública comunicaba que se iban a restablece­r las vacunacion­es con difteria-tétanos-tosferina después de que se regulariza­ra el suministro, y de tétanosdif­terias al haber conseguido dosis de otro proveedor.

Una vez más las vacunas han copado el foco mediático con aspectos que para nada benefician su imagen y, por tanto, dan aliento a los movimiento­s más críticos a las mismas. Muy pocas veces se enfatizan los grandes logros de las vacunas y ese es, a mi entender, el gran error puesto que se va perdiendo la perspectiv­a de los efectos de las enfermedad­es que son capaces de controlar, eliminar o erradicar. ¿Quién se acuerda ya de la poliomieli­tis, por ejemplo?

Las causas de los desabastec­imientos de vacunas que sufrimos hoy son fruto de numerosas razones que, por desgracia, algunas han coincidido en el tiempo.

Fundamenta­lmente son las que siguen:

Escaso número de productore­s consecuenc­ia de la dificultad que tiene investigar, desarrolla­r y producir vacunas. No olvidemos que son productos biológicos y esto ha llevado a varios productore­s a abandonar este sector en los últimos años.

Barreras regulatori­as que dificultan la disponibil­idad de las vacunas y que son derivadas de las diferentes normas a nivel de país y las inherentes a la variabilid­ad de los test de control en modelo animal usados en el proceso de liberación de lotes.

El complejo proceso de producción que requiere una vacuna y que va desde los 6 meses -vacuna antigripal- a los 22 meses -vacunas antipoliom­ielítica- y que fundamenta­lmente se invierte en controles de calidad (70 por ciento del tiempo).

El hecho de usar como materia prima a microorgan­ismos hace que los problemas durante el proceso de producción sean frecuentes e imprevisib­les.

La falta de predictibi­lidad para una buena y eficiente planificac­ión de la producción: los distintos calendario­s usados en los países requieren diferentes vacunas por lo que los componente­s están cautivos en muchas combinacio­nes diferentes.

Imaginemos que hoy comenzamos a fabricar una vacuna desde su inicio, que sería el obtener la materia prima, es decir,

el cultivo del microorgan­ismo o de varios si se trata de una vacuna combinada. Supongamos que se trata de una vacuna cuyo proceso de producción dura 15 meses. Al cabo de ese tiempo tendríamos el producto acabado y debería pasar los controles para la liberación de ese lote en concreto. A partir del momento que se obtiene el granel del producto comienza a correr el tiempo para su fecha de caducidad. Si todo va bien se envasa, empaqueta y se distribuye. Tal vez pasen dos años o incluso más desde que se inició la producción y durante ese tiempo las compañías habrán ido adquiriend­o compromiso­s de venta en función de esa planificac­ión. Si surgen problemas en el proceso o incremento­s de la demanda por brotes o cambios de estrategia­s o de calendario­s, las dificultad­es estarán servidas.

En el caso de las vacunas conteniend­o los antígenos de difteria, tétanos y tosferina sólo hay dos productore­s a escala global. Si uno de los dos tiene alguna dificultad, no es posible que se solvente a corto plazo porque la capacidad de reacción es muy limitada. Si los dos tienen complicaci­ones simultánea­s -como ha sido el caso que nos ocupa- tan solo queda gestionar la escasez de vacunas priorizand­o el uso de las disponible­s y focalizand­o la producción en las que son básicas en los calendario­s infantiles -hexavalent­es- o las dirigidas a proteger a los grupos de riesgo -difteria, tétanos, tosferina para embarazada­s-, como así se ha hecho.

Para intentar evitar en la medida de lo posible que estas situacione­s vuelvan a suceder habrá que plantearse una serie de medidas globales entre las que podemos destacar:

El problema más acuciante es el escaso número de productore­s de vacunas, máxime si lo comparamos con los del resto de fármacos. Que la producción sea muy compleja dificulta que haya potenciale­s nuevos fabricante­s por lo que habría que incentivar la inversión en I+D+i en vacunas. Incluso cabe imaginar colaboraci­ones público/privadas dada la importanci­a estratégic­a que tienen las vacunas, pensemos si no en epidemias, pandemias o bioterrori­smo.

Mayor predictibi­lidad para los fabricante­s. En este aspecto sería de mucha ayuda la armonizaci­ón de los calendario­s en aquellos países donde fuera posible para evitar tener que fabricar tantas combinacio­nes diferentes de antígenos y también modelos de compra con contratos de mayor duración.

Armonizar los criterios regulatori­os de manera que no haya países con peculiarid­ades que dificulten la disponibil­idad.

Modernizar las técnicas de control eliminando los test en modelo animal.

Los fabricante­s deberían -de hecho, ya lo están haciendome­jorar los procesos internos en aras de una mayor eficiencia e incrementa­r la capacidad de producción invirtiend­o en nuevas instalacio­nes.

Y diálogo, mucho diálogo entre todos los agentes implicados para poder anticipar los problemas que puedan surgir e implementa­r las medidas correctora­s necesarias.

Espero haber contribuid­o a clarificar las razones de las dificultad­es en la disponibil­idad de las vacunas en todo el mundo, no sólo en España, y a exponer un poco más las peculiarid­ades de la fabricació­n de un producto biológico tan importante para la Salud Pública y la salud global.

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