La vacunación frente a la meningitis: más allá de la infancia
En contra de la creencia más extendida, la meningitis meningocócica no sólo afecta a los lactantes, sino que también tiene incidencia entre los adolescentes, que junto a los jóvenes, presentan las mayores tasas
La meningitis meningocócica está causada por una bacteria -la Neisseria meningitidis- capaz en ocasiones de superar las defensas del organismo, lo cual permite que la infección se propague a través del torrente sanguíneo hasta las membranas que recubren el cerebro. La incidencia de la enfermedad a día de hoy es baja pero, si no se trata, puede resultar muy grave o incluso mortal.
En concreto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hasta el 10 por ciento de los pacientes que sufren meningitis mueren, normalmente entre las 24-48 horas tras la aparición de los síntomas, y que entre un 10 y un 20 por ciento de los enfermos que sobreviven presentan secuelas permanentes como amputaciones, retraso mental, sordera, epilepsia y otros trastornos neurológicos.
Por otro lado, y en contra de la creencia más extendida, la meningitis meningocócica no sólo afecta a los lactantes, sino que también tiene incidencia entre los adolescentes. De hecho, son estos y los adultos jóvenes quienes presentan las mayores tasas de colonización nasofaríngea de la bacteria, pues uno de cada cuatro adolescentes de 19 años de edad es portador de la misma.
Además, los hábitos sociales de los adultos jóvenes y adolescentes favorecen la transmisión del meningococo; un mayor contacto social -besos-, viajar a lugares de riesgo, asistir a lugares de elevada concentración de personas, vivir en espacios reducidos o compartir alojamiento, como ocurre en residencias de estudiantes o campamentos de verano, compartir bebidas o cigarrillos, etc., hacen que en este rango de edad se diagnostiquen el 18 por ciento de los casos de meningitis meningocócica.
Cuando se da en estas edades, el reconocimiento tardío de los síntomas de la meningitis meningocócica puede ocasionar consecuencias fatales, dado que los signos clásicos de la enfermedad -fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómitos o diarrea- son muy inespecíficos y pueden ser asociados a un simple catarro o una gripe, lo cual retrasa el diagnóstico y el ingreso hospitalario, aparte de que los adolescentes consultan más tardíamente que los niños pequeños.
Ante esta perspectiva, pediatras y otros profesionales sanitarios abogan por la vacunación como la estrategia más efectiva para prevenir casos de meningitis meningocócica entre la población adolescente.
Las vacunas son para todas las edades; no son sólo cosa de niños. Su uso se asocia a la población pediátrica, pero los adultos también las necesitan para estar protegidos frente a enfermedades graves y, a veces, mortales
Existen 12 serogrupos de Neisseria meningitidis o meningococo, pero cinco de ellos son los más predominantes e invasores: A,B,C,We Y. Ninguna vacuna protege frente a todos los serogrupos de la enfermedad meningocócica, ya que se trata de una patología cuya prevalencia varía con el tiempo y de un país a otro. No obstante, hoy en día existen vacunas que protegen frente a cuatro de los cinco grupos de bacterias causantes de la mayor parte de la enfermedad meningocócica, que son los serogrupos A,C,W eY, así como individuales frente al serogrupo B o el C.
Recientemente, las vacunas que protegen frente a los meningococos de los serogrupos A,C,W eY han perdido la calificación de uso hospitalario y se encuentran, por tanto, disponibles en las farmacias como productos sujetos a prescripción médica. Es por ello que el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha recomendado informar a las familias sobre estas vacunas y la posible administración individualizada a niños y adolescentes.
En particular, el Comité Asesor de Vacunas de la AEP aconseja ofrecer información sobre esta vacuna a los adolescentes españoles y a sus padres de la posibilidad de ampliar la protección frente a la Enfermedad Meningocócica Invasora con esta vacuna, con vistas a posibles futuros cambios epidemiológicos en España. Además, recomienda esta vacuna en las siguientes circunstancias:
• Adolescentes a partir de los 14 años (14-18) que vayan a residir en países en los que la vacuna esté indicada, como EEUU o Reino Unido.
• Mayores de seis semanas de vida, en caso de viajar a países con elevada incidencia de enfermedad meningocócica invasiva (EMI) por los serogrupos incluidos en la vacuna.
• Mayores de seis semanas de vida con factores de riesgo de EMI. • Asplenia anatómica o funcional. • Déficit de factores del complemento. • Tratamiento con eculizumab. • Episodio previo de EMI por cualquier serogrupo. • Contactos de un caso índice de EMI por serogrupo A,Wo Y. Como no puede ser de otra manera, apoyo las recomendaciones de mis colegas del CAV-AEP y recalco la importancia de aprovechar la última visita del adolescente a su pediatra -a los 13-14 años- para que el médico, el adolescente y sus padres puedan valorar la posibilidad de recibir esta vacuna. El momento de la última visita al pediatra resulta muy oportuno, puesto que la administración de estas vacunas debe realizarse a los 14 años para estar protegido en el momento de máxima exposición.
Por último, no está de más volver a insistir en un mensaje que los expertos en Salud Pública llevan años transmitiendo: que la apuesta por la prevención no es un gasto sanitario, sino una inversión en salud.
A este consejo sumo otro que también comienza a ser conocido: las vacunas son para todas las edades; no son sólo cosa de niños. Su uso se asocia en la mayoría de ocasiones a la población pediátrica, pero los adultos también las necesitan para estar protegidos frente a enfermedades graves y, a veces, mortales.