UN NUEVO AÑO LIMPIO Y SALUDABLE
La salud laboral de los trabajadores del sector de la limpieza merece una atención capital, debido al riesgo de caídas o cortes de diversa índole, pero por encima de todo a los problemas derivados de la utilización de productos químicos
De regreso a la rutina laboral tras el paréntesis navideño, asumimos encontrar limpio nuestro puesto de trabajo habitual y pocas veces reconocemos el mérito profesional de aquellos que consiguen hacerlo realidad día tras día. Los profesionales del sector de limpieza participan en todo tipo de edificios y actividades, desde sencillas oficinas hasta una gran diversidad de industrias y servicios. Su salud laboral merece ser tenida en cuenta dados los riesgos específicos a los que se encuentran sometidos. La empresa que actúa como cliente y la propia empresa de limpieza deben coordinarse, en virtud del artículo 24 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en lo referente a salud laboral. Los centros de trabajo donde se vayan a prestar los servicios se han de revisar cuidadosamente por parte de la empresa de limpieza para definir los puestos particularmente de riesgo, y asegurar las medidas preventivas necesarias por parte del cliente. Por la propia naturaleza del trabajo desarrollado en la limpieza de suelos con agua y detergentes, así como los trabajos de encerado, abrillantado y pulido de suelos, hacen de las caídas y golpes las principales causas de accidentes laborales. Se pueden producir cortes durante la recogida de residuos sólidos. El riesgo es particularmente importante entre los trabajadores encargados de la limpieza de hospitales, laboratorios, industria veterinaria o alimentaria, donde se pueden dar pinchazos accidentales con material biológico potencialmente contagioso. Así, el uso de guantes de protección es de rigurosa obligación, así como disponer de recipientes rígidos para la recogida de cristales rotos y otros objetos punzantes y pinzas de recogida que eviten el contacto manual directo.
Algunas técnicas básicas permiten disminuir el riesgo de caídas. La limpieza siempre debe efectuarse progresando desde el fondo del local hacia la puerta para no atravesar el lugar limpiado previamente. En la limpieza de escaleras, el trabajo debe efectuarse de cara a los escalones. Además, como norma general se ha de instalar un puesto de abastecimiento de agua por cada 150 m2 y en dimensiones adecuadas para llenar y vaciar cubos de manera fácil y cómoda, evitando desplazamientos con cargas pesadas. Contar con carros o carretillas acreditados minimiza el riego de caídas. En zonas con riesgo de caída de objetos por desprendimiento desde altura, es necesario el uso de cascos
de protección y calzado de seguridad con puntera protegida. Los accidentes eléctricos no suelen ser frecuentes, pero sus consecuencias graves hacen prestarles especial atención. Pueden ocurrir al tocar cables de conexión o equipos con aislamiento deteriorado o falta de protección adecuada en conexiones a tierra y diferenciales. El riesgo, además, se agrava por la presencia de humedad sobre suelos y otras superficies. Hay que tender los cables y alargaderas para evitar pasar inadvertidamente por encima con las máquinas de limpieza y, en la medida de lo posible, desconectar de la red el equipo eléctrico que vaya a ser limpiado.
Es la utilización de productos químicos uno de los mayores riesgo en salud para estos profesionales. El contacto con productos químicos irritantes y corrosivos puede producir irritaciones y quemaduras y a largo plazo derivar en sensibilización, alergias o eczemas. La exposición mayoritaria es a través de la vía respiratoria por inhalación, sobre todo con el uso de productos que pueden desprender vapores o gases tóxicos como el amoníaco, las lejías y los desinfectantes que contienen formol o glutaraldehído, entre otros. Una ventilación adecuada y el uso de mascarillas y gafas de protección son medidas de prevención adecuadas en el uso de estas sustancias que deben estar correctamente etiquetadas con fichas de datos de seguridad y las medidas a tomar en caso de urgencia. La manipulación cerca de focos de ignición como llamas, chispas o puntos muy calientes de productos químicos inflamables o combustibles como los disolventes, aerosoles o sprays suponen un riesgo muy elevado de incendio y explosión.
Las actividades de limpieza implican, en muchas ocasiones, trabajar en alturas al limpiar cristales, paredes, techos y fachadas. La siniestralidad más grave se produce por precipitaciones de grandes alturas. Las plataformas elevadoras deben ser de superficie amplia y protegidas con barandillas. Los sistemas anticaídas al vacío deben estar certificados con el marcado CE, y ser renovados en función del período de acreditación. Estos sistemas son obligatorios en trabajos a más de 3,5 metros desde el suelo al punto de operación. En el uso de escaleras es necesario el uso de cinturón de seguridad a partir de los 2 metros de altitud. En techos y cubiertas es importante prever puntos de anclajes para barandillas y rodapiés. Por otra parte, con el uso de máquinas para el mantenimiento de suelos como barredoras, pulidoras y equipos con chorros a alta presión se pueden producir contracturas musculares y tenosinovitis por movimientos bruscos y repetitivos. Las vibraciones y ruido de maquinaria pueden llegar a causar pérdida de capacidad auditiva. La patología derivada del desempeño de funciones de limpieza es amplia y variada; por ello, es necesario que los médicos sepamos abordar el problema desde un ámbito multidisciplinar y capaces de diferenciar claramente una contingencia profesional como accidente laboral o enfermedad profesional. Respetemos y cuidemos a quienes mantienen pulcro nuestro lugar de trabajo. Entre sencillez y pulcritud siempre habrá buena salud.