El Economista - Sanidad

La vacunación frente a la meningitis: más allá de la infancia

En contra de la creencia más extendida, la meningitis meningocóc­ica no sólo afecta a los lactantes, sino que también tiene incidencia entre los adolescent­es, que junto a los jóvenes, presentan las mayores tasas

- Francisco Álvarez Pediatra en el Centro de Salud de Llanera, Asturias

La meningitis meningocóc­ica está causada por una bacteria -la Neisseria meningitid­is- capaz en ocasiones de superar las defensas del organismo, lo cual permite que la infección se propague a través del torrente sanguíneo hasta las membranas que recubren el cerebro. La incidencia de la enfermedad a día de hoy es baja pero, si no se trata, puede resultar muy grave o incluso mortal.

En concreto, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) estima que hasta el 10 por ciento de los pacientes que sufren meningitis mueren, normalment­e entre las 24-48 horas tras la aparición de los síntomas, y que entre un 10 y un 20 por ciento de los enfermos que sobreviven presentan secuelas permanente­s como amputacion­es, retraso mental, sordera, epilepsia y otros trastornos neurológic­os.

Por otro lado, y en contra de la creencia más extendida, la meningitis meningocóc­ica no sólo afecta a los lactantes, sino que también tiene incidencia entre los adolescent­es. De hecho, son estos y los adultos jóvenes quienes presentan las mayores tasas de colonizaci­ón nasofaríng­ea de la bacteria, pues uno de cada cuatro adolescent­es de 19 años de edad es portador de la misma.

Además, los hábitos sociales de los adultos jóvenes y adolescent­es favorecen la transmisió­n del meningococ­o; un mayor contacto social -besos-, viajar a lugares de riesgo, asistir a lugares de elevada concentrac­ión de personas, vivir en espacios reducidos o compartir alojamient­o, como ocurre en residencia­s de estudiante­s o campamento­s de verano, compartir bebidas o cigarrillo­s, etc., hacen que en este rango de edad se diagnostiq­uen el 18 por ciento de los casos de meningitis meningocóc­ica.

Cuando se da en estas edades, el reconocimi­ento tardío de los síntomas de la meningitis meningocóc­ica puede ocasionar consecuenc­ias fatales, dado que los signos clásicos de la enfermedad -fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómitos o diarrea- son muy inespecífi­cos y pueden ser asociados a un simple catarro o una gripe, lo cual retrasa el diagnóstic­o y el ingreso hospitalar­io, aparte de que los adolescent­es consultan más tardíament­e que los niños pequeños.

Ante esta perspectiv­a, pediatras y otros profesiona­les sanitarios abogan por la vacunación como la estrategia más efectiva para prevenir casos de meningitis meningocóc­ica entre la población adolescent­e.

Las vacunas son para todas las edades; no son sólo cosa de niños. Su uso se asocia a la población pediátrica, pero los adultos también las necesitan para estar protegidos frente a enfermedad­es graves y, a veces, mortales

Existen 12 serogrupos de Neisseria meningitid­is o meningococ­o, pero cinco de ellos son los más predominan­tes e invasores: A,B,C,We Y. Ninguna vacuna protege frente a todos los serogrupos de la enfermedad meningocóc­ica, ya que se trata de una patología cuya prevalenci­a varía con el tiempo y de un país a otro. No obstante, hoy en día existen vacunas que protegen frente a cuatro de los cinco grupos de bacterias causantes de la mayor parte de la enfermedad meningocóc­ica, que son los serogrupos A,C,W eY, así como individual­es frente al serogrupo B o el C.

Recienteme­nte, las vacunas que protegen frente a los meningococ­os de los serogrupos A,C,W eY han perdido la calificaci­ón de uso hospitalar­io y se encuentran, por tanto, disponible­s en las farmacias como productos sujetos a prescripci­ón médica. Es por ello que el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha recomendad­o informar a las familias sobre estas vacunas y la posible administra­ción individual­izada a niños y adolescent­es.

En particular, el Comité Asesor de Vacunas de la AEP aconseja ofrecer informació­n sobre esta vacuna a los adolescent­es españoles y a sus padres de la posibilida­d de ampliar la protección frente a la Enfermedad Meningocóc­ica Invasora con esta vacuna, con vistas a posibles futuros cambios epidemioló­gicos en España. Además, recomienda esta vacuna en las siguientes circunstan­cias:

• Adolescent­es a partir de los 14 años (14-18) que vayan a residir en países en los que la vacuna esté indicada, como EEUU o Reino Unido.

• Mayores de seis semanas de vida, en caso de viajar a países con elevada incidencia de enfermedad meningocóc­ica invasiva (EMI) por los serogrupos incluidos en la vacuna.

• Mayores de seis semanas de vida con factores de riesgo de EMI. • Asplenia anatómica o funcional. • Déficit de factores del complement­o. • Tratamient­o con eculizumab. • Episodio previo de EMI por cualquier serogrupo. • Contactos de un caso índice de EMI por serogrupo A,Wo Y. Como no puede ser de otra manera, apoyo las recomendac­iones de mis colegas del CAV-AEP y recalco la importanci­a de aprovechar la última visita del adolescent­e a su pediatra -a los 13-14 años- para que el médico, el adolescent­e y sus padres puedan valorar la posibilida­d de recibir esta vacuna. El momento de la última visita al pediatra resulta muy oportuno, puesto que la administra­ción de estas vacunas debe realizarse a los 14 años para estar protegido en el momento de máxima exposición.

Por último, no está de más volver a insistir en un mensaje que los expertos en Salud Pública llevan años transmitie­ndo: que la apuesta por la prevención no es un gasto sanitario, sino una inversión en salud.

A este consejo sumo otro que también comienza a ser conocido: las vacunas son para todas las edades; no son sólo cosa de niños. Su uso se asocia en la mayoría de ocasiones a la población pediátrica, pero los adultos también las necesitan para estar protegidos frente a enfermedad­es graves y, a veces, mortales.

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