AUTOCUIDADO DE LA SALUD, NECESIDAD LABORAL
Los beneficios que puede reportar un correcto autocuidado en el ámbito del trabajo -no sólo físico, sino también emocional-, son numerosos y deben fomentarse. Ahora bien, siempre desde la prudencia, pues una mala práctica puede resultar perjudicial
Fue en los años 80 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS), definió por primera vez el concepto de autocuidado como aquellas actividades no organizadas y decisiones de la salud tomadas por el propio individuo que comprenden la automedicación, el autotratamiento y el respaldo social en la enfermedad. Todas estas actividades quedan encaminadas a la promoción de la salud, prevención de la enfermedad, el control y alivio de enfermedades crónicas, así como el manejo de pequeñas dolencias cotidianas. Es numerosa la evidencia científica que avala que un adecuado autocuidado reduce de manera significativa la incidencia de patologías graves quedando, así, constituido como el primer escalón para mantener la calidad de vida de cada persona.
Las prácticas son amplias y bien conocidas. Una alimentación adecuada y saludable, control de las medidas higiénicas, manejo del estrés, actividad física regular y adquirir habilidades sociales e interpersonales constituyen algunas de ellas. En Medicina Laboral hace tiempo que se viene trabajando en la promoción y programas formativos para potenciar todas estas áreas. Sin embargo, queda pendiente la formación de los trabajadores para el manejo y consumo de medicamentos y el seguimiento de las prescripciones de salud.
El mercado del autocuidado ha experimentado un crecimiento llamativo en la última década. En él se incluyen los medicamentos no sujetos a prescripción médica y no reembolsados; los productos de cosmética y dermofarmacia como cremas faciales y pastas de dientes; los complementos alimenticios; las plantas de uso alimentario tipo infusiones; los productos sanitarios de autocuidado, tiritas, medias de compresión, termómetros, y los productos para la higiene y salud como biberones, puericultura, postparto, medicamentos homeopáticos y un largo etcétera.
España es uno de los países con mayor índice de automedicación en el consumo de fármacos no sujetos a prescripción médica. En la población laboral activa es habitual el consumo de analgésicos primarios para el alivio de cefaleas, dolores posturales o procesos artrósicos. Su abuso puede condicionar la aparición de náuseas, vómitos, sedación, alteraciones de la conducta e incluso depresión respiratoria. Según estimaciones de la OMS, casi el 35 por ciento de los trabajadores desempeñan sus actividades laborales bajo el
efecto de algún tipo de analgésico de primera línea y el 1 por ciento lo hace bajo los efectos del consumo de opioides y llegan a prolongar su consumo hasta 10 días de media, sin control médico previo. La automedicación con antibióticos es, también, una problemática bien conocida. Un informe elaborado por la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo para Italia, España y Portugal, muestra que en el período de noviembre de 2016 a febrero de 2017, el 24,6 por ciento de los trabajadores en situación de baja laboral por un proceso gripal, se encontraban en tratamiento con antibióticos. El coste económico que ello supone es elevado, pero más alarmante resulta el efecto en Salud, al contribuir directamente en el riesgo creciente de resistencias microbianas. Se sabe que la resistencia a los antimicrobianos es un proceso evolutivo donde las modificaciones genéticas tienen un papel primordial. Sin embargo, está ampliamente demostrado que el proceso se acelera por el abuso y mal uso de antibióticos que se consumen sin supervisión médica. La OMS alerta también de la creciente venta fraudulenta de antibióticos en composiciones genéricas a través de Internet, sin certificados de calidad ni seguridad. Otros muchos medicamentos, independientemente de su perfil riesgo-beneficio, tienen un uso incorrecto. Es el caso, por ejemplo, de los antihistamínicos. El abuso de descongestivos nasales con efecto vasoconstrictor puede conducir a efecto rebote con inflamación crónica de las mucosas en las vías nasales.
El almacenamiento de los medicamentos es también un punto débil en conocimiento. Los medicamentos se han de mantener en su envase de origen donde habitualmente figura la fecha de caducidad. Esta fecha suele ser orientativa. Los laboratorios farmacéuticos reconocen que, como máximo, el medicamento está en condiciones de ser utilizado hasta 6 meses después de su fecha de caducidad, pero antes de consumirlos se debe consultar al profesional médico o farmacéutico. La prudencia reduce efectos adversos indeseables para nuestro organismo.
La formación en materia terapéutica es una cuestión de vital importancia tanto para mejorar la salud de los trabajadores como para avanzar en la sostenibilidad del Sistema Sanitario y Laboral. Las iniciativas van llegando, con perspectivas muy positivas. Algunas entidades empresariales han decidido incorporar a sus Servicios Médicos a un profesional farmacéutico, que aporta información real y correcta sobre los productos de autocuidado con el objetivo de contribuir a crear una auténtica Escuela de Salud de Autocuidado en el Trabajo.
En España, la Asociación para el Autocuidado de la Salud (ANEFP) agrupa a las compañías que fabrican y comercializan medicamentos y productos de autocuidado. Su experiencia y profesionalidad son referentes de un sector dinámico en expansión continua y crecimiento estructural. Merece la pena acercarse a sus propuestas, logros y actividades. Podemos encontrar herramientas útiles para conocer nuestro estado de salud, noticias muy actuales en materia de prevención y un amplio vademécum que permite búsquedas por medicamento, principio activo, dolencia y laboratorio. Al autocuidado físico debemos sumar los beneficios del autocuidado emocional que también en el ámbito laboral podemos potenciar. Aprender a sonreír, escuchar, aceptar y compartir son buenos pasos para comenzar.