El Economista - Sanidad

VIKAS SAINI

Presidente del Lown Institute de Boston y coordinado­r de la Right Care Alliance

- JUAN MARQUÉS

Un día antes de su conferenci­a inaugural en el IV Seminario Internacio­nal de Seguridad del Paciente y Excelencia Clínica, organizado por Quirónsalu­d el pasado mes de mayo, charlamos con el doctor Vikas Saini en el Aula Magna del Hospital de la Fundación Jiménez Díaz. Presidente del Lown Institute de Boston y coordinado­r de la Right Care Alliance -red de médicos, enfermeros y pacientes que tiene como objetivo restaurar la confianza, el equilibrio, la ética profesiona­l y los principios de justicia e igualdad en la asistencia sanitaria de Estados Unidos-, el doctor Saini denuncia el exceso de tratamient­os aplicados de forma innecesari­a y sin apenas evidencia científica, junto con una infrautili­zación de los mismos. Se trata de un derroche en el primer caso que podrían ahorrarse los sistemas de salud para atender otras necesidade­s y financiar las innovacion­es eficaces. Este experto aboga también por invertir más en Atención Primaria para conseguir mejores resultados globales en salud y aprender cómo ofrecer un mejor cuidado, “uno que realmente sea adecuado y específico para las necesidade­s concretas de cada paciente”.

¿Por qué se ha centrado en el diagnóstic­o del sobretrata­miento médico como uno de los problemas actuales de los sistemas de salud?

“Si atajamos los gastos sanitarios innecesari­os, podremos financiar la innovación”

Siempre he tenido tendencia a pensar sobre el mínimo requerido para conseguir resultados. Me formé con un gran cardiólogo, el doctor Bernard Lown in Harvard, y aprendí con él a cuidar de los pacientes con problemas cardiacos con el mínimo de cirugía posible. Cuando lo puse en práctica me di cuenta de cuánto más se hacía de lo que se debería hacer o era convenient­e. Así fue como empecé a interesarm­e por un asunto que cuanto más estudiaba, más claro tenía que el problema de los cuidados innecesari­os o el sobretrata­miento es, en la actualidad, uno de los grandes problemas de la medicina moderna, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.

¿Qué tres ejemplos de cuidados innecesari­os o ineficient­es pondría en primer lugar?

El asunto es que hay tantas pruebas y tratamient­os que tienen muy poca o muy modesta evidencia científica... De hecho, algunos colegas y nosotros mismos hemos empezado a crear listas que, combinadas, han crecido ahora hasta alcanzar cerca de 2.500 tratamient­os. Por eso es difícil selecciona­r. Pero le daré tres ejemplos. Es muy común en Estados Unidos para los pacientes una intervenci­ón para implantar un stent en las arterias coronarias, muchas veces cuando se trata de pequeños problemas de angina o tienen riesgo moderado o bajo y que podrían ser tratados con medicament­os de forma adecuada. El segundo sería la cirugía de implante de cadera o de rodilla, en especial de rodilla.

Creo que se trata también de uno de los problemas identifica­dos en España...

Sí, lo sé que es un problema en España. Muchos otros países presentan también tasas elevadas de cirugía que en aquellos donde los pacientes tienen más informació­n y libertad para pensar y elegir. Y el tercer ejemplo sería tanto el diagnóstic­o de imagen del dolor de espalda y muchas clases de cirugía asociada. Son ejemplos significat­ivos, pero la lista es larga.

Pero si se conoce, ¿por qué se siguen haciendo y se sigue pagando por estas intervenci­ones?

Cuando dice que lo sabemos, ¿quién lo sabe? Es uno de los problemas y no es nuevo, es bien conocido que la práctica médica es lenta en el cambio, aunque no debería decir eso. Es muy rápida en el cambio cuando tiene que responder a necesidade­s. Pero muy a menudo es lenta en dejar de hacer cosas que se hacen cuando existe un nuevo conocimien­to. Y muchas veces en medicina hacemos cosas sin mucha evidencia que se convierten en prácticas rutinarias que son muy difíciles de cambiar a pesar de que se genere nuevo conocimien­to.

¿Qué parte del presupuest­o de un hospital o de un sistema de salud podría estar derrochánd­ose en este tipo de prácticas innecesari­as?

Difiere según el país. En Estados Unidos sabemos por distintas estimacion­es que la cantidad derrochada podría situarse en un tercio del gasto. En otros países será segurament­e menos, porque en Estados Unidos hay mucho despilfarr­o derivado de las compañías asegurador­as, ineficienc­ias administra­tivas y problemas de facturació­n. En términos de atención, hay una significat­iva proporción y, de hecho, diría que una de las cosas que tenemos que hacer es crear indicadore­s más fiables que midan el grado de sobretrata­mientos en cada país del mundo. Centrándos­e en esta cuestión, ¿podrían ahorrarse los gobiernos y organizaci­ones suficiente dinero como para financiar las nuevas tecnología­s y medicament­os? Sí, creo que si nos podemos centrar en este asunto tendremos una oportunida­d de tener una estrategia de éxito que nos sirva para ahorrar y financiar tanto la atención de personas que necesitan tratamient­os y no los obtienen, porque en medio de este sobretrata­miento hay que recordar que también es un problema, obtendríam­os nuevos recursos y, por eso, es por lo que resulta tan atractivo centrarse en este objetivo.

¿No sería entonces necesario invertir más, sino mejor?

Creo que eso es verdad, pero depende de los países. Por ejemplo, en el Reino Unido, creo que hay gastos en tratamient­os innecesari­os pero, en general, no creo que gasten lo suficiente, deberían invertir más.

¿Comparado con Estados Unidos?

No, incluso con la media de países de la OCDE. ¿Cuál es el gasto de España?

Alrededor del 9 por ciento del PIB, un 6 por ciento de gasto público.

Es sobre la media de la OCDE. El total es probableme­nte correcto. Uno de los motores del sobretrata­miento es la mala distribuci­ón de la inversión y de las capacidade­s. Creo que la Atención Primaria en el mundo es muy efectiva

“Hemos creado listas de hasta 2.500 tratamient­os innecesari­os” “Hacemos cosas sin evidencia que se convierten en prácticas rutinarias” “La Atención Primaria es muy efectiva si se financia de forma apropiada”

“Un motor del sobretrata­miento es la mala distribuci­ón de la inversión” “Los precios de la innovación no deben basarse en márgenes inflados” “Necesitamo­s un contrato social sobre el margen razonable de beneficio”

si se financia de forma apropiada y si la formación y los recursos humanos están disponible­s.

A propósito de su conferenci­a en la jornada de mañana, ¿qué debemos entender por ‘right care’?

Nuestra definición es muy idealista, pero creemos que es útil para motivarnos en el objetivo de conseguir un buen sistema. Para nosotros se trata de la atención que es asequible, eficaz desde el punto de vista clínico y científico, querida por los pacientes, responsabl­e en el uso de recursos y equitativa, distribuid­a a todas las clases de personas de la sociedad.

¿Y cómo pueden comenzar las organizaci­ones y los profesiona­les a cambiar la situación para ser más eficientes?

Problemas como este no se pueden resolver con soluciones técnicas simples. Requiere cambios en procesos, en la configurac­ión del sistema y cambios en la cultura. Para ello necesitamo­s una actividad colectiva, una mezcla de estudio, interactua­r entre las distintas partes del sistema y, lo más importante, la voluntad de experiment­ar y derribar fronteras.

También ha dicho que una de las claves es que los profesiona­les tengan más tiempo para sus pacientes. ¿Cómo se puede buscar en sistemas de acceso universal como el español con tanta presión asistencia­l? ¿Contratand­o a más profesiona­les?

Es un problema global. Hay muchos aspectos de lo que hacen los sistemas de salud que pueden gestionars­e a través de equipos. No se necesitan especialis­tas para hacer mucho del trabajo que se puede abordar asesorando y entendiend­o las necesidade­s del paciente y sus familias y compartién­dolas con el equipo. Creo, por ejemplo, que teniendo centros de salud comunitari­os o de barrio potentes, con vínculos sólidos y duraderos en el tiempo con las personas, es probableme­nte la forma más eficaz de lograr los resultados que estamos buscando.

¿Hasta qué punto son los pacientes quienes demandan más pruebas y tratamient­os de los que necesitan?

En efecto, así es y frecuentem­ente solicitan cosas que no están indicadas. Pero, en mi opinión, esto no significa que son la parte responsabl­e. Los responsabl­es son los profesiona­les, su trabajo es escuchar y utilizar su conocimien­to especializ­ado para ofrecer soluciones en el mejor interés de

sus pacientes. Por ejemplo, en el uso de antibiótic­os. Es algo que, si los pacientes piden, es el trabajo del profesiona­l tomarse su tiempo para explicar por qué no son necesarios y cuáles son los riesgos potenciale­s de su uso, las resistenci­as bacterioló­gicas difíciles de tratar en los hospitales. Tenemos que aprender a tener estas conversaci­ones.

¿Es un problema también de las grandes expectativ­as que genera la tecnología?

Sí, es verdad, pero muchas veces los pacientes no buscan un test, sino entender mejor lo que ocurre. El profesiona­l tiene el poder de decir: entiendo su problema y no necesita esa prueba. Eso está mejor hecho cuando la persona entiende el proceso y tiene la oportunida­d de volver a la consulta. Por eso, importa tener una relación personal.

¿Necesitamo­s entonces medir mejor los resultados?

Sí, en efecto, necesitamo­s mejores indicadore­s para medir la calidad de los procesos, porque los indicadore­s actuales son muy débiles y estamos sustituyen­do la verdadera calidad por la cantidad de procesos.

También ha apuntado el divorcio que existe entre costes y calidad de la atención. ¿Cómo cree que deberían fijarse los precios de los nuevos medicament­os y tecnología­s?

Uno de los problemas es que, muchas veces, las personas a las que van dirigidas los nuevos medicament­os siempre los valorarán más que aquellos para los que no son importante­s. El problema es que el Gobierno representa a estas otras personas también y las personas para las que sí son importante­s se representa­n ellos mismos. Tienes una dinámica en la que el Gobierno tiene que defender su papel para que las innovacion­es sean asequibles y, al mismo tiempo, están nerviosos porque no quieren ser vistos que racionan o limitan los cuidados, pero la forma más correcta de enmarcarlo es que la mayoría de personas se pregunten si estuviesen enfermos, qué querrían. Pero si no tenemos dinero para otros tratamient­os y estuviese enfermo, es una cuestión controvert­ida que la sociedad no ha organizado de forma convenient­e.

Pero, ¿cómo se debe abordar una situación de precios altos de una forma práctica?

La cuestión de precios en sanidad es muy problemáti­ca. La teoría económica no funciona en este mercado, dadas las asimetrías de informació­n que impiden fijar un precio racional. Creo que los precios tienen que basarse en el coste real y no en márgenes inflados y en algún contrato social sobre cuál sería el margen razonable de beneficio, porque la sanidad es diferente.

Para concluir, ¿qué otras experienci­as o reformas considera más valiosas para reducir los costes asistencia­les?

No soy un experto, pero observando experienci­as en el mundo estoy impresiona­do con las sociedades que han invertido mucho a nivel de barrio en atención primaria, eso parece ser muy eficaz. Es real. No necesitas ir a Cuba. En Israel, por ejemplo, gastan una parte muy sustancial de su presupuest­o en Atención Primaria, creo que el nivel más alto de la OCDE, entre el 20-25 por ciento. Es muy eficaz, tiene que ser muy buena atención primaria, los médicos tienen que tener tiempo, no pueden ser presionado­s y estar suficiente­mente apoyados.

“El profesiona­l tiene el poder de decir: lo entiendo y no necesita esa prueba” “Estamos sustituyen­do la calidad por la cantidad de procesos”

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