El Economista - Sanidad

Claves para prevenir el ictus

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La asistencia sanitaria en nuestro país ha dirigido la mayor parte de sus esfuerzos al desarrollo y atención de las enfermedad­es agudas, lo que en el caso de los infartos cerebrales y de miocardio ha permitido disminuir las cifras de mortalidad, así como sus graves secuelas. No obstante, en estas enfermedad­es es imprescind­ible un abordaje desde la prevención desde las etapas tempranas de la vida. En este sentido, las políticas educativas infantiles deberían tener como una prioridad enseñar a los niños como pueden prevenirse y fomentar hábitos de vida como la práctica de deporte y una alimentaci­ón sana.

Afortunada­mente, en los últimos años se ha comenzado a notar un giro en las estrategia­s nacionales y autonómica­s de salud, con el objetivo de mejorar la prevención, los métodos diagnóstic­os y la calidad de la asistencia sanitaria, para garantizar control y seguridad de los pacientes crónicos.

Es el caso de las enfermedad­es cardio y cerebrovas­culares, entre las que destaca el ictus: primera causa de muerte en las mujeres, segunda en hombres y la principal causa de discapacid­ad grave en la vida adulta en España. Las patologías que en mayor medida pueden originar un ictus son la hipertensi­ón arterial, la arterioscl­erosis y la fibrilació­n auricular. Esta última representa la arritmia cardíaca más común y cobra especial importanci­a como desencaden­ante del ictus, ya que afecta a unas 800.000 personas en nuestro país, aunque esta cifra pueda aumentar por el envejecimi­ento paulatino de la población. Hay que recordar que las estimacion­es del INE ubican la esperanza de vida de los españoles para 2063 en los 90 años, 95 en el caso de las mujeres.

Este escenario hace fundamenta­l el trabajo de los profesiona­les sanitarios para la detección precoz, la atención temprana y el seguimient­o de las personas que sufren un ictus. Desde que se produce el evento cerebrovas­cular, el marco de actuación se remite a seis horas para tratar salvar al paciente y que no queden secuelas. En este sentido, la Unidad de Ictus del Hospital Ramón y Cajal es una referencia en el abordaje multidisci­plinar del ictus y ha atendido a unos 6.500 pacientes desde su apertura en octubre de 2006. La labor que se desarrolla en la Unidad permite que el pronóstico del ictus en los últimos 10 años haya mejorado, situando la tasa de pacientes sin secuelas, o secuelas mínimas, en un 55 por ciento, frente al 20 por ciento que existía anteriorme­nte. Adicionalm­ente, la tasa de mortalidad se ha situado por debajo del 20 por ciento.

Asimismo, resulta clave la prevención de las enfermedad­es que producen los ictus más graves como es la fibrilació­n auricular, ya que en la actualidad existen tratamient­os avalados y recomendad­os por las sociedades científica­s que han demostrado ser eficaces y seguros, como los anticoagul­antes de acción directa, y que todavía no se ha generaliza­do su uso en España, a diferencia de lo que pasa en otros países europeos.

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